Benedicto XVI ya le ha hecho dos desplantes a la secretaria de Estado de E. U., Condoleezza Rice
El Papa se ha negado a recibirla con el argumento de que está en «vacaciones», a pesar de que su residencia de descanso en Castelgandolfo queda a solo 12 minutos en helicóptero de Roma.
La representante estadounidense solicitó por medio de su embajada ante la Santa Sede, una audiencia personal con el Pontífice.
Ante la negativa de la Prefectura de la Casa Pontificia y la Secretaría de Estado, el gobierno americano insistió, arguyendo urgencia especial para tratar temas de alto interés como la paz en Oriente Medio y la situación en Irak. La respuesta fue, otra vez: «Reiteramos que Su Santidad se encuentra en vacaciones».
Lo máximo que se logró fue un diálogo telefónico amable y extenso entre Rice y el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone. El tema fue dejado ahí, pues, por lo general, el Vaticano se reserva las explicaciones.
La tajante respuesta de Su Santidad a una funcionaria tan influyente ha traído a colación el que, antes de iniciarse el ataque a Irak, Juan Pablo II delegó al cardenal Pio Laghi para que se reuniera con Rice, a la sazón Consejera de Seguridad y Defensa de E.U. Rice, entonces, no quiso encontrarse con el enviado pontificio y le replicó que el gobierno de E.U. no estaba interesado en el concepto del Santo Padre sobre «la inmoralidad de la ofensiva militar».
Por eso, vaticanistas y medios de comunicación han subrayado que el Pontífice ha recibido, también en vacaciones, al director de la ultracatólica y antisemita Radio María. Aunque no a delegaciones oficiales ni políticas, y sus encuentros han sido de carácter religioso.
Otro tema que generó división entre el Vaticano y E.U. fue la nueva Constitución iraquí, en la que la Iglesia pidió tener en cuenta los derechos de los cristianos, a lo cual la administración Bush replicó que las fuerzas de la coalición no estaban en condiciones de proteger a no musulmanes.
El aparente desaire ha venido a sumarse al hecho de que, en el 2004, cuando vino a Roma como Consejera de Seguridad, Rice tampoco fue incluida en la delegación de la audiencia privada con el entonces Papa Juan Pablo II.
Pero fuentes insisten en que las relaciones entre las dos partes son óptimas.
