Comer proteínas en Venezuela: Una opción inalcanzable para muchos
¿Cuánto cuesta comer proteína en la Venezuela actual? “Un ojo de la cara”, es la expresión que suele usar el venezolano para señalar cuando algo es extremadamente caro. En efecto, la crisis alimentaria en Venezuela se ha agravado por la hambruna como consecuencia de las medidas económicas instrumentadas por el Gobierno de Maduro.
Y aunque ayer martes el Gobierno anunció la activación de un “plan especial de carne” que supuestamente arrancó este fin de semana, la proteína se encuentra en algunos comercios a precios de “joyería”.
Si se llega a conseguir, los comerciantes la venden en promedio a 280 bolívares soberanos, o el equivalente a la bicoca de 28 millones de bolívares fuertes.
No basta la “fe” de Maduro, quien por cierto se dio un banquete de carne en un famoso restaurant de Estambul en Turquía, mientras que en Venezuela la carne está desaparecida.
El mandatario apuntó que junto con los gobernadores instrumentará un plan con la Gran Misión Abastecimiento Soberano, para que se tenga la seguridad de ir “regularizando” el abastecimiento de proteínas y el respeto a los precios”.
#EnVivo 📹 | “Nuestra respuesta a la guerra económica es la activación de un Programa de Recuperación Económica, como un plan estructural integral”, enfatizó @NicolasMaduro pic.twitter.com/VwabePU0DJ
— Prensa Presidencial (@PresidencialVen) September 18, 2018
Pero en el presente es un contrasentido adquirir y consumir carne en el país, pues desde hace un mes, justo después de entrar en vigor el Programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica, se ha convertido en una genuina hazaña para los venezolanos.
La carne de res está desaparecida de las vidrieras, al igual que la del pollo, aunque aparezca de manera esporádica, por lo que toca comprar, si alcanza, carne de cerdo o de conejo, patas de pollo o visceras.
La hambruna
La Federación Nacional de Ganaderos de Venezuela (Fedenaga) advirtió este martes que la expropiación de 71 fincas productoras de carne y leche solo profundizará la crisis alimentaria y conducirá a una “hambruna cruel y voraz” sobre el país.
Armando Chacín, titular de este organismo rechazó que los precios fijados por el Gobierno no superen el dólar por kilo como en otros países de la región, situación que aseveró afecta la estructura de costos de los productores y los conlleva a la ruina. “Eso lo que hace es desmotivar al productor agropecuario. Hay una política de desmontaje de la producción en Venezuela”, reveló.
Armando Chacín, presidente de Fedenaga, aseguró que el sector no fue consultado por el Gobierno nacional para fijar el precio de la carne, que se publicó en la Gaceta Oficial en 90 bolívares soberanos el kilo.
.
Fuente: https://t.co/y6PugJmzXK#noticias #economia #fedenaga pic.twitter.com/OZMWgd6LRp— FEDENAGA (@Fedenaga) August 29, 2018
A su juicio, más importante que los precios es mantener los rubros en el mercado y aplicar políticas eficientes para recuperar la capacidad de compra.
Maduro, en relación a las declaraciones de Chacín, quien pidió que se estableciera en 1 dólar el precio del kilo de carne, dijo que tales afirmaciones son irresponsables. “Es un delincuente, quiere cobrar en dólares la carne del ganado venezolano, que come pasto venezolano y es criado en Venezuela”.
De manera oficial
La Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde) publicó a principios de este mes el decreto presidencial N° 2.186 de la Gaceta Oficial Extraordinaria N° 6.397, en los que establecen los nuevos precios acordados de los cortes de carne.
En el documento explican que los precios máximos de venta al público oscilarán entre 80 y 90 bolívares soberanos.
El kilo de costilla y de lagarto costará 80 bolívares soberanos. El kilo de solomo abierto, pecho, pescuezo, paleta, lagarto la reina, recortes y falda tendrán un valor de 85 bolívares soberanos, mientras que el kilo de pulpa negra y ganzo costarán 90 Bs. S.
Acorde a las últimas cifras de la encuesta sobre Condiciones de Vida (Encovi), más de la mitad de los venezolanos, por encima del 61 %, pasó a vivir en la pobreza extrema en 2017 y perdió más de 10 kilos de peso.
