Economía

¿Crisis del Pensamiento Único?

Anti-capitalistas tienen en la mira a Londres” Así titula un artículo publicado en el Financial Times la semana pasada[2]. En él se describen las previsiones de la policía local ante las inminentes manifestaciones que se escenificarán en la capital británica el día 1º de Mayo por parte de grupos ecologistas y anti-globalización, a quienes esta prestigiosa publicación británica no vacila en tachar de anarquistas y anti-capitalistas.

Este hecho no es un fenómeno aislado, también lo sucedido en la City (distrito financiero de Londres) o en Seattle el año pasado, y más recientemente en Washington (15-17 abril), responden a una especie de despertar global, el cual se traduce en la necesidad de una mayor participación de los ciudadanos en las decisiones tomadas por entes supranacionales como el FMI o la OMC. Con estas acciones se buscaría hacer de ellas unas instituciones más democráticas, con el fin de contrarrestar el gran poder que han adquirido las empresas transnacionales. Las cuales – según ellos – serían las responsables de ocasionar un mayor empobrecimiento del Sur Pobre y del creciente deterioro del medio ambiente en un ámbito global.

Pero, ¿qué ha ocurrido?, ¿No habían triunfado las democracias liberales capitalistas sobre los regímenes totalitarios comunistas? Entonces, ¿por qué este creciente cuestionamiento al sistema vigente, en lugar de dar paso a la tan ansiada apertura total de mercados soñada por los predicadores de la ideología neoliberal o pensamiento único?

Para darles respuesta a estas interrogantes, debemos abordar la problemática desde una perspectiva mucho más amplia:

En primer lugar, estas manifestaciones que hoy estamos presenciando forman parte de un conjunto de fenómenos surgido a raíz del gran vacío ideológico y geopolítico resultado de la disolución de la URSS. En este sentido, estos comportamientos serían afines al aumento del irracionalismo, representado a través de la intolerancia étnico-religiosa (como en los casos de los Balcanes, el Ejido y la guerra de Chechenia); al resurgir de los nacionalismos de derecha (como quedó en evidencia tras la victoria de Jörg Haider en Austria); y al desmoronamiento de prácticamente la totalidad de los gobiernos con ideologías tradicionales (primero los de derecha, y poco después sus equivalentes de izquierda[3]) dando paso a un renovado, aunque ambiguo, centro.

En segundo lugar, debemos comprender que el pensamiento único es una ideología cuyo nacimiento responde a una realidad completamente distinta. Sus orígenes se remontan a los inicios de la Guerra Fría. En esos tiempos el paradigma liberal se había visto fortalecido ante la amenaza comunista, sobre todo en aquellos países más directamente envueltos en el conflicto (como los Estados Unidos y Gran Bretaña) Por esta razón, formará parte de la praxis política de las potencias occidentales, lo que propiciará que llegue inclusive a formar parte de sus estrategias geopolíticas, como tristemente quedó de manifiesto en Chile[4]. Por otro lado, la colaboración de periódicos como Les Échos, The Wall Street Journal y el Financial Times, harán que su mensaje sea entronizado y exitosamente difundido, al mismo tiempo que sofocan cualquier iniciativa reformista.

A principios de los 90’s la doctrina del pensamiento único, entonces triunfante y omnipotente, querrá erigirse – no sin razón – como la única verdaderamente exitosa luego del fin del “conflicto”. Es por ello que su existencia se va a poner en evidencia justo en ese momento, ya que el occidente capitalista, en lugar de iniciar una nueva época dorada del liberalismo, irónicamente tornará sus ojos hacia sí mismo, exponiendo defectos ideológicos hasta entonces ocultos en los esfuerzos por levantar la cortina de hierro. Se dará inicio entonces a una seria critica a las normativas neo-liberales vigentes o en gestación, los mecanismos de los mercados financieros, las medidas de estabilización macroeconómicas “recomendadas” por las instituciones de Bretton-Woods (véase el fracaso estrepitoso del AMI), y al verdadero sentido filosófico del crecimiento económico. Será entonces cuando se comience a hablar, cada vez con mayor fuerza, de la posibilidad de una crisis del capitalismo a nivel global y, por lo tanto, también del pensamiento único.[5]

No obstante, si bien es cierto que muchos hablaban de crisis, las grandes transformaciones que se estaban produciendo en el terreno sociopolítico no se manifestaron en igual medida en lo económico. La gran mayoría de los economistas, apoyados en los todopoderosos lobbys multinacionales y, por qué no, también en sus propios ideales dogmáticos arcaicos, seguirán a la búsqueda de un mundo más abierto, comercial y financieramente hablando.

Lamentablemente, en el momento en que se pensaba que un cambio en pro de un mundo más democrático era verdaderamente posible, y cuando todavía no se había terminado de celebrar la gran victoria ciudadana de Seattle, la Nueva Economía irrumpe en el terreno como el nuevo paradigma a seguir, dándoles el argumento para mantener sus ideologías.

Basada en el impresionante crecimiento de la economía norteamericana, producto directo del aumento de las transacciones electrónicas, ésta nueva forma de hacer negocios ha marcado la ruta para una especie de relanzamiento del pensamiento único, ahora con la anuencia de las nuevas izquierdas centristas. En este sentido, vemos como muchos políticos de tradición socialdemócrata han privatizado su discurso, orientándolo hacia la apertura comercial ahora amparada en las ventajas del e-business.[6]

El objetivo de la presente reflexión no se dirige a combatir un anacronismo ideológico con otro; de hecho, es probable que nadie pueda negar que la globalización – como afirma Martín Wolf en un artículo en el Financial Times – haya «… traído oportunidades sin precedentes para billones de personas alrededor del mundo»[7], argumento que a nuestro parecer se podría hacer extensivo a la Nueva Economía. De lo que se trata es de combatir el resurgimiento de un capitalismo no renovado ideológicamente, aún anclado en el carácter dogmático del pensamiento único. Para la nueva utopía en gestación, esto representa un grave peligro, no sólo en lo que se refiere a la democracia, el medio ambiente y los habitantes del Sur (ahora en posición más desventajosa que nunca, ante el desolador panorama económico y la imposibilidad de compartir las ventajas del comercio electrónico), sino sobre todo – parafraseando a K. Polanyi[8] – para el concepto mismo de libertad, el cual corre el riesgo de seguir atado al mercado y no al ciudadano.

Notas

[1] «ENGOMADOS [englués]. Dentro de las democracias actuales, más y más ciudadanos se sienten engomados, untados por una especie de doctrina viscosa que, insensiblemente, envuelve todo razonamiento rebelde, lo inhibe, lo paraliza y termina por sofocarlo. Esta doctrina, es el pensamiento único…» Ignacio Ramonet, “La pensée unique” en Le Monde Diplomatique de Enero de 1995, p.1

[2] Andrew Ward, “Anti-capitalists to target London” en Financial Times del 19 de Abril de 2000.

[3] Como quedó en evidencia a través de las recientes derrotas socialistas en España (con la abrumadora victoria del Partido Popular) e Italia (con la derrota de la coalición de izquierdas en las elecciones regionales)

[4] No olvidemos la relación de los Chicago Boys y el esquema económico y político implantado en este país suramericano luego de la ascensión al poder de Pinochet. En relación a la dictadura chilena, von Hayek – uno de los ideólogos del neoliberalismo – declarará a El Mercurio en 1981: «Mi preferencia personal se inclina a una dictadura liberal y no a un gobierno democrático donde todo liberalismo esté ausente. » Citado en Juan T. López, “Hayek, Pinochet y algún otro más”, El País del 22 de Junio de 1999.

[5] Para tener una idea del alcance de esta idea ver, por ejemplo, el editorial del New York Times del día 21 de Septiembre de 1998, titulado “Is the global capitalist system colapsing?”.

[6] Véase al respecto la posición asumida por J. M. Aznar y A.Blair en la reunión extraordinaria del Consejo Europeo escenificada en Lisboa en Abril. Varios, “Las posiciones liberales se abren paso en la UE ante la pujanza económica de EE UU” en El País del día 24 de Abril de 2000.

[7] Martín Wolf, “Why this hatred of the market?” en Is globalization inevitable and desirable?, dir. (%=Link(«http://www.monde-diplomatique.fr/dossiers/ft/dbwolf.html»,»http://www.monde-diplomatique.fr/dossiers/ft/dbwolf.html»)%)

[8] «Con el liberal, la idea de la libertad degenera (…) en una mera defensa de la libre empresa…» Karl Polanyi, “La gran transformación”, México, FCE, 1992. p.254.

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