Economía

Calidad (“garantía”) del servicio eléctrico venezolano

La calidad (continuidad) del servicio eléctrico, y en los servicios públicos en general (aguas blancas y negras, basura, gas, transporte, teléfonos, etc), ha sido materia relativamente desdeñada por la opinión pública venezolana, que ahora cobra notoriedad por lo frecuentes apagones eléctricos en las principales ciudades (1).

En el medio rural eran más frecuentes, lo que incluso dio ocasión para una canción popular que se refería a la empresa estatal Cadafe.

El servicio tradicionalmente más indispensable ha sido el agua, por razones sanitarias, pero ahora la electricidad está volviéndose otro factor clave para la el funcionamiento de instituciones de emergencia y la operación de los negocios. Incluso ha permitido en muchas personan trabajen en sus casas.

Nos da pié para este comentario una reciente nota de Enrique R. González Porras (%=Link(«http://http://analitica.com/va/economia/opinion/7968418.asp analitica.com «,»Garantía del servicio eléctrico venezolano: un bien social«)%), donde recuenta alguna teoría económica involucrada con la tarificación de los servicios públicos, y su “garantía”, que nos parece merecer algunos precisiones.

Calidad eléctrica como “bien social

Como Ingeniero de Tarifas, siempre hemos tratado la calidad como parte integrante de la “disposición a pagar”” – incluso propusimos hace tiempo desdobrarla entre una disposición a pagar un precio primario abstracto, y otra “disposición a esperar” o de pagar la falla, por efectos de las interrupciones del servicio. Pero siempre los efectos reunidos en un precio final, y –normalmente– cuando la tarifa era mas cara (mayores inversiones) menor el costo de la falla correspondiente (2), hasta un cierto límite.

Se simplificaba denominando al primer termino tarifa y al segundo calidad, siendo el conjunto la “satisfacción” del consumidor. Un término integral, único, no bien entendido, porque siempre se habla de tarifas caras o baratas, sin implicar los apagones asociados a cada nivel.

Por eso nos parece poco coherente introducir el término de “bien social” (garantía) separado de la tarifa, del llamado óptimo económico integral, que reúne los dos conceptos del costo total del servicio. Lo mismo que en otros servicios públicos (en transporte tiempo de espera, congestión).

Contabilidad y obligaciones de costos

Dice ERGP:

“(La aseveración anterior)… debe ser contextualizada en una era posterior a la liberalización de los servicios públicos que se inició en los años 80 cuando las administraciones públicas carecían de instituciones de accountability, resultando ineficientes en sus “funciones” de empresarios prestadores de servicios públicos”.

Ignoramos a qué países se refiere este comentario, porque que nosotros sepamos todas las empresas, hasta las venezolanas, han tenido toda la vida sus contabilidades mas o menos buenas, aunque no tanto una buena regulación. A menos que se refiera a la contabilidad de costos como requerida por los ingenieros de tarifas, con activos por niveles de tensión y otras menudencias para asociarlas a las características de las cargas por clases de servicio.

Tampoco van a ser ineficientes por solo su contabilidad. De otra parte, los decretos, reglamentos de servicio y leyes propuestos otrora tendía a instaurar el reclamo social por las responsabilidades empresariales.

Sinceración de estructuras de costos

Luego opina:

“Así las cosas, basados en los preceptos enarbolados por la escuela de Chicago, los procesos de privatización y liberalización, buscaban sincerar las estructuras de costos y tarifas, reducir las cargas públicas sobre los contribuyentes y alcanzar la eficiencia económica”

A juicio nuestro la tradición tarifaria eléctrica va mucho más lejos que la Escuela de Chicago y el liberalismo de los 80. Habría que remontarse a los primeros trabajos de Ingeniería Económica desde comienzos del siglo XX, y recuerdo varios libros clásicos americanossobre tarifas, para no mencionar la escuela francesa formada en EDF después de la 2ª. Guerra mundial (con Massé, Boiteux y otros). No se debería ahora desconocer la historia de la tarificación eléctrica.

Después se refiere al marginalismo:

“Más recientemente, se ha profundizado en la investigación académica sobre como las matrices tecnológicas en mercados tipo pool, donde la tecnología marginal fija el precio, permite ejercer cierto poder de mercado –en términos de mark-up- por parte de las tecnologías de reducidos costos marginales (los generados atómicos especialmente)”.

En primer lugar, el costo marginal de corto plazo (CMCP, llamado por los ingenieros costo incremental o variable) nunca se trata, usualmente, de manera individual, sino asociado al CMLP (de largo plazo), que incluye las inversiones de la expansión de capacidda.

La teoría del costo marginal eléctrico es de antigua data (3), no debería atemorizar ni impresionar a nadie, como a veces se pretende. Fue revivida hacia 1940, no solo por los franceses, sino por el provocativo trabajo de Hotelling, que luego resumió Nelson en su notable librito “Marginal cost pricing in practice”.

Estos trabajos mencionan el ingeniero francés Jules Dupuit (c. 1848) como el pionero la teoría (4) lo que hemos cuestionado en nuestra investigación, en su oportunidad Sin embargo deben atribuirse a Dupuit los primeros planteamientos en la teoría de la utilidad y la disposición a pagar, como reconoce en su tiempo Jevons en carta a Walras (5).

