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Debacle electoral de los Kirchner aviva la crisis política en Argentina

Los síntomas de una crisis política y el fin de un ciclo comenzaron a verse el lunes en Argentina, con la renuncia al liderazgo del gobernante peronismo del ex presidente Néstor Kirchner (2003-2007), hombre fuerte del poder, ahora derrotado en las legislativas.

«Voy a renunciar indeclinablemente a la conducción del Partido Justicialista a nivel nacional y le he pedido a [el gobernador de Buenos Aires] Daniel [Scioli] que se quede porque es el vicepresidente» del partido, dijo Kirchner durante una entrevista con la agencia estatal Télam que reprodujo parcialmente Associated Press.

«Voy a seguir trabajando con todas mis fuerzas en el Justicialismo y en el movimiento nacional y popular», añadió.

Néstor Kirchner, considerado por los analistas el gran derrotado en los comicios legislativos de medio término del domingo, mantuvo desde el 2003 una hegemonía política junto con su esposa, la presidenta Cristina Kirchner.

«El gobierno va a necesitar un ejercicio de consenso y de acuerdos para tener gobernabilidad, pero construir consensos también depende de las otras partes», advirtió en rueda de prensa la jefa de Estado.

La presidenta le quitó dramatismo al resultado electoral y negó que vaya a haber cambios en el gabinete de ministros.

«Esto no minimiza ni intenta ignorar la derrota en la provincia [de Buenos Aires] por una mínima diferencia. Pero me pareció oportuno compartir esto», dijo.

Fernández atribuyó la derrota de Kirchner a «la voluntad popular y seguramente a errores que serán analizados», sumado al desgaste de seis años de gestión entre la presidencia de su esposo (2003-2007) y la suya comenzada en diciembre del 2007.

Admitió que la nueva conformación del Congreso «exige más acuerdo para lograr más gobernabilidad», aunque aclaró que «el acuerdo no significa renunciar a lo que se piensa».

Consultada sobre la posibilidad de que se produzcan modificaciones en el seno del gobierno, Fernández enfatizó: «no veo por qué haya que hacer un cambio de gabinete».

La renuncia del ex mandatario se produjo apenas unas horas después de confirmarse que cayó en el bastión peronista de la provincia de Buenos Aires — el mayor distrito con casi 40 por ciento del padrón– a manos del magnate liberal nacido en Colombia Francisco de Narváez.

De Narváez, quien se perfila como el Berlusconi argentino (en referencia al primer ministro italiano) y dueño de medios de comunicación y una fortuna personal calculada por la prensa en $500 millones, había señalado poco antes que «el Gabinete requiere cambios, hombres y mujeres que crean en el diálogo».

«Nadie puede ostentar las mayorías. La salud de la democracia pide equilibrios, tenemos que buscar consensos», dijo De Narváez, aliado del alcalde derechista de la capital argentina, Mauricio Macri.

La politóloga Doris Capurro, directora de la consultora Ibarómetro, dijo que «la lectura es que no ganó de Narváez, sino el voto contra Néstor Kirchner, contra la crispación política en el conflicto con el campo, contra su estilo y no contra sus ideas».

La popularidad de los Kirchner se había derrumbado desde que se enfrentaron a las patronales agrícolas en el 2008, en huelga contra el alza de impuestos a las exportaciones con respaldo de centenares de pueblos y ciudades de las ricas provincias de la Pampa Húmeda.

Otra renuncia en el Gabinete del lunes fue la presentada por la ministra de Salud, Graciela Ocaña, quien está al frente del operativo para combatir la pandemia de gripe porcina, que ya ha dejado un saldo de 26 muertos y 1,587 contagiados.

El ex jefe de Gabinete, Alberto Fernández, uno de los tantos desplazados abruptamente en el 2008 del gobierno, le recomendó a la pareja «escuchar lo que acaban de decir las urnas, porque se ha expresado la gente. Y hay que seguir gobernando, esta fue [sólo] una elección parlamentaria».

La renuncia de Ocaña era reclamada desde hace meses por el poderoso líder de la central obrera CGT, Hugo Moyano, necesitado de poner un hombre de su confianza en el manejo de la millonaria caja de las organizaciones sindicales de salud, que dependen del Ministerio.

Los Kirchner sufrieron el domingo una debacle en las legislativas ante una avalancha de votos opositores en los cinco mayores distritos, que les arrebató la mayoría en Diputados y el Senado.

Pero la mandataria precisó el lunes que el oficialismo y aliados fue el frente más votado, con 31 por ciento de votos, seguido por el de radicales socialdemócratas, liberales y socialistas –fortalecidos como segunda fuerza legislativa–, con 29 por ciento y los neoliberales de De Narváez con 18 por ciento.

Según datos oficiales, escrutados el 99 por ciento de las mesas electorales, el peronismo gobernante y sus aliados perdieron la mayoría en las dos Cámaras, pero la mandataria dijo que con los aliados posibles puede recuperarla.

Argentina, productor de alimentos, sufrió en los últimos meses el duro impacto recesivo de la crisis internacional, aunque los analistas consideran que la crisis es eminentemente política.

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