Economía

DAS KKKAPITAL revisitado : la “plusvalía”

Presentamos en lo que sigue algunos comentarios sobre un concepto relativamente decimonónico, tan frecuentes en estos tiempos, como es la “plusvalía” en la teoría marxista. Como Ingeniero Economista del siglo XX nos parece conveniente revisar esta noción, que tiene que ver con la abusiva explotación de un negocio por parte de alguno de los factores de producción, en este caso, de los propietarios del capital en contra de los trabajadores, aunque no necesariamente.

Ahora bien, resulta que la remuneración de los factores de producción dentro de un negocio es una materia de la mayor importancia para comprender e interpretar el devenir de los acontecimientos históricos(1) . De hecho, una buena explicación de la historia proviene del análisis de la lucha, entre los distintos grupos o factores de producción, por apropiarse de la riqueza disponible en cada negocio, circunstancia o región. Recordemos las invasiones, las conquistas, las expansiones imperiales, hasta las mismas cruzadas.

Pero iniciemos nuestro comentario repasando algunos conceptos elementales, primero sobre el valor agregado.

Valor agregado

Cuando una empresa, que es la unidad de producción, transforma una materia prima (Fig. 1), lo hace adquiriendo un insumo a un valor (100), y utilizando maquinaria (K) y gente (L) lo vende al precio de mercado (300). Se agregó en consecuencia, en el proceso, un valor de 200, que corresponde a la remuneración del capital y del trabajo.

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Este esquema ya lo planteaba Ricardo, solo que distinguiendo dentro del capital el valor (y la renta) de la tierra, que hoy podemos considerar como dentro de los activos de la empresa, incluso hablando de agricultura. Si el precio del mercado es un valor dado, primero se paga la gente y lo restante queda para repartirse entre el capital, la renta de la tierra y las utilidades. Hoy en día, en Venezuela, la renta de la tierra podría asimilarse a la regalía que percibe el Estado por la explotación de las reservas minerales del subsuelo (que le pertenecen), aparte del impuesto sobre la renta del concesionario.

Los factores de producción se pueden remunerar de distinta manera; entonces, ¿cuándo se puede hablar de explotación, del abuso de alguno en detrimento del otro, y qué tiene esto que ver con la famosa plusvalía?

–Bueno, que el concepto plusvalía justamente se refiere a una sobre-remuneración que el capital puede ejercer a cuenta de “pagar menos” a los trabajadores, al tiempo que “cobra completo” – es decir, que se apropia de esta cantidad en lugar de descontarla del costo (y del precio). Dice la teoría marxista: (Cf. Barre, op.cit.):

Los capitalistas adquieren la fuerza de trabajo de los trabajadores pagándoles un salario igual al mínimo (horas de trabajo precisas para hacer vivir al trabajador y ponerles en condiciones de propagar su raza; Misère de la Philosophie), pero están en condiciones de utilizar a los trabajadores durante mas tiempo.

Como los productos obtenidos tienen un valor de cambio determinado por el trabajo que tienen incorporado, existe una diferencia entre el valor de la fuerza de trabajo pagada (digamos seis horas) y el de los productos obtenidos con su uso (digamos diez horas). Esta diferencia (en horas) constituye la plusvalía.

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Esta explicación de explotación nos parece sumamente circunstancial, porque si la gente no es explotada 82), y trabaja y percibe por sus seis horas [no como en los tiempos de Dickens] no hay plusvalía y se acabó la discusión. Más bien hoy habría que utilizar otros criterios de medición para evaluar quien explota a quien.

Aquí intervienen, a nuestro juicio, diversas consideraciones. Primero la estructura del costo de la industria (capital intensivo, ver Fig. 2B o labor intensiva, Fig. 2A). Segundo la cualidad de los factores (emprendedores o todo lo contrario: arrastrados, pasivos). O sea, conocer finalmente el criterio para definir la condición de explotador/explotado.

La estructura del costo

Este asunto lo hemos debatido en otra ocasión(3) . El grado de participación [%] en el valor agregado (de primer o segundo orden) pