Balance de gestión

Como es usual en esta época del año, el balance anual de la gestión gubernamental se hará presente en los distintos medios de comunicación social, tanto en los nacionales como en los internacionales. La evaluación al cierre del presente 2010 pudiera parecer injusta dado los desastres a nivel nacional ocasionados por las inclementes lluvias que han azotado el país en los últimos 20 días.
Al igual que en el tema eléctrico, el Gobierno descarga su responsabilidad ante el colapso de viviendas y en general de obras de infraestructura en el capitalismo salvaje responsable del calentamiento global y, en consecuencia, de la alteración del clima a nivel mundial.
Los fracasos de la gestión del Gobierno en los planes de viviendas, en el mantenimiento de la infraestructura vial del país, se exacerban ante lo abrumador de las lluvias y estas, en alguna manera, distorsionan la responsabilidad del Ejecutivo. La crisis ha puesto de manifiesto la pobre coordinación entre los distintos organismos de la Administración Pública, responsables bien de la prevención de desastres naturales, bien de la corrección inevitable cuando estos se presentan.
La falta de solidaridad expresada inicialmente por voceros calificados de la administración central con la población afectada en las entidades gobernadas por las corrientes opositoras fueron inauditas. Afortunadamente, el buen sentido se impuso y los auxilios empezaron a fluir en medio de la mayor descoordinación posible como una expresión más de la polarización política que impera en Venezuela.
A lo largo de estos 12 años del gobierno bolivariano, y ante el ingreso fiscal más grande que ha tenido la nación, es difícil justificar lo extenso de los daños a la gente, a sus viviendas, a la infraestructura vial del país. Pero quizás lo más patético lo constituya la improvisación en los manejo de estos eventos, del desmantelamiento de los organismos de protección civil, de la falta de voluntad de trabajar conjuntamente por el bienestar del pueblo.
Los ingresos, producto de la exportación petrolera, son por mucho los más altos históricamente hablando. En particular en los últimos seis años, los precios promedio anuales de la cesta de crudos de la Opep se han ubicado en torno a 69 dólares por barril, lo cual es casi seis veces mayor que el promedio de precios obtenido por el gobierno anterior.
Es inimaginable que ante tan colosal ingreso de dinero el Ejecutivo nacional haya sido incapaz de mitigar de manera significativa la falta de vivienda de una buena parte de la población. Es igualmente increíble que no haya sido posible reforzar y aumentar la infraestructura vial, así como tampoco disponer de una red de refugios e instalaciones para poder manejar los desastres naturales que se puedan producir en el país.
Todos hemos visto y sufrido las deficiencia de caja que actualmente sufre la Administración Pública, y ahora ante la demanda sobre los recursos públicos se añade los exigidos para la reconstrucción de la infraestructura vial, de una buena parte de los diques y presas existentes en el país.
El Gobierno no podrá salir incólume de este siniestro. Si bien no todo es atribuible a la gestión de gobierno, su responsabilidad es ineludible por la magnitud de los mismos. La destrucción de los organismos y empresas del sector privado dificulta más el proceso de recuperación del país. La falta de ahorros después de haber dispuesto de recursos como ningún otro gobierno, desde la independencia de España, cobrará sin lugar a dudas la gestión de la Administración Pública centralizada. No basta anunciar más y más planes de vivienda, de infraestructura vial, de construcción de presas y acueductos; la credibilidad del Gobierno está en sus más bajos niveles.