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Argentina cierra un año marcado por la crisis y el acuerdo con el FMI

La abrupta devaluación del peso y el agravamiento de la inflación desencadenaron en 2018 una crisis en Argentina que llevó al Gobierno a pedir un millonario préstamo al FMI que generó un fuerte rechazo político y social, en un año en el que el país tuvo gran exposición internacional por presidir el G20.

Si bien los números parecían estar a favor de Mauricio Macri desde que asumió la Presidencia en 2015 -tras 12 años de Gobiernos kirchneristas a los que acusa de dejar una pésima herencia económica y de corrupción-, a finales de abril todo se puso patas arriba.

De crecer el 3,6 % interanual en el primer trimestre -tras cinco consecutivos de alzas- la economía se derrumbó el 4,2 % en el segundo, consecuencia de la inestabilidad cambiaria y los efectos de la sequía que afectó al sector agropecuario, motor fundamental del país.

El peso argentino sufrió una fuerte devaluación.

«Las condiciones mundiales están cada día más complejas: están subiendo las tasas de interés, el petróleo, devaluado monedas de países emergentes, entre otras variables que nosotros no manejamos», dijo Macri el 8 de mayo, al anunciar el inicio de conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Tras una intensa negociación, en junio el organismo dirigido por Christine Lagarde acordó otorgar a Argentina un préstamo de 50.000 millones de dólares, que en septiembre y por el agravamiento de la devaluación -en 2018 el peso ha caído más del 50 % ante el dólar- se amplió hasta los 57.100.

Con este crédito, el Gobierno se propuso acelerar las reformas estructurales para alcanzar el equilibrio fiscal y rebajar su dependencia de la financiación exterior.

El aumento de los tipos de interés en Estados Unidos y la consecuente fuga de capitales a ese país es considerada la principal razón por la que se derrumbó el siempre frágil peso argentino.

Pero otro factor fue crucial en la pérdida de confianza inversora: en agosto, la Justicia puso en jaque a algunos de los más importantes empresarios nacionales -entre ellos el padre, el hermano y el primo de Macri– y a funcionarios de los Gobiernos del fallecido Néstor Kirchner (2003-2007) y su viuda, Cristina Fernández (2007-2015).

El gobierno acusa de la crisis a los gobiernos de los Kirchner. 

Se trata de la «causa de los cuadernos», conocida así por las libretas en las que un chófer del Ministerio de Obras Públicas anotó durante una década cómo transportaba a altos cargos de entonces bolsas con millones de dólares procedentes de empresarios que buscaban asegurarse contratos con el Estado.

Según el juez, Fernández y su fallecido esposo fueron los principales beneficiarios de los sobornos, algo que la actual senadora -que está procesada en seis causas y no puede ser detenida por estar aforada- siempre ha negado y atribuye a una persecución destinada a proscribirla políticamente.

Y es que en octubre de 2019 habrá comicios presidenciales y hace meses que el clima electoral tiñe el ambiente.

Mientras Macri ya ha adelantado que competirá por la reelección, tras meses de desgaste en las encuestas, el peronismo -principal movimiento opositor- sigue dividido en múltiples sectores -entre ellos el de Fernández, quien aún no ha aclarado si se presentará- y busca una estrategia para volver al poder.

En medio de este panorama, los sindicatos impulsaron este año dos de las cuatro huelgas generales que hasta ahora ha sufrido el Ejecutivo macrista, en contra de su política económica y del acuerdo con el FMI, por los ajustes presupuestarios que siempre han conllevado los pactos entre el país y el organismo.

Las centrales obreras gritan contra la inflación -influida por la devaluación- que se ubicó hasta noviembre en el 43,9 %, la mayor desde 1991; la pobreza -que afectaba al 27,3 % de la población durante el primer semestre- y el desempleo, que fue subiendo hasta alcanzar al 9,6 % entre abril y junio.

Por primera vez Argentina acogió la Cumbre del G-20 que fue repudiada por la población. EFE

Un complicado panorama que contrasta con la popularidad que el Gobierno presume tiene en el exterior, por haber presidido en 2018 el G20, que integra las 20 mayores economías desarrolladas y en desarrollo.

«Nunca antes hubo un nivel de atención a Argentina como lo tiene ahora», reconoció el mandatario al hacer balance de la cumbre que reunió en Buenos Aires a principios de este mes a los más destacados presidentes del mundo.

Eso sí, en medio de la euforia por el éxito que le atribuyó a la reunión, Macri reconoció que los problemas de Argentina continúan y es necesario seguir trabajando por bajar la inflación y para que la economía «vuelva a arrancar».

El hallazgo del submarino de ARA San Juan de la Armada, tras un año perdido en el Atlántico con 44 tripulantes a bordo, y la violencia de los ultras por la final de la Copa Libertadores entre Boca Juniors y River Plate, que provocó trasladar el partido a Madrid, han marcado el fin de año de un país que no agota su capacidad de sorprender a propios y extraños.

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