Opinión Nacional

Votemos por lo mejor: ¡Por nuestros votos!

Empiezo por aclarar que según declaraciones de la Comisión Electoral de la MUD, las primarias del 12 de febrero serán un proceso organizado y controlado por La Unidad, en donde el CNE sólo prestará apoyo técnico, facilitará la utilización de las máquinas de votación, y aparentemente, suministrará otros recursos como el tradicional cotillón electoral, por ejemplo.

A mi modo de ver, y a pesar de todas las declaraciones difundidas por la MUD, no hay decisión más infeliz, que la de haber optado por la asesoría radioactiva del CNE: confieso que con respecto a ese organismo soy un sistemático mal pensado, y frente a cualquiera que lo avale, así sea parcialmente, también tiendo a ser mal pensado, de hecho, hasta he llegado a elucubrar, que una decisión tan siniestra obedece a una intención igual de siniestra: la de desmotivar (y sólo en el caso de estas primarias en particular) la participación ¿y con que fin? pues podría sospecharse, por ejemplo, que la mejor forma de maximizar la eficacia de las operaciones de acarreo de votos por parte de las maquinarias partidistas, nuevas o tradicionales, es precisamente en un escenario de máxima abstención.

Pero no nos detengamos en la ociosidad de los infectados por pensamientos tan deleznables, o en aquellos que prestan oído a pájaros de mal agüero que sólo saben entonar cantos sombríos, quien sabe con qué fines, sobre algo organizado por nuestra clase política opositora en su conjunto, algo por el cual no deberíamos mostrar, si somos correctos, ningún escepticismo.

Lo que pasa es que también han surgido otros temores, que bien o mal justificados, habrían podido evitarse si nuestros partidos políticos agrupados en la MUD, haciendo un pequeño esfuerzo y haciendo también honor a un verdadero espíritu de alianza unitaria, hubiesen preferido sentir mayor confianza mutua, o sea, mayor confianza entre ellos mismos, que no en el CNE.

Por ejemplo, los temores de que se repitan otras listas de persecución y apartheid político, como las de Tascón o Maisanta, no pueden subestimarse. Más aún después de la inmoralidad absoluta demostrada en el pasado, cuando el poder tenía muchísima mayor seguridad de sí mismo, y a la oposición no la silenciaba todavía una larga lista de cálculos.

Decir por ejemplo que los cuadernos de votación donde quedarán registrados los electores que participaran en el proceso, serán destruidos vencido un lapso de 48 horas, sólo esto, dicho por una organización que, inapelablemente, decidió confiar más en la asesoría y maquinitas del CNE, que en aquella que le podían proporcionar sus mismos recursos internos, sólo puede tener un efecto ansiolítico bastante dudoso y disculpen pero es así…

Desde luego, es perfectamente lícito voltear cierta lógica y concluir que: “poca confianza mutua garantiza mucha vigilancia mutua” que es exactamente lo que ocurrirá, sin duda alguna, el día de las primarias, y entonces uno debería tranquilizarse, al menos por el lado del escrutinio o de la totalización. (especialmente si, en ejercicio de visualización terapéutica, uno se deja deslizar mentalmente hacia esa imagen “sosegada” del sempiterno caño lleno de caimanes, todos pendientes uno del otro, imagen conservacionista de una fauna que sin embargo no conoce el peligro de extinción, y que, merecida-inmerecidamente, forma parte del imaginario político venezolano).

Pero ¿Cómo compensar todo el resto? ¿Cómo compensar esta situación en donde debemos confiar en algo que sabemos que en modo alguno es totalmente confiable? y que para garantizar la mayor inquietud, ese algo no-muy-confiable decide apoyarse a su vez en una entidad menos confiable aún, entidad con un “benchmark” inigualado en desconfianza y “tramparencia” ¿algo así como la federación nacional de zamuros cuidadores de carne?

Pues mientras tanto, la única compensación posible y realística, que podemos aplicar como ciudadanos, es justamente acudiendo a votar, yendo a votar como una gesta contra todo, contra todos, incluso contra nosotros mismos, contra nuestros temores, en contra de nuestros recelos perfectamente justificados… porque aún así debemos ir a votar, porque ir a votar es la única maniobra por ahora a nuestro alcance, y es la maniobra colectiva, la gesta colectiva, que podría terminar por desmontar cualquier otra maniobra, la que sea, venga de donde venga…

¿Quieres derrotar el acarreo partidista de las maquinarias de los caima… perdón de los “partidos establecidos”? ve a votar, ¿Quieres derrotar un posible acarreo de maquinaria roja para sabotear/alterar? (posible en algunas zonas) entonces ve a votar, ¿Quieres derrotar el miedo que desde hace años te somete a los antojos delincuenciales de una pandilla de indeseables? ve a votar, ¿Tienes familia? ve a votar, ¿Quieres tener familia? ve a votar…

Sólo si fuéramos a votar masivamente, rompiendo todo pronóstico, podríamos garantizar que si habrá un verdadero gran vencedor ese día: el poder de la gente, y si eso llegara realmente a suceder, y en números no previstos (o no deseados) sin duda estaríamos precipitando, y en forma incontenible, el comienzo del fin: eso sería un hecho, y un hecho tan poderoso, que hasta las más impredecibles e inverosímiles reacciones de pánico deberíamos esperarnos, desde la misma noche del 12…

Ahora bien ¿y qué tal si además de votar ese día? ¿hacemos algo realmente novedoso y aprovechamos para votar por nuestros votos? dicho de otra manera ¿que tal si ese día hacemos alguito más, para que nuestro voto tan vapuleado, vuelva a valer como quisiéramos realmente? ¿para dar comienzo a una lucha sincera -no fingida- por mejores -y verdaderas- condiciones electorales? ¿para que tu voto sea respetado, contado y preservado? en fin, pregúntate además ¿Si te gustaría ver alguna vez a un candidato consciente de que los votos no son suyos, ni de los partidos, sino de la gente, y que por lo tanto es un DEBER MÁXIMO DEFENDERLOS? ¿Si te gustaría realmente contar con un candidato presidencial firmemente dispuesto a dar la lucha por los votos de todos, en todo momento, porque simple y llanamente, ese candidato, al igual que tú, ni confía ni puede creerle “una sola letra” -mucho menos un número- a este CNE?

Yo en lo particular como deseo recibir respuestas satisfactorias y afirmativas a todas esas preguntas, votaré por Diego Arria.

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