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Luis Salas: La piedra en el zapato del gabinete económico, por Blanca Vera Azaf

No es muy difícil imaginarse lo que puede pasar en las primeras reuniones del nuevo gabinete económico nombrado por el presidente Nicolás Maduro, y liderado por el sociólogo y ahora vicepresidente del área económica: Luis Salas. Si bien al principio prevalecerá el entendimiento como un acto mínimo de cortesía, las figuras que tienen en sus manos la responsabilidad de lidiar con la crisis económica más profunda de la historia con seguridad perderán la paciencia rápidamente ante la inexperiencia clara y evidente del profesor de la Universidad Bolivariana.

Del Pino, el de Stanford

Imagínese usted lo que va a pasar cuando en pleno gabinete el ministro de Petróleo y Minería y presidente de Pdvsa, Eulogio Del Pino, tenga que escuchar de boca de Luis Salas que “los desequilibrios de la economía son de orden fenomenológico”; tal y como lo dijo a menos de 24 horas de haber sido nombrado en el cargo a través de las pantallas de Venezolana de Televisión. Del Pino, un ingeniero de la Universidad Central de Venezuela con Postgrado en la Universidad de Stanford en Estados Unidos, tiene que enfrentarse día a día con los problemas que le crea el hecho de que el Ejecutivo no ha querido devaluar la moneda. Es esta la razón por la que cada dólar que recibe la petrolera estatal por la venta del petróleo –cuyo precio va en caída- debe venderlo al Banco Central de Venezuela a una tasa controlada y esto apenas le da para cumplir con los compromisos de pago de los proveedores nacionales gracias –precisamente- a la inflación.

Del Pino, ratificado en su cargo, sabe que este año será uno de los más difíciles de su carrera; ya que en octubre debe cumplir con un compromiso de pago de deuda externa a los tenedores de papeles de 3.05 millardos de dólares por el vencimiento del bono 2016; esto sin tomar en cuenta también que tiene que  desembolsar una cifra parecida a lo largo del año por vencimiento de intereses.

Su ratificación, sin embargo, da cuenta de que Maduro sabe que los chinos, rusos e indios han estado invirtiendo en la Faja Petrolífera del Orinoco sin muchos resultados positivos y que han manifestado que no quieren cambios en la cartera de petróleo para que se agilicen los cambios post-Rafael Ramírez, que Del Pino viene impulsando para levantar la producción.

Pérez Abad, el empresario

Si nos vamos estrictamente a las declaraciones de Salas, podemos imaginar que al empresario y ex presidente de Fedindustria y ahora ministro de Industria y Comercio, Miguel Pérez Abad, no le debió agradar mucho que éste dijera que “no viene del mundo empresarial” y que en consecuencia “no tiene compromiso con nadie”. Al “académico” poco acostumbrado a trabajar dentro de la burocracia estatal se le fue el yoyo con tal afirmación.

Pérez Abad, un líder empresarial acostumbrado a la negociación, discusión y a imponer sus criterios ideológicos dentro de un ambiente que le ha sido adverso desde sus inicios, sabe que está allí para solucionar el problema de la productividad tan atacada por los controles, legislaciones y fiscalizaciones que han estado cercando al sector productivo.

El ministro está consciente de la situación de emergencia que le toca enfrentar y que en momentos en donde las importaciones privadas caen cada vez más por la falta de divisas, es necesario tomar acciones rápidas. Poca paciencia tendrá entonces para escuchar a un Salas que está acostumbrado a expresar sus pensamientos y a realizar disertaciones sobre las teorías que explican la inflación.

Pérez Abad además sabe que está reemplazando a José David Cabello, una pieza del ahora diputado Diosdado Cabello, quien ha caído en desgracia y ha sido confinado a una silla dentro de la Asamblea Nacional, luego de la negativa de Maduro de nombrarlo Ministro de la Defensa o Vicepresidente de la República. Dentro del despacho de Industria y Comercio serán muchas las sorpresas que le salten en la cara a este empresario del estado Anzoátegui.

Marco Torres, el castigado

¿Ha pensado usted cómo se siente el ex ministro de Economía, Banca y Finanzas y ahora ministro de Alimentación, Rodolfo Marco Torres? Acostumbrado a conversar por teléfono con inversionistas y a reunirse con banqueros, su misión a partir de ahora es ensuciarse los zapatos en los depósitos de Mercal y Pdval para constatar que no hay alimentos para despachar. Asimismo, tiene que entenderse con el técnico Rodolfo Medina, antes su subalterno y ahora su igual, quien lo suple en el cargo y del que depende para que le apruebe las divisas. No faltará en sus recorridos proveedores nacionales que le recuerden que no pueden despachar la poca producción interna a precios de pérdida

Con esa paciencia erosionada tendrá que sentarse en el gabinete y escuchar  cuando Salas diga: “La economía creó un metabolismo social y económico y el problema de los precios es especulativo”.

Medina, el técnico

Con un presupuesto para el 2016 que es deficitario y que incluso tiene partidas que sólo alcanzan hasta marzo de este año, el ministro de Economía, Banca y Finanzas, Rodolfo Medina, deberá “cuadrar las cuentas” bajo la tensión de que el ingreso sigue cayendo y que sólo la República debe enfrentar un compromiso de pago de deuda de 1,8 millardos de dólares en febrero, sin tomar en cuenta el pago de los cupones de los papeles.

Él que viene de la Oficina Nacional de Presupuesto, sabe mejor que nadie que los huecos fiscales no se pueden cubrir. Esta consciente además de que si bien el Seniat reportó que superó su meta de recaudación, esto fue gracias a que el Ejecutivo se financió a través de la inflación que pagaron los ciudadanos. A partir de ahora la espiral de aumento de precios hará caer el consumo y por lo tanto los ingresos tributarios. Él mejor que nadie también sabe que debe tratar de convencer a Salas sobre la urgencia de aplicar una devaluación del bolívar. Medina –que sí es economista y con buena fama de ser un excelente profesor de econometría- será visto por Salas con el complejo típico de quienes llegan a altos cargos por razones distintas a su probado desempeño profesional, y no tardará en atacarlo y tacharlo de neoliberal.

Farías, el relegado

El ex diputado por el PSUV, Jesús Farías, asume el Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera como premio de consolación. Su sueño por llegar a la cartera de Economía y Finanzas o dentro de la vicepresidencia económica se diluyó días antes. Una vez finalizado el Congreso Económico del PSUV el propio Maduro lo dejó esperando en la antesala de Miraflores en compañía de Alí Rodríguez Araque y Carlos Mendoza Potellá.

Los asesores presidenciales, entre los que destaca el economista Tony Boza y el propio Luis Salas le habrían dicho al Presidente que las medidas que Farías y sus compañeros le mostrarían pecaban de neoliberales e iban en contra de las premisas del Socialismo del Siglo XXI.

Farías, quien ha dicho públicamente que es necesaria la unificación cambiara y el aumento del precio de la gasolina, deberá hacer acto de obediencia cuando Salas realice afirmaciones dentro del gabinete como esta: “No se puede confundir consumismo con democratización del consumo”.

La bomba de tiempo

Lo anterior, es sólo un ejercicio imaginario de lo que podría pasar en un gabinete heterodoxo diseñado por Nicolás Maduro, en vísperas de pedirle a la AN un decreto de emergencia económica para repartir las culpas de la crisis actual.

El nombramiento de Salas es un intento del primer mandatario por darle piso ideológico al Socialismo del Siglo XXI cuando hoy más que nunca las críticas al modelo se hacen presentes y aumentan su volumen desde los propios adeptos al gobierno.

En la práctica Salas, sin experiencia gubernamental, parece ser la voz de alguien más. No en vano el ideólogo económico del partido Podemos de España, Alfredo Serrano Mancilla, ha sido su colega en el Centro Latinoamericano de Geopolítica. Sin embargo, desde el propio Podemos se cuidan de no ser identificados ahora con el gobierno de Maduro.

Este nuevo gabinete tendrá como piedra en el zapato a su propio vicepresidente del área económica. Luis Salas llega a validar teorías en un momento en el que se requieren ajustes profundos y dolorosos. Sin alimentos, ni medicinas, con  una caída de los precios del petróleo, un Estado corrompido, un aparato productivo desmantelado, y una población cansada, ya no hay cheque en blanco.

El intento de Maduro por no ser tildado de neoliberal será su propia ruina y los integrante de su nuevo gabinete se hundirán en la frustración de un Presidente encerrado en sí mismo y en su radicalización.

Finalmente, sólo un último esfuerzo imaginativo: Piense usted como Del Pino, Farias, Pérez Abad, Medina y Marco Torres mirarán a Salas cando éste -en su labor coordinadora y con ese ego inflado y disfrazado de autoridad moral- les explique que la inflación en Venezuela es producto de la tasa de ganancia de las empresas, y que –además- luego de esto a través de Maduro les impida tomar medidas de ajuste. No tenga usted duda de que las cartas están echadas.

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