Economía

A un año: las dos tragedias de Vargas

Hace un año, el país se sacudía por un desastre natural que paralizó la economía y la vida normal de Vargas, un extenso complejo comercial, industrial, habitacional y turístico. La gerencia pública enfrentaba la recuperación económica de esas zonas devastadas, poco preparada y plena de prejuicios ideológicos, los que, como se sabe, poco ayudan a crear soluciones económicas racionales, – en lo financiero y fiscal- para la reactivación de la economía siniestrada.

Contrario a lo convencional en estos casos, el gobierno escogió el costoso camino – escaso beneficio económico- de migrar forzadamente a decenas de miles de habitantes de el litoral, bajo la promesa de una vivienda, sin tomar en cuenta la gente habita un lugar -inclusive en condiciones poco idóneas- por necesidades de trabajo, ejercicio de alguna actividad remunerada, y que ello ocurre en zonas de actividad económica como puertos, áreas turísticas, industriales, comerciales, además de razones familiares y sociales.

Se rezagó así la reconstrucción de la base económica siniestrada, lo que con el tiempo ha incrementando los costos de la restauración. A juzgar por los resultados de la gestión pública, no se realizó un análisis de costo-beneficio que permitiera una estrategia económica y financiera de recuperación, el impacto recesivo del siniestro se ha profundizado.

Se desechó un hecho básico que explica que un siniestro como el ocurrido, pese al impacto fiscal, crea una oportunidad para un programa de recuperación económica, cuyo fuera financiera este más en el capital privado, independiente de los recursos fiscales públicos que el gobierno debió invertir para contrarrestar los efectos sociales y económicos iniciales. Proponíamos en esa fecha, lo obvio en estos casos desde el punto de vista financiero y económico.

En primer lugar, el gobierno debió enfrentar la rehabilitación de la infraestructura vial y servicios en las áreas siniestrada – sin distingos sociales- por ser un área de importante actividad económica, transporte, comercio, industria y turismo, base de la economía del litoral. El gobierno financiaría la restauración de vías de comunicación, aguas, electricidad, y rehabilitación de barrios con bonos públicos de largo plazo, garantizando que el servicio de esa deuda tuviese bajo impacto fiscal en el corto plazo.

En segundo lugar, el gobierno debió incorporar la inversión privada debido a los daños económicos sobre activos inmobiliarios habitacionales, turísticos, comercial e industrial. La reactivación de la economía de la región se podría conseguir efectivamente por vía de la concesión y privatización de la autopista Caracas- La Guaira con extensión al litoral turístico, del puerto y aeropuerto y sus áreas rentables. Es evidente que ello hubiese sido un multiplicador de la inversión dado el impulso económico que produciría en las áreas siniestradas por la expansión del empleo, en una zona de una intensa actividad económica detenida temporalmente por la catástrofe, además que hubiera ayudado las relaciones públicas del gobierno.

La inyección de recursos por las concesiones y privatizaciones hubiese incorporado mayor inversión privada dada la multimillonaria inversión inmobiliaria del litoral y que tendría que revalorizarse rápidamente, expandiendo la economía, creando empleo y reorganizando la industria turística. Sentido común y buena gerencia hubiese convertido la tragedia en economía. Se perdió el horizonte y una buena oportunidad para la reactivación de la economía. Es el peso de la ideología.

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