Maleducados

Estos 23 años de “presunta” revolución impusieron la mala educación como norma, tal vez porque sus adeptos consideran que la buena educación es un atavismo burgués. Pero no se han detenido a pensar que, más allá de las buenas maneras, la buena educación no es nada distinto a la aplicación de la ética al comportamiento ordinario.

Un país en el que prevalezco, en el que hago las cosas por que me da la gana y en fin de cuenta soy así y a quien no le guste que no se la cale, no puede ser la base para que funcione orgánicamente una sociedad, y mucho menos una nación.

En la Venezuela actual una gran parte de los que circulan por las vías, sean motorizados, dueños de lujosas camionetas o incluso de pequeños vehículos, estiman que no les corresponde respetar ni las señales de tránsito, ni el paso de peatones.

En cualquier urbanización o barrio el que quiere celebrar algo pone la música a todo volumen hasta la hora que le apetezca y no le importa, en lo más mínimo, que sus vecinos no puedan dormir.

En las diversas y múltiples colas siempre hay quien desenfadadamente se colea y pone cara de yo no fui.

Y no se atrevan a reclamar a un algún enchufado porque se atraviesan, él o sus guardaespaldas, porque lo encararán con expresiones altaneras y groseras y si usted se atreve a reclamar no es raro que terminen apuntándolo con alguna Glock.

Quejarse ante alguna autoridad es misión imposible ya que, sea el municipio que sea, ninguna estará dispuesta a tomar parte en el asunto.

Ahora bien, cuando están en Miami, a esos mal educados abusadores no se les ocurre comerse una luz o pasarse un stop y mucho menos arrojar una lata de cerveza del vehículo, porque saben que nadie les quitará la multa, o el arresto si protestan.

La clave está en la característica que predomina en la Venezuela actual: la impunidad.