Economía

Con las esperanzas puestas en el 2009

Venezuela continúa rompiendo marcas a nivel continental y mundial nada envidiables. A las cifras rojas de la inseguridad personal y de los bienes, con la inflación más alta en la Región, y resultados económico/financieros que convierten a Venezuela en el país menos atractivo para la inversión, el gobierno ha sumado un estado de efervescencia político-electoral que no respeta el derecho que todo ser humano tiene para compartir en familia y en paz en estas fechas tan precisas. No hay tregua posible para aplacar la pugnacidad que genera la febril pretensión de la enmienda constitucional para la reelección presidencial.

Vivimos en el único país del planeta donde el Jefe de Estado no demuestra ni un signo de desprendimiento para ocuparse de los grandes problemas del país que golpean a los venezolanos. Enceguecido por sus ansias desmedidas de poder, sometidos a su disposición los poderes del Estado, trata a cualquier precio de imponer su proyecto totalitario por encima de la razón y de la Constitución. Transformó Diciembre –un mes reservado a la paz y la unión familiar- en un carnaval electoral, elevando el nivel de confrontación, amenazando, profundizando odios, rencores y retaliaciones, respirando por la herida los resultados adversos del 23 de noviembre pasado, obligando a sus adeptos y a los funcionarios públicos a estampar firmas para su reelección indefinida, atropello que casualmente ha sido impuesto en tres oportunidades en Venezuela por dictadores que afianzaron así su permanencia en el poder.

Ni en las zonas de conflictos armados se ha observado tanta saña, tanto desprecio por el país y las tradiciones ciudadanas. Pero la Navidad 2008 vivida bajo presión y el estigma de la manipulación que enardece al más sereno puede por el contrario renovar las fuerzas y las reservas morales que los venezolanos tenemos para entender que la capacidad de soportar agravios se ha agotado, y es urgente emprender un nuevo rumbo.

El nuevo rumbo no puede ser otro que el de levantarnos por sobre las adversidades y volcar las esperanzas en el nuevo amanecer que nos presenta 2009. Aunque los pronósticos son de carácter reservado para el año que se inicia, por la reducción de los precios petroleros, la economía nacional improductiva, y la crisis mundial que debilita los mercados y el empleo, la tarea de todos los que queremos rescatar a país del desastre es dar lo mejor de sí en cada frente de acción. El sector privado con una cuota fundamental en esta etapa de recomposición tiene el compromiso de dar vigor a sus empresas debilitadas por los controles opresivos y a la manía importadora, que en el 2008 alcanzó a los cincuenta y ocho mil millones dólares (58.000.000.000). El 40% de la planta industrial ha cerrado sus puertas en los últimos 10 años, llevándose por delante a una cantidad de empresas comerciales y de servicios.

El país ha venido perdiendo sistemáticamente su infraestructura. El aparato productivo ha descendido como también la capacidad instalada para construir viviendas, por ejemplo, que ha decrecido en un 50% en relación a 1995. Junto con el declive de las posibilidades para generar riquezas, que pueden seguir cayendo con las intimidaciones a la propiedad privada, las expropiaciones, y los ensayos socialistas, se ha deteriorado también el poder adquisitivo de los venezolanos y esta realidad interesa poco o nada al régimen. Sólo por concepto de renta petrolera han ingresado al fisco en estos 10 años más de ochocientos mil millones de dólares (800.000.000.000), que bien pudieron ser utilizados en proyectos reproductivos, pero que fueron dilapidados y orientados a sostener el “proceso”.

A la hora de las reflexiones, al momento de cifrar los nuevos proyectos para el 2009, es importante no perder de vista el presente, y el futuro que podemos edificar, sobre todo nuestra esencia de pueblo libre y luchador que se niega a ser arrastrado al abismo, capaz de emprender unido las batallas por difíciles que éstas se presenten. No tenemos derecho a perder las esperanzas en el 2009 ni en los años que vendrán a devolver los sueños interrumpidos.

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