Economía

Crisis de un modelo de desarrollo y sus ilusiones de poder

El colapso del Viaducto nro. 1 de la principal autopista de Venezuela ha sido un suceso altamente conmovedor para el país. La puesta fuera de acción del puente clave de la autopista que comunica a Caracas y todo el país con su principal conexión aeroportuaria ha sido como el abrupto cercenamiento de una vena yugular nacional.

La autopista, que franqueando la Cordillera de la Costa comunicaba a Caracas con el contiguo litoral caribeño del estado Vargas, ha quedado automáticamente inhabilitada como consecuencia del colapso del puente.

Ámbitos claves se han visto dramáticamente afectados con el suceso: los suministros externos del país (unas 26 millones de personas) el cual, a pesar de toda su “riqueza petrolera”, sigue siendo un prolífico importador de todo, incluso hasta de los alimentos que consume (el reputado economista y director del Banco Central Domingo Maza Zavala ha estimado incluso una posible caída de un 1% en el PIB como consecuencia de la crisis del puente !); el flujo de viajeros del o hacia el extranjero; un intenso tráfico interurbano entre la población de Caracas y la vecina población costera (entre ambas, mas de seis millones de personas), viéndose particularmente afectada la población de Vargas por su alta dependencia económica de la capital y en especial en cuanto al flujo turístico.

Pero, mas allá de la repercusiones inmediatas y directamente palpables, el colapso del Viaducto y consiguiente inhabilitación de la autopista, también conocida como (La Caracas/La Guaira), entrañan el colapso de un modelo tecnológico, un modelo de desarrollo y una forma de hacer política. Cuando la vía fue construida en 1953, bajo la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, fue alabada como “maravilla ingenieril a la altura del Canal de Panamá”.

Y al Viaducto en particular se le vitoreó como “el puente más largo de América Latina” así como “el más largo del mundo en concreto pretensado”. A sus dos grandes túneles, se les elogió como “vencedores de la Cordillera de la Costa”. Triunfalistamente se señaló que el anterior tiempo de horas a través de la “fenecida” carretera vieja había sido acortado a apenas unos 30 minutos a través de la nueva vía.

Dentro de tanta celebración, se pasaron por alto unos cuantos “detalles”. La obra había sido construida sobre fallas geológicas, en particular en la zona del Viaducto; que a la postre se manifestarían en forma decisiva en la debacle del puente-proceso que comenzaría en forma significativa a partir de 1987 y que se precipitaría en las recientes semanas. No se previó todo el meteórico aumento posterior del tráfico automotor, tanto de transporte personal como de carga pesada, tráfico catapultado por el modelo de profuso transporte individual vs modos más colectivos, en base a gasolina barata que se adueñó de la nación en medio de la bonanza del creciente país petrolero.

Meteórico aumento automotor que, con el paso del tiempo, tornaría a los inicialmente «libertarios» puentes y túneles de la obra en “intimidadoras” calzadas o trampas de contaminación, así como a la vía toda en temible “guillotina” de frecuentes accidentes de tránsito. No se previó la importancia de la disponibilidad de adecuadas vías alternas en caso de una cesación mayor de la autopista, como la hoy ocurrida (aunque parece que el General Pérez Jiménez tuvo en mente algunos proyectos en ese sentido que jamás se materializaron).

Tampoco se anticipó el gran crecimiento poblacional desordenado aledaño a la autopista, propulsado por los incesantes inmigrantes del interior del país deseosos de posicionarse cerca de la “proveedora gran capital” de un dominante modelo centralista; poblamiento que a la postre socavaría los cimientos o funcionalidad de la autopista, como en particular ocurrió con el Viaducto por el drenaje de aguas y anárquico movimiento humano de tierra en la ladera en la cual el puente se apoyaba (esto último agravado con las copiosas lluvias de diciembre pasado).

Tampoco, los efectos sobre la compleja obra de una falta de “cultura de mantenimiento”; particularmente propia de un país “nuevo rico petrolero” como Venezuela, pero también del tipo de civilización reinante a nivel mundial que privilegia continuamente el crecimiento y lo nuevo sobre la calidad y el mantenimiento de lo viejo; falta de mantenimiento que incidiría no sólo sobre el deterioro no sólo del Viaducto sino sobre otros aspectos críticos de la Obra como sus túneles y drenajes para proteger el subsuelo de la carretera, con riesgosas consecuencias a la vista de todos los usuarios.

Y por ultimo, seguramente tampoco se pensó suficientemente, en aquel entonces, que ninguna obra humana es eterna, y que tanto el Viaducto como la autopista tenían inexorablemente una vida útil limitada para cuyo término había que preparse. En el caso del Viaducto parece ser que la estimación de los técnicos constructores, vaya a Ud saber con qué recursos predictivos ante tantos factores soslayados, era de 46 años.

Vale decir, contando a partir de 1953, hasta 1999; coincidiendo con el comienzo del actual gobierno. De todo el anterior proceso acumulativo de casi 50 años y su mal manejo en las pasadas administraciones, esta claro que sería injusto culpar exclusivamente al actual gobierno del colapso.

Pero también sería inadmisible que éste pretendiera desconocer su crucial responsabilidad en el actual desenlace. La mayor parte de la “alarmas rojas finales” para actuar se le encendieron a la administración actual. Durante su ya largo período de 7 años (y seis distintos ocupantes del Ministerio de Infraestructura).

Además, después de todo lo que ha salido para afuera, no era muy complicada la solución “ejecutiva” para “curarse en salud”: A falta de que el gobierno pudiera ocuparse directamente, asignar apenas unos 80 millones de dólares, el costo estimado de un nuevo viaducto, a alguna competente empresa privada (algo mas del doble de la donación que se le hizo a Evo Morales a su reciente paso por Caracas), menos de un 0.5% de la compra de equipos militares contratada con España el año pasado, y en todo caso una suma ínfima para el mar de petrodólares en que ha estado nadando el país en los últimos años, a fin de que ésta se ocupara en forma diligente de la construcción de un nuevo viaducto.

A pesar de todas las vicisitudes que ha vivido el país durante los últimos años, la nación tenía derecho a esperar una oportuna acción gubernamental sobre un asunto tan vital, sobre todo en los últimos tres años de mayor estabilidad y descomunales ingresos petroleros. Han sido insensatas las evasivas para admitir responsabilidad.

Una autocrítica humilde y un ponerse a corregir a fondo el asunto han sido soslayados en favor de una serie de excusas dilatantes, insólitas o inadmisibles. Ello no ha hecho sino aumentar, innecesariamente el costo político para el gobierno.

El ya sobre-abusado recurso de volver apelar a la culpa de los anteriores “40 años de la Cuarta República” (o aún al mismo Pérez Jiménez), poco valen, sobre todo en un caso como éste. Puede un piloto de un avión a punto de caerse no hacer nada por echarle la culpa al piloto que manejó el avión ayer ?. Además, una vez más, el país tenía derecho a esperar más de un gobierno que se llama revolucionario y que ofreció hacer las cosas en forma distinta.

Desde el Alto Gobierno también se ha ripostado que “la oposición lo que que ha querido es hacer fiesta con el fracaso del Viaducto”, otra desafortunada e inoportuna “salida por la tangente”, el persistente indiscriminado uso del término “oposición” por el actual gobierno, a fin de calificar cualquier protesta o malestar público, empieza a sonar maniqueísta cuando se ignora que una gran parte de los desafectos no esta ni con el gobierno ni con la oposición tradicional pues deploran el sectarismo e incompetencia de ambos para estar a la altura de los grandes retos del país.

Aun más, muchos de los que critican deficiencias o incoherencias del actual gobierno son ya de las propias devotas filas chavistas. El mencionado abuso de dicho término también empieza a sonar insensato y con costo político, porque comienza a revelar una peligrosa enajenación gubernamental en relación a la fluida realidad política del país. ¿Se va a repetir en este año electoral presidencial la misma lectura errónea que hubo en las pasadas elecciones parlamentarias en relación a la gran abstención de una población que, a lo largo de distintos estratos sociales, se esta cansando ya de demasiadas cosas?

En cuanto a lo de “querer hacer fiesta”, ello suena realmente temerario. Aunque no negamos que pueda haber algún sector interesado en “hacer leña de árbol caído” o en aprovecharse en forma irresponsable de tan seria crisis, ninguna persona que viva entre Caracas y el litoral, ni aun el anti-chavista mas virulento o que se crea mas inexpugnable, puede realmente sentirse alegre o tranquilo, sobre tan tamaña debacle afectando a tanto prójimo (es difícil encontrar algún caraqueño que no tenga un amigo o conocido en el estado Vargas) y afectando a todo el medio ambiente circundante.

