Economía

Alemania y la Nueva Economía

Washington (AIPE)- La semana pasada, por invitación del Consejo Americano-Alemán, tuve la oportunidad de visitar a Berlín. Se trataba de mi primer viaje desde la caída del Muro en 1989 y la transformación de la ciudad es extraordinaria. Claro, el mayor progreso se nota en el viejo Berlín oriental. En pocos años desapareció el desaliento y la monotonía comunista, habiendo sido reemplazado por gran vitalidad y creatividad.

Pero debajo de esa atractiva superficie hay preocupantes señales de debilidad en Alemania hoy. La más importante es el considerable retraso de Alemania en dar el salto hacia la Nueva Economía de alta tecnología y, especialmente, de la Internet. Fui a Alemania pensando que la encontraría con uno o dos años de atraso respecto a Estados Unidos en cuanto a la utilización de la Internet, pero la realidad es más cercana a cinco años.

La más relevante evidencia me la dio el jefe de la IBM en Europa, Erwin Staudt, quien es un entusiasta propulsor de la Nueva Economía. Me contó que dedica gran parte de su tiempo a viajar y a dar conferencias a grupos cívicos y empresariales acerca del futuro de la Internet y sus ventajas. Me sorprendió oírlo porque ningún empresario estadounidense pensaría que eso es necesario hacerlo. Para la gran mayoría de los norteamericanos, la Internet es un hecho y forma parte de nuestra vida cotidiana. Nadie nos tiene que recomendar las comunicaciones virtuales. Pero, aparentemente, muchos alemanes todavía no lo ven así.

Yo no creo que se trate de alguna fobia alemana contra la nueva tecnología. Por el contrario, los alemanes han sido líderes en tecnología por muchos años. Creo que más bien se trata de una arraigada desconfianza al cambio y a la incertidumbre del papel de Alemania en un mundo crecientemente integrado.

Alemania fue el primer estado benefactor, instaurado por el canciller conservador Otto von Bismark para suprimir las protestas populares en el siglo XIX. Hoy, el peso del estado benefactor alemán es aplastante. Los alemanes tienen los impuestos más altos de cualquier nación industrializada y mientras los impuestos en otros países tienden a bajar, en Alemania tienden a subir. Como consecuencia de ello, Alemania sufre de un desempleo de dos dígitos, mientras que sus mejores y más brillantes cerebros se marchan a otros países donde pueden quedarse con la mayor parte del fruto de sus esfuerzos personales.

Alemania sigue teniendo muchas ventajas. Pero si continúa resistiéndose al cambio, se irá rezagando.

Parte del costo total de mano de obra que significan los impuestos:
País 1994 1999
Alemania 48,3% 51,9%
Francia 51,6% 47,9%
Italia 49,9% 47.3%
Canadá 31,4% 31,8%
Estados Unidos 31,2% 31,1%
Reino Unido 33,3% 31,0%
Japón 21,6% 19,3%

Fuente: Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).

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