La teoría fue vigorizada a raíz del alza petrolera de 1973 y el interés de la banca internacional de Washington aparentemente para respaldar sus créditos hidroeléctricos por alzas tarifarias “justificadas teóricamente”, lo que dio lugar a una importante e interesante polémica, particularmente en EE.UU., por las diferencias de opiniones entre muchos empresarios y los economistas teóricos.

Se menciona la reserva de generación,

“Luego, una de las preocupaciones públicas más relevantes lo constituyó y lo sigue constituyendo, como incentivar a los operadores privados para que mantengan capacidades instaladas o expandan su capacidad generadora, si la nueva demanda podría ser no muy cuantiosa. Lo anterior, levantó la preocupación sobre la garantía del suministro como un bien social que debería ser resguardado”. El destacado es nuestro

No se entiende bien esta aseveración. En nuestro país, tradicionalmente se obligaba a las empresas eléctricas a mantener reservas de generación suficientes para garantizar el abastecimiento del pico de demanda en el área la concesión servida, como parte del costo del servicio. Con las interconexiones evidentemente estos niveles se han reducido.

Lo del bien social ya lo comentamos arriba.

Viene otra parte sobre reservas de generación:

“Fue así como varias alternativas fueron desarrolladas, desde clientes desconectables que sacrificarían su suministro constante por tarifas preferenciales, hasta la remuneración de capacidad ociosa a aquellos operadores-generadores que inviertan para garantizar el suministro, especialmente en las expansiones del pico de demanda”.

Las cargas interrumpibles, por sus características de funcionamiento, son ocasionales, poco frecuentes, pero es un servicio que se ofrece rutinariamente desde hace años, en especial a clientes con autogeneración.

De nuevo el marginalismo

Expresa González Porras::

“Asimismo, se diseñaron esquemas de remuneración de los costos marginales de largo plazo, de manera tal de poder hacer viable la incorporación de nueva generación y suministro y proteger lo que se entiende es un bien social que en ocasiones podría no estar alineado con intereses privados de rentabilidad”

Francamente no entendemos nada de este mensaje, no coincide con la práctica entre los expertos. Primero, los CMLP se tratan cuando son iguales al CMCP, en los sistemas eléctricos llamados “adaptados” – donde los costos incrementales, por exceso de carga, se han hecho tan grandes que se equiparan con los costos de ampliación de la capacidad de la central o línea.

Pero el uso del costo marginal no es solamente para la planificación, sino para vender a precios “que induzcan al consumo hacia un óptimo” de bienestar global (para productores y consumidores) tal como se estipula en el Optimo de Pareto y la Economía del Bienestar (6).

Además, siempre la calidad o garantía estaba incluida en la rentabilidad, de acuerdo con los decretos y leyes que se observaban en Venezuela en los viejos tiempos. Nosotros preferimos dejar la calidad o garantía incorporadas el la tarifa, que independizarla como un “bien social”.

Por eso no se entiende el sentido del párrafo siguiente, no tiene cabida:

“Destaca el hecho de que han aparecido mecanismos de remuneración a los privados para que mantengan y garanticen el suministro realizando inversiones de expansión en sus capacidades generadoras”.

En lo que si estamos de acuerdo, en todo caso con la recomendación final:

“Asimismo, debe plantearse la necesidad de crear mecanismos de incentivo o la garantía de actividades que certifiquen la continuidad en el suministro de la energía eléctrica”

Tal como el contenido en el Manual de Calidad de Servicio Eléctrico, redactado hace unos años, que comenzó a ponerse en práctica, al menos en SENECA (Edo. Nueva Esparta).

Y en el apoyo a la Red de Consumidores ANAUCO para presionar sobre la compensación de los daños causados por apagones, como se planteó anteriormente en este país..

Finalmente llamamos la atención sobre el uso innecesario de palabras en inglés, probablemente para impresionar a lo burgueses, lo que lo hace merecedor de apelativo de pitiyanqui, pero al estilo antiguo. Nos parece este especialista poco familiarizado con la operación y planificación de los sistemas eléctricos.

NOTAS

Véase un articulo anterior nuestro ((%=Link(«http://analitica.com/va/economia/opinion/5277572.asp «,»Quien paga por los daños de los apagones«)%) y El Independent.org, sept 2008)

(2) Véase por ejemplo nuestra participación en el Estudio “Plan tarifario para Venezuela” por FUNDELEC (Caracas, 2004)

(3) El tema lo tratamos en nuestro libro “Economía Energética: Electricidad”. Publicado por CADAFE (Caracas, 1982).

(4) Economia energética, ibidem, pp. 207ss. Los trabajos de Dupuit fueron reunidos en la Collezione di scritti inediti o rari di economista, diretta da Luigi Einaudi (tomo II) bajo el título De l´utilité et de sa mesure. Ecrits choisis et republiés par Mario de Bernardi. Torino, La Reforma Sociale, 1933. También ha sido cuidadosamnte estudiado hace un tiempo por R.B. Ekelund Jr. & R.F. Hébert, “Secret origins of modern microeconomics – Dupuit and the engineers”. The University of Chicago Press, 1999.

(5) Economía Energética, p. 206

(6) Id., Economía Energética, pp. 200 y sgtes.

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