Algunos ya están llamando a la debacle del Viaducto una especie de “Vargas II”, en reminiscencia de la conmoción de aquel calamitoso deslave que devastó y aisló al estado Vargas y “salpicó” a Caracas en 1999. Casualmente en el mismo año en que según los técnicos comenzaría el problema de la Viaducto en grande, por el vencimiento de su vida útil.

Y el mismo año en que un enérgico Comandante Chávez, empeñado en el triunfo del referéndum por la Asamblea Constituyente que coincidiera con tal calamidad, así como en que sus votantes no se inhibieran de ante la ola de lluvias acompañantes de la mencionada catástrofe, profiriera emulando a Bolívar la siguiente arenga: “Si la Naturaleza se opone lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”. Arenga originalmente pronunciada por Simón Bolívar en 1812 ante el infausto terremoto de ese año; la cual, si bien entendible en ese momento ante el fragor de la batalla del entonces por la independencia, no puede considerarse en retrospectiva como la frase más lúcida ni feliz de Bolívar. Particularmente para estos tiempos en que el respeto a los límites de la Naturaleza y la conciencia ecológica son una cuestión imperativa para la supervivencia del mundo.

Bolívar por lo demás, a pesar de tan desafiante exclamación, terminó de todas maneras perdiendo la Primera República, como tampoco la frase puede considerarse como la mas lúcida o feliz del Presidente Chávez, 194 años después, al enterarse luego el país horrorizado de la magnitud de la tragedia de Vargas, por cierto, en buena parte producto del temerario desatendimiento por sus residentes de los limites de la Naturaleza en cuanto al patrón de asentamiento en el estado litoralense (incluyendo la insensata construcción en o cerca de cauces naturales de agua e inestables faldas de montaña).

Magnitud que hizo que, aunque Chávez si ganase el referéndum, dicha noticia terminara completamente opacada ante la gran noticia de la tragedia de Vargas. Curiosamente, el anuncio oficial ahora del colapso del Viaducto coincidió con otra ocasión que se preveía celebracionista para el gobierno: La inauguración de la nueva “totalmente chavista” Asamblea Nacional, lograda con menos del 20% del electorado en la pasada abstencionista elección parlamentaria.

En tal acto el reelecto Presidente del Parlamento, Nicolás Maduro, al aludir al tema del Viaducto se centró en destacar el “cambio climático mundial producto de la irresponsabilidad imperialista” como uno de los causales del problema; en eco de otro argumento repetitivo que parece haberse adoptado desde el gobierno para atacar a Bush en los últimos tiempos.

No sin justificación para una discusión general y en otro ámbito, pero aplicado a lo del Viaducto definitivamente escapista y pintoresco. Además, cuándo se van a dar cuenta los voceros oficiales que se trata de un argumento que puede rebotar fácilmente contra un gobierno empeñado en convertir a nuestro país, con su gigantescos planes petroleros, en la “próxima Arabia Saudita” del mundo y “gran potencia gasífera”, incluso en estrecha colaboración con connotadas empresas transnacionales norteamericanas, lo que contribuiría a una mucha mayor emisión de los mismos gases de desastroso efecto invernadero que tanto se le achacan al “petrolero-industrial imperialista” del gobierno de Bush?.

Igual tipo de crítica se le encontró al primer magistrado de Estados Unidos cuando lo del huracán Katrina, olvidándose que, además de lo dicho anteriormente, Venezuela incluso tiene grandes refinerías petroleras en la propia zona donde ocurrió el gran siniestro, en muestra adicional de nuestro aporte al calentamiento del planeta, en el mismo suelo yanqui. Y finalmente olvidándose que toda esta pretensión gubernamental venezolana de ser “la nueva superpotencia en petróleo y de gas” y gran suplidora del mundo, hasta a Estados Unidos se le ha ofrecido “150 años de suministros, si se porta bien” y a América Latina “200 años”.

Lo anterior, a expensas de de los suelos, bosques, aguas, aire y poblaciones de nuestro país que serán inevitablemente afectados y contaminados, y por tanto de intereses vitales de la Patria, y sin haber habido un serio y amplio debate nacional al respecto.

