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Descontrol de la malaria en Venezuela, un retroceso de 75 años en salud pública

Un repunte epidemiológico, silencioso y peligroso, avanza en Venezuela. La malaria, una enfermedad que se creía erradicada en el país, resurgió de forma alarmante en los últimos tres años, según las pocas cifras oficiales disponibles. Las instancias gubernamentales encargadas de suministrar información, como el Ministerio para la Salud, no actualizan los datos desde finales de 2014, por lo que médicos, investigadores y especialistas coinciden en una sentencia lapidaria: en salud, la información es igual a vida; la desinformación, por el contrario, es igual a enfermedad y muerte.

El impacto de la malaria por la escasez de medicamentos—potenciada por una crisis económica— y la ineficacia del Estado en los últimos años para llevar a cabo la continuidad de planes de control, prevención y asistencia en zonas focales de esta enfermedad como el estado Bolívar, ubican a Venezuela en la región por detrás de Haití, con un incremento en la variación porcentual en el número de casos de Malaria de 205%, del 2000 al 2014, según información de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Hasta la semana epidemiológica 34 de este año, el acumulado de casos autóctonos es de 148.670, un incremento de 72% respecto al mismo período en 2015, según información divulgada en días recientes por un conglomerado de instituciones nacionales, como la Sociedad de Parasitología Venezolana, el Instituto de Medicina Tropical, la Academia Nacional de Medicina, la Red de Sociedades Científicas, el Observatorio Venezolano de la Salud y el Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes), entre otros.

Malaria 2016
Fuente: Boletines Epidemiológicos Semanales MPPS, 2000-2014

El país está en el puesto 21, el último en la región, en la lista de naciones que han logrado cumplir con las metas de milenio y han controlado el brote de esta mortal enfermedad.

“Es una calamidad pública y es una situación de emergencia. En un momento en donde hay una crispación política y es tan difícil ponerse de acuerdo, donde todas las cosa están polarizadas, un grupo de académicos y científicos están procurando un punto de encuentro sobre temas de importancia para toda la comunidad, y en este caso lo que más nos agobia es el problema de la malaria”, explica el ex ministro para la salud, José Félix Oletta, quien presidió la presentación del reporte en días pasados.

Un foco de alto riesgo en la cuenca amazónica

La denominada Cuenca del Amazonas cubre una superficie de 6.122.722 Km² y abarca territorios de varios países de América del Sur, como Perú, Colombia, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Guyana, Surinam y Brasil. Es el mayor foco de malaria del continente, según especialistas. En el caso de Venezuela, la incidencia en el incremento de casos de malaria, del 2000 al 2015, fue la mayor en la región, según datos de la OMS.

“Cuando hubo la gran cruzada de Gabaldón contra la malaria, en la década de los 40, 50 y 60 solo se controló el paludismo en las zonas urbanas, en el centro del país, como Carabobo, el litoral varguense, en los estados centrales y en los llanos, pero siempre quedó un foco en el sur del Orinoco, en el estado Apure y en el sur del lago de Maracaibo. No hubo una erradicación, sino un control de la malaria”, explica Pedro Navarro, jefe de cátedra de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela.

El estado Bolívar, específicamente el municipio Sifontes, una zona con una incesante actividad minera, es el llamado foco caliente de malaria; la mayor área de transmisión en expansión en el país, con 18.805 casos exportados al resto del territorio nacional, según el reporte presentado por Oletta.

“El problema no es solo del número de casos sino de la extensión de la situaron de focos activo hacia el resto del país. Hace siete años teníamos nueve entidades federales con presencia de casos activos de malaria; hoy tenemos 16 de las 24 entidades federales en epidemia o alarma; 78 municipios, lo que representa un aumento de 73% desde 2009”, detalla Oletta.

Malaria en la región

Cifras en rojo

Según la OMS, el número de casos estimados de malaria en el mundo, hasta 2015, es de 214 millones. La instancia internacional precisa que del 2000 al 2015, la incidencia global de malaria decreció 37%; el estimado en el decrecimiento en las tasas de mortalidad por malaria, del 2000 al 2015, es de 60%. Venezuela, por el contrario, va a contra corriente de esas estimaciones y resalta en la región por el color rojo que la distingue en el mapa regional de la organización, un indicio de alarma y emergencia.

“Los expertos miden con un indicador que es el Índice Parasitario Anual (IPA) la magnitud del problema. Cuando tenemos una situación de emergencia superamos el valor de diez, lo que representa diez casos por cada mil en un territorio afectado, pues bien el promedio nacional está en 23, superamos mucho mas allá de lo que se considera el límite”, explica Oletta y añade que el aumento de casos anuales de malaria, del 200 al 2016, es 11 veces mayor a los reportados hasta 2015, por lo que las estimaciones apuntan a que Venezuela puede llegar a 348.285 casos de malaria este año.

En el continente, según datos contrastados del Programa Continental de Control de Malaria de la OPS y la OMS, hubo una reducción de 67%, al pasar de 1 millón 200 mil casos notificados en el 2000 a 400 mil en 2016; sin embrago, en Venezuela, la malaria aumentó 357%, de acuerdo con las proyecciones.

José Félix Oletta/Foto: Analítica

Oletta indica que Venezuela se acerca a 50% de los casos del continente por lo que representa un incremento 28 veces mayor si se comparan las cifras de casos de 2016 con el 2000, cuando los casos nacionales representaban 2,53% de los casos continentales.

“Teneos que hacer forzosamente un reflexión de lo que sucede, no es un fenómeno de un solo año, sino de tendencia y crecimiento sostenidos”, dice Oletta.

Riesgo regional

La situación de la malaria en Venezuela no solo enciende las alarmas locales. Los estados fronterizos reportan una dinámica de alta peligrosidad para las políticas públicas sanitarias en países como Colombia, Guyana y Brasil.

Según la dirección General de Salud Ambiental, el país importa 432 casos de malaria al año desde Colombia y exporta 318 casos de malaria en el mismo lapso de tiempo, lo que representa 81,7% de los casos de la nación neogranadina. La organización precisa que en el caso de Guyana, Venezuela importa 663 casos de malaria, frente a 197 que exporta hacia ese territorio, lo que representa 81,7% de los casos en esa nación. De Brasil, Venezuela importa 46 casos de malaria y exporta 2.100 casos; 78% de lo que se registra en ese país por malaria.

Minería ilegal Edo. Bolívar

“El control de la malaria se perdió, evidenciado en el resurgimiento de la enfermedad con nuevos bríos. Algo que se consideraba controlado y que incluso los mismos estudiantes y la enseñanza de la medicina en general, consideraban y creían una enfermedad del pasado, pues resulta que no es así, porque ahora estamos en medio de una tragedia nacional. Tener 140 mil casos a esta altura es una gran tragedia, si a eso le sumamos la escasez de medicamentos es una situación critica”, señala Navarro.

Oletta precisa que la situación, evaluada en una escala regional y fronteriza es compleja, lo que implica un trabajo colaborativo y la coordinación de políticas entre las naciones involucradas.

“No solo el problema es un peligro para Venezuela, sino para sus vecinos. Existe una precipitación continental por este problema. Naturalmente estos problemas de fronteras con grandes extensiones son muy difíciles de controlar, por eso requieren un esfuerzo mancomunado de todos los países involucrados. Este es el foco más importante de malaria del continente, la cuenca amazónica. La situación explosiva de malaria hace que todos o programas de malaria de Brasil, Guyana y Colombia también estén expuestos al fracaso”.

La enfermedad sin medicinas

El cuadro sintomático de una persona que padece malaria es complejo y las probabilidades de supervivencia de quienes están infectados están asociadas a la efectividad y al funcionamiento del Programa Nacional d Control de Malaria actual, que debería garantizar el acceso, la disponibilidad y la distribución de medicinas esenciales para el tratamiento de la enfermedad.

Sin embargo, la realidad, según explica Oletta basado en el seguimiento que han hecho diversas instituciones en el país, indica que se ha exacerbado la desviación masiva e irregular de medicamentos a líneas de distribución ilegales, que propician la corrupción y disminuyen la eficacia del Programa Nacional de Control de malaria.

“La malaria es una enfermedad aguda, febril, producida por el parasito malárico plasmodiun, que es transmitido por la picadura de un zancudo del genero anopheles. Los síntomas básicos son, fundamentalmente, fiebre muy intensa, precedida de escalofríos, produce anemia, es decir, disminución de las plaquetas; en el tiempo puede producir aumento del hígado y del bazo. En los casos más severos puede producir compromisos pulmonares y cerebrales, lo que lleva indefectiblemente a la muerte”, explica Carmen Fernández, medico especialista en malaria.

Los medicamentos antipalúdicos son adquiridos por el gobierno nacional, por lo tanto no se consiguen de manera sencilla en cualquier farmacia, pues no están a la venta. Uno de los mecanismos que ha utilizado el Estado para la adquisición de medicamentos es el Fondo Estratégico de la OPS, una dinámica que ha implicado retrasos graves en la adquisición de medicinas antimaláricas en los últimos dos años.

“Un elemento determinante que nos hizo prender las alarmas de lo que sucede, fue que un alto funcionario del gobierno nacional se comunicó con nosotros para manifestarnos su preocupación ante lo que estaba sucediendo en el caso de la malaria. En 2015 el gobierno nacional, que estaba obligado a hacer la solitud de estos medicamentos mediante el Fondo Estratégico de la OPS, no lo hizo oportunamente, y cuando lo hizo no incluyó los medicamentos necesarios”, añade el director del Cendes y ex ministro de Sanidad, Carlos Walter.

Son 14 las medicinas que presentan un déficit en la disponibilidad, según la estimación de medicamentos antimaláricos necesarios para atender la demanda de los próximos 12 meses. Se trata de medicinas catalogadas por la OMS como esenciales, que se deben combinar, para el tratamiento de la malaria y su contención para disminuir las probabilidades de fallecimiento.

Medicinas Malaria

“No hay una sola droga que cumpla con todos los objetivos de tratamiento. En primer lugar, hay cinco especies plasmodium, es decir, cinco parásitos que producen la malaria y que causan infección en el hombre; de esas cinco, nosotros tenemos tres en el país: plamodium vivax, plasmodiun falciparun y plamodiun malarie. Para cada uno de ellos, pero fundamentalmente para plamodium vivax y para plamodiun falciparun, los tratamientos son diferentes y por distintas razones, y siempre el mínimo son dos drogas o tres en el caso de infección por plasmodium falciparun. A esto hay que añadir los problemas que se generan por la resistencia de la infección a los medicamentos”, explica Fernández.

El reporte presentado por Oletta precisa que el caso de la malaria en Venezuela debe ser catalogado como una emergencia grave de salud pública, pues se los especialistas prevén un importante aumento en las tasas de morbilidad y la mortalidad por el contexto epidemiológico.

“Puede hacer retroceder los logros nacionales de seis décadas y los logros regionales de la última década. Es una emergencia grave nacional e internacional que implicará un retroceso para el país de 75 años en salud pública”, sentencia Oletta.

Malaria Medicamentos

Prevención y políticas necesarias

La comunidad científica y académica nacionales concluyen, en el reporte divulgado en días recientes, que es indispensable coordinar y unificar esfuerzos entre las diversas instancias nacionales e internacionales, especialmente entre la OMS, la OPS y el Ministerio para la Salud, mediante el Fondo Mundial de Lucha Contra la Malaria.

“No está claro cuál será el mecanismo cooperación, especialmente si el gobierno nacional no acepta ayuda ni auxilio internacional para satisfacer los derechos fundamentales de la población a la salud, al acceso de medicamentos esenciales y a la vida”, señala Oletta.

Sin embargo, y mientras el Estado evalúa la situación actual con los diversos sectores involucrados—como se espera que lo haga— los especialistas precisan que es necesario asumir responsabilidades individuales y no solo colectivas, sobre todo para la prevención de la enfermedad.

“El control lo hacen quienes ejecutan las medidas sanitarias y la población, pero la prevención también es individual. Es necesario reeducar a la población para la prevención; que tú pongas una tela metálica y mosquiteros impregnados en insecticida, y que no expongas a los niños al medioambiente en horas clave para los vectores, son medidas de prevención individual, es lo que denominamos medidas de barrera, y eso debe hacerlo cada una de las persona”, explica Navarro.

Ante la incertidumbre respecto a lo que estaría dispuesto a llevar a cabo el Ejecutivo, los especialistas exhortan al Estado para considere la participación de ONG nacionales e internacionales experimentadas, y de esa manera contribuyan al desarrollo de una propuesta exitosa, oportuna y efectiva, con compromiso político sostenido en el tiempo, ante una grave amenaza de salud pública como la Malaria, que ya es una realidad.

El dato

En el reporte de la OMS referido a la resistencia de los vectores de Malaria a insecticidas, hasta 2014, Venezuela, con una tasa de incidencia de casos notable y en alza, no reportó información o data alguna.

“Venezuela es uno de los pocos países en el mundo que no tiene su información epidemiológica al día, y no hay justificación para eso. Desde julio de 2015 no hay información oficial”, precisa Oletta.

La OMS establece cuatro clases de resistencia a insecticidas de los vectores portadores de malaria. Colombia, hasta 2014, reportó dos tipos de resistencia.

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