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Dictadura de Daniel Ortega arremete contra la Iglesia católica en Nicaragua

A principios de este mes, el gobierno de Daniel Ortega ordenó el cierre de siete estaciones radiodifusoras de la Iglesia católica y abrió una investigación contra el obispo de la ciudad de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez por una presunta organización de grupos violentos en lo que se habría incitado a ejecutar actos de odio contra la población.

La dictadura de Ortega puso una cruz pesada sobre la espalda de la Iglesia Católica; arrestos, suspensiones de celebraciones, redadas  y acusaciones en contra de los miembros de la comunidad religiosa se han convertido en el pan del día a día en el país.

El pasado 14 de agosto, se informó sobre la detención del párroco de la parroquia Espíritu Santo, mientras que a otros dos sacerdotes se les prohibió asistir a la Catedral de Matagalpa.

«El martirio sigue siendo una realidad también en nuestros días. En nuestra región, el caso más horrendo es el de la persecución que sufre la Iglesia de Nicaragua«, dijo Rosa Chávez en un mensaje a los feligreses en el marco de las fiestas patronales de la capital salvadoreña.

Esta no es la primera vez que el gobierno nicaragüense silencia a los medios de comunicación y otras voces que lo cuestionan, tan solo en el 2021 se arrestaron a siete candidatos para las elecciones de noviembre de ese año, y en el año 2018 se confiscó un edificio al periodista Carlos Fernanda Chamorro, considerado una de las voces más críticas de Ortega.

La relación de Ortega con la Iglesia ha sido tensa por años. Cuando estallaron las protestas en 2018, el mismo Ortega había pedido ayuda a la iglesia como mediadora en los diálogos con la oposición, mismos que terminarán fracasando y situación que llevaría a figuras de la iglesia a rechazar la violencia y colocarse en contra de cualquier política que perjudica a las mayorías.

El apoyo de la iglesia a los manifestantes ha sido visible en varias ocasiones, como cuando en abril del 2018 la catedral de Managua sirvió de refugio y ayudó a recaudar dinero y víveres para los manifestantes.

Hasta ahora la Santa Sede se ha mantenido en silencio y debido a la falta de declaraciones se ha despertado la crítica de algunos activistas de los derechos humanos e intelectuales. El único representante que se ha pronunciado ha sido monseñor Juan Antonio Cruz, quien expresó su preocupación y pidió a las partes buscar caminos de entendimiento.

La persecución y el odio del régimen contra la Iglesia católica no tiene justificación. Sus obispos son acusados de ser cómplices de un intento de golpe de Estado, cuando en realidad lo que han hecho es buscar una salida pacífica y democrática a la profunda crisis que consume al país”, se lee a través de un mensaje difundido a través de los medios de comunicación.

Redacción: Andrea López

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