A pesar de la pretendida festividad por la nueva Asamblea y lo expresado por Maduro, al igual que en 1999, una vez más, la celebración oficial fue totalmente opacada, por el conmocionante simultáneo anuncio de la clausura indefinida del Viaducto, y todas las efectivas o potenciales implicaciones de “Vargas II” del suceso.

De todo lo acontecido, cabe comenzar a pensar que este gobierno pareciera tener un especial “karma” con grandes eventos desfavorables asociados al estado Vargas y a la “revancha” de una desentendida Naturaleza.. En fechas de celebración oficial que terminan frustradas u opacadas. ¿No será tiempo de escuchar con mayor humildad y reflexión algún insistente mensaje de un plano superior que hay que atender?. ¿A fin de enmendar sin dilación lo que hay que enmendar, antes de que puedan venir nuevos eventos desfavorables mucho peores, para infortunio del gobierno y del país?

En cuanto al tema del asentamiento poblacional desordenado en las márgenes de la Autopista y en particular del Viaducto, a todo lo contribuido por el gran descuido de los anteriores gobiernos, el actual ha hecho un aún mayor aporte. Su difusa política de facilitarle legitimidad o «arengar» ocupaciones o invasiones de tierra como “recurso de justicia social”, sin precedentes, ha alentado en forma sustancial no sólo los anárquicos asentamientos en las márgenes de la autopista Caracas-Guaira sino de otras grandes arterias viales del país, entre ellas también la autopista Coche-Tejerías, igualmente vital por cierto para la interconexión de la capital y de todo el país, y sujeta ya a un gran anárquico poblamiento en sus márgenes, que incluso incluye la deforestación de valiosos-protectores bosques de sus márgenes por totalmente inescrupulosos invasores-revendedores de tierras.

Para no hablar de la reciente temeraria asonada y controversia que han sido atizadas desde el gobierno metropolitano de Caracas sobre el mismo tema de las “ocupaciones-invasiones”, dentro de la propia capital (olvidándose que, además de lo legal, “todo acto dictado por el miedo o la violencia, automáticamente deja de ser moral”,como decía Gandhi).

La frase “el pueblo es Dios” voceada con frecuencia desde el alto gobierno para congraciarse con el apoyo popular ha sido un muy flaco servicio cuando ha sido aprovechada para convalidar actitudes sociales irresponsables (es un hecho que en nuestro país el deterioro de valores no solo ha sido un problema de las elites dirigentes sino de la población toda) o cuando ha servido para perpetuar el populismo, la demagogia y el clientelismo que tanto daño le han hecho al país.

Días atrás, cuando estaba en pleno fragor la cobertura periodística en el propio sitio del Viaducto, vimos con estupefacción como un morador de uno de los cerros vecinos bajó a la autopista a fin de aprovechar un medio de comunicación privado para denunciar, en calculado show mediático propio, “su protesta porque el gobierno no había atendido un pedido de su barrio para que se convirtiera una cancha de bolas criollas en un campo deportivo” ( !…). Semejante inconciencia clientelar ante una crisis nacional mayor frente a sus propios ojos es insólita (un caso de «ponerse pelear por un lavamanos en una casa se esté incendiando”).

¿Puede tal tipo de pueblo ser Dios, o pueden serlo los habitantes que se empeñan en construir en cursos de quebradas o en laderas de montañas aluvionales, en serio riesgo para los adultos y niños de numerosas familias y aun desatendiendo las advertencias ocasionales de algunas autoridades, aun si hubieran carecido del vigor requerido?. Tal tipo de valores de ninguna manera pueden favorecer a ningún gobierno ni a ningún país.

El Presidente Chávez comentó públicamente, a la postre, que le parecía que había sido un “error humano” el poblamiento al lado del Viaducto y la Autopista, y que “allí lo que tenía que haber eran bosques”. Una perogrullada y elemental reconocimiento de lo que siempre debe haber sido respetado y hacerse respetar en la práctica.

Pero, en verdad “Obras son amores y no buenas razones”. ¡Y ya es tiempo de que el crecimiento anárquico en terrenos riesgosos o ecológicamente delicados en las márgenes de vitales vías de comunicación se declare un gran problema de “emergencia nacional” y se actué consecuente y permanentemente, en función de la seguridad de los propios moradores, las vías y sus usuarios!.

En cuanto al tema de la falta de mantenimiento, como hemos dicho antes se trata de una herencia cumulativa y un problema mundial del tipo de civilización y políticas públicas imperantes. En el propio Estados Unidos se ha denunciado en los últimos años una grave desatendida decadencia de la infraestructura pública; agravada por las políticas neoliberales de sus últimos gobiernos, que han recortado el gasto público en rubros como el mantenimiento y lo social.

Lo cual ha hecho incluso que algunos calificados analistas le hayan advertido al gobierno a Bush que debería preocuparse más por la capacidad de “catástrofe terrorista” que tienen alguna viejas decadentes grandes presas de agua a punto de colapsar, en cercanía a centros poblacionales, que por la de cualquier atentado de Osama Bin Laden. El gobierno de Chávez quizás debería también tomar para así tal tipo de advertencia, habría que reformularla para nuestro medio en términos de la comparación entre la realidad del creciente colapso de nuestra infraestructura nacional (con o sin políticas neoliberales) y la de tan señalada amenaza de invasión militar.

El mas apremiante “enemigo” en verdad puede estar ya en la propia casa. Aparte del agobiante fenómeno cotidiano de huecos en las carreteras y calles del territorio nacional, existe un peligroso deterioro generalizado de vitales obras de la infraestructura pública y una consiguiente gran vulnerabilidad del país que deben ser urgentemente atendidos (por lo demás, muy poco convenientes en la eventualidad de un conflicto militar, no descartable pero que esperemos nunca se dé). Deterioro que tiene que ser respondido no solo con un mayor gasto público para su arreglo sino con una mucho mejor gerencia, probidad, en forma sistemática y permanente, y con los mejores recursos del país, más allá de encubridores o inconvenientes sectarismos políticos.

El tiempo se acaba para tan imperativa tarea. Para completar todo el cuadro anterior, la crisis del Viaducto ha coincidido con la antesala de un muy significativo evento internacional a celebrarse en Caracas próximamente: el Foro Social Mundial.

Se trata de una magno evento que congrega a lo mas graneado de la sociedad civil mundial contestaría y a diversos movimientos sociales empeñados en la instauración de otro modelo de desarrollo, otro tipo de civilización, otro tipo de mundo socialmente y ecológicamente sustentable. En sustitución del actual injusto, depredador e insustentable modelo.

El evento espera reunir a unas 100.000 personas, incluyendo decenas de miles asistentes del extranjero. El tema de la abrupta interrupción de la Autopista del aeropuerto de Maiquetía hasta Caracas inevitablemente causará una apremiante situación para el transporte de los participantes internacionales y la logística en general del evento, ya de por si muy presionada ante el rezago que se dio en los preparativos y las otras limitaciones que caracterizan al país, que esperemos no comprometan la realización/éxito del evento.

Pero tal adversidad también podría ser una excelente “Cátedra” para el Foro en relación los males de la dependencia de grandes obras hegemónicas de infraestructura, hechas en riña con los limites de la naturaleza y la capacidad de manejo, control o asimilación de las sociedades. Y, en el caso particular de la autopista al Litoral, sobre los males de un voraz modelo carreteril y de transporte automotor individual (algunos han considerado el problema de la voraz “explosión automotora” como mas grave que el de la “explosión demográfica”), modelo basado a su vez en un tipo de energía que se ha puesto en fundamental contradicción con la vida y sustentabilidad del planeta: la del petróleo. Modelo, por cierto, propagado desde Estados Unidos al resto del mundo. Y modelo en contraposición con los modelos manejables a escala humana y ecológica, de sustentabilidad social y ambiental, que el Foro Social Mundial ha preconizado.

Tal reflexión en el Foro en el Foro bien podría a contribuir a reflexiones que ya han comenzado a surgir en nuestro propio debate nacional en relación a la crisis del Viaducto, que ojalá se manifiesten con mayor fuerza.

Reflexiones como las siguientes: ¿ Fueron tanto el trazado como la tecnología escogidos para la construcción de la Autopista los mejores para garantizar su sustentabilidad ? ¿ Hubo una suficiente y democrática consulta y discusión con la población interesada y con los diversos puntos de vista técnicos antes de decidir sobre la Obra ? ¿ Se estudiaron seriamente otras opciones de transporte (por ejemplo el favorecimiento, más bien, de un tren al Litoral o de cualquier otro sistema de transporte público eficiente –y, de paso, menos gastivo de energía contaminante; algo que hubiera bajado la gran presión de transporte individual que terminó privando sobre la Vía) ? ¿ Se hicieron serios y responsables estudios previos sobre todas las condiciones del terreno en que se levantaría la Obra y el gran impacto de la misma antes de comprometerse con ella ? ¿ Se previó la necesidad de mantener o desarrollar vías alternas plenamente funcionales en la eventualidad de que la Autopista pudiera algún día quedar inoperante por circunstancias previsibles o imprevisibles ? Como intuye el lector informado, la respuesta a todo este tipo de interrogantes tiende a estar cerca del NO.

Y, viniéndonos al Presente, en cuanto a las soluciones planteadas para la Crisis actual, se están teniendo en cuenta todas las lecciones de lo sucedido ? A fin de no repetir los mismos errores, y aprovechar mas bien la debacle como oportunidad para instaurar obras y planes mas sustentables, ecológica y socialmente responsables, en consulta con todos los interesados y los mas calificados ?…Tal pregunta cobra vital importancia en relación al proyecto de nueva autopista ya anunciado, que, entre otros rasgos, contempla atravesar el subsuelo del Ávila (también Parque Nacional) a través de dos grandes túneles.

Ese “otro mundo posible” que el Foro Social ha planteado y que el actual proceso venezolano ha prometido o busca pero, humildemente hablando, aun esta lejos de cumplir, puede hacérsenos aun mas imperativo gracias a la crisis del Viaducto.

A los previstos asistentes al Foro Social debemos decirles: Bienvenidos a Venezuela. Donde lo indeseable y lo deseable están patentemente a la vista, en medio de grandes frustraciones y sueños. Donde, al menos, se ha instalado la noción de que todo puede ser cuestionado en cuanto al rumbo que ha llevado el mundo; no poco logro teniendo en cuenta la anestesia crítica y reflexiva que reina en tantas otras partes del crujiente Titanic en que se ha convertido la actual imperante “civilización” ! Donde, a pesar de esta noción, sin embargo, existe todavía un país -y esto vale para el gobierno, oposición y prácticamente toda la población- que, entre otras cosas, aun se mantiene, riesgosa, irresponsable y peligrosamente dependiente y adicto a una “riqueza” que está acabando con la vida en el planeta: la petrolera, y, por tanto, una “riqueza” ilusoria inexorablemente insustentable e inética, enfermante y alienante y de vano poder. La consigna de “Otro mundo es posible” del Foro ha llamado la atención de que la alternativa de un mundo post-petrolero existe, con el desarrollo acelerado de fuentes de energía renovables mas ecológicas, que no destruyan la vida ni el planeta, a la par de sistemas de transporte mas racionales y sustentables; en el contexto de una nueva civilización social y ambientalmente mas responsable, en solidaridad y sin violencia, reconociendo la riqueza del pluralismo, y con sistemas de gobierno mas descentralizados, participativos y autogestionarios que proscriban toda hegemonía opresiva –venga de donde venga. No es una tarea de la noche a la mañana. Pero, ante los graves problemas en aumento que enfrenta el mundo, el tiempo se acaba para acometerla concertada y oportunamente, con visión y coraje !
A los participantes en el Foro y todo lo que él significa deberíamos decirles desde Venezuela con humildad: “Ayúdenos con esa gran energía humana y espiritual positiva que ha caracterizado en forma esperanzadora y estimuladora a los anteriores grandes encuentros del Foro (mas valiosa que cualquier petróleo). Con esa gran sinergia colectiva de ustedes, con esa solidaridad. Con esa experiencia de tantos de vosotros en nobles, meritorias y exitosas “luchas” alternativas en vuestros respectivos países y ámbitos, en pro de un mas genuino bienestar humano”. Actuando con ese tipo de poderosa conciencia y activismo se puede cambiar el mundo, aun “desde fuera” o sin el concurso de alienantes o suicidas poderes establecidos. De una forma u otra, estamos en un “cuenta regresiva” hacia un Gran Cambio, muy distinto del inoperante e insustentable “orden” actual; las circunstancias así lo exigen. Es designio del Cosmos, es plan divino.

A fin de cuentas, ojalá que, en retrospectiva, podamos decir todos Venezuela y el mundo, luego de haber transitado el actual laberinto en la forma menos traumática posible, que lo que nos tocó vivir fueron “dolores de parto” y no de muerte, en pro de ese Mundo Nuevo.

Frank Bracho
14 de enero del 2004
(Día de la Divina Pastora).

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