Economía

Aprendizaje eléctrico

Una de las cosas más importantesde las crisis es la comprensión que progresivamente se va alcanzando sobre los elementos de las mismas y todo el escenario que ellas implican. El conocimiento del tema, la jerga propia del área, los encadenamientos con otras áreas próximas al tema en crisis van popularizándose.

Frases, palabras que hasta hace muy poco tiempo eran del exclusivo uso de los conocedores del tema, son hoy de uso diario entre la población. Los medios de comunicación social, tanto los convencionales de radio prensa y televisión como los alternativos vía internet, reflejan el uso cada vez más frecuente y popular de los mismos. La gente habla con naturalidad de las cotas del embalse, entiende en términos muy razonables las implicaciones de la interconexión eléctrica nacional, reconoce la diferencia entre agua turbinada y agua aliviada.

Los kilovatios horas consumidos en un comercio o vivienda ya no son términos esotéricos, de ciencia ficción, son de uso cotidiano. Es interesantísimo cómo los numerosos comentaristas de radio, y televisión van adquiriendo propiedad en el uso correcto de términos y conceptos que hasta hace pocas semanas raras veces usaban y en los que frecuentemente incurrían en errores. Es raro oír un programa en radio y televisión o leer en la prensa confusiones entre demanda eléctrica y consumo eléctrico.

Los medios han llevado a cabo, quizás sin proponérselo, una formidable labor educativa para la población; las campañas educativas sobre el consumo eléctrico, desarrolladas por el gobierno nacional, igualmente han contribuido a elevar el conocimiento y sensibilidad de la población en general sobre el sector eléctrico nacional. Tenemos una población más educada sobre el tema eléctrico, pero como todos los procesos de aprendizaje, en la medida que se vencen las barreras iniciales, los requerimientos por mayor información se acentúan. La crisis en el sector eléctrico es percibida cada vez más por la población como un problema personal, como una enfermedad. El ciudadano común, desconocedor de un tema que nunca ha sido parte de su problemática diaria, percibe la situación en forma muy similar a las epidemias de gripe porcina, de dengue, polio. Se da cuenta de que necesita conocer el tema con más profundidad, la vida le va en ello.

 

El conocimiento promedio, sobre el sector eléctrico, de la población usuaria no va más allá de la simple acción de prender o apagar un bombillo, un artefacto eléctrico en general. El servicio eléctrico es una cosa dada, es natural, es obvio que debe estar allí, siempre lo ha estado.

Esa población cada vez más educada sobre el tema, en sus inicios aceptaba cualquier explicación de por qué lo que siempre he tenido ahora escasea. Durante su vida, al menos hasta ahora, las cosas que hacía que implicasen consumir electricidad no tenían mayor implicación salvo pagar un poquito más alta la factura de luz, ahora resulta que debe sentirse culpable por consumir energía. Debe recibir los señalamientos gubernamentales de derrochador, de falto de sensibilidad, para sólo mencionar algunos de los calificativos que desde los más altos niveles del gobierno se endilgan a los usuarios del servicio eléctrico.

Pero esa población es hoy capaz de identificar con mayor propiedad quién está engañando, eludiendo responsabilidad.

Conoce en mayor detalle el problema, empieza a identificar los verdaderos responsables de este desastre.

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