Actualidad Internacional

Multitudinario repudio al secuestro y a las FARC

Marejadas humanas vestidas de blanco cubrieron al medio día de ayer las principales avenidas y plazas de las ciudades y pueblos colombianos y las campanas de las iglesias del país tocaron a rebato para rechazar el secuestro de más de 3,000 personas y expresar el mayor de los repudios masivos de la historia a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC.

Cálculos preliminares indicaban en la tarde de ayer que alrededor de dos millones de personas vestidas de blanco en todo el país, a las doce en punto del día, comenzaron a lanzar globos blancos, a tocar bocinas y pitos y a gritar consignas para reclamar la pronta e incondicional liberación de los secuestrados, la mayor parte de los cuales se cree están en poder de las FARC, organización terrorista contra la que los manifestantes no economizaron palabras ni gestos para mostrarle su aborrecimiento.

»Seamos todos una sola voz en el rechazo del secuestro, dejar de ser coros desafinados y unirnos todos a rechazar este acto tan terrible», declaró ayer en Medellín el cantante Juanes antes de iniciar un concierto callejero de solidaridad que congregó multitudes.

Los manifestantes formaron cadenas humanas, golpearon trastos de cocina que sacaron a la calle y asistieron a misas oficiadas en casi todas las iglesias.

El presidente Alvaro Uribe participó en una cadena humana en Bogotá y luego asistió a una misa en la Catedral Primada de la capital. Lució una camiseta con la leyenda «Libertad sin condiciones ya».

Los oficios religiosos principales se concentraron en la catedral de Colombia, donde los obispos de la Conferencia Episcopal concelebraron una misa a la que asistieron el presidente Uribe, su gabinete de gobierno y el cuerpo diplomático.

También hubo manifestaciones públicas organizadas por las embajadas y los consulados colombianos en Miami, Nueva York, París, Madrid y Roma.

Después de las manifestaciones de dolor por los 11 diputados que las FARC recientemente asesinaron en cautiverio cuando dijeron haber sentido la presencia de un grupo armado no identificado, Colombia ayer esperó en vano algún gesto de buena voluntad de los secuestradores en respuesta a las marchas, pero al cierre de esta edición no había ocurrido ninguno.

En la región central del llamado Eje Cafetero, corrió la voz de que las FARC iban a liberar a Sigifredo López, el único sobreviviente de los 12 diputados que cinco años atrás fueron secuestrados en Cali. Pero la noche llegó sin novedad.

Ante la posibilidad de que las presiones por la libertad de los secuestrados y la entrega de los cadáveres de quienes han muerto en cautiverio puedan enfriarse, comenzó a cobrar fuerza la campaña del periódico alternativo Un Pasquín, del caricaturista Vladdo, que propone: «Adopte un secuestrado».

»Muy distinta sería la suerte de los secuestrados si los países amigos de Colombia adoptaran a cada rehén que tienen las FARC en su poder», dice Vladdo.

Pese a que oficialmente hay contabilizados 3,143 secuestrados en Colombia y que se estima que otros 2,000, cuyas identidades se desconocen, están en las mismas condiciones, las únicas campañas y presiones fuertes que se mantienen para reclamar sus liberaciones provienen fundamentalmente de Francia y Estados Unidos, debido a que la ex candidata presidencial secuestrada Ingrid Betancourt es francesa y tres de los militares que tienen las FARC son estadounidenses.

Los manifestantes que marcharon ayer en general mostraban su respaldo al gobierno de Alvaro Uribe por la mano firme que promete mantener contra las FARC, pero muchos también clamaban por un »acuerdo humanitario», como se denomina la posibilidad de cambiar secuestrados por guerrilleros presos.

Ese canje las FARC exige que se haga mediante un despeje militar por 45 días, sobre 800 kilómetros cuadrados en dos municipios del suroccidente de Colombia y aunque el presidente Uribe declaró que lo haría, últimamente ha rechazado esa propuesta.

Carolina Charry, hija de uno de los diputados asesinados, ante una multitud en Cali dijo que habían »pedido el acuerdo humanitario sólo por necesidad de ver a nuestras familias vivas» y culpó por igual a las FARC y al gobierno por la muerte de su padre y de los otros 10 secuestrados asesinados con él.

El ministro del Interior, Carlos Holguín, rechazó la acusación, aunque dijo entender el dolor que embargaba a Charry.

»Rechazo enfáticamente la acusación de que el Gobierno haya sido cómplice de la muerte de los diputados. No al acuerdo humanitario», dijo Holguín.

Fabiola Perdomo, viuda de uno de los diputados asesinados, por su parte, consideró que el despeje y el intercambio son «la única salida para la tragedia que viven los colombianos».

La misma posición sostienen la Iglesia Católica, los ex presidentes Ernesto Samper y Alfonso López, así como las familias de los secuestrados y algunos gobiernos extranjeros a los que Uribe ha solicitado cooperación.

»Sí al acuerdo humanitario, no al rescate a sangre y fuego», gritaban muchos manifestantes en las principales ciudades del país, pero también muchos expresaron respaldo a Uribe con voces como: »No al despeje militar. Libertad sin condiciones ya», una señal de que a pesar del repudio masivo contra el secuestro, no hay unanimidad sobre cómo lograr la libertad de los secuestrados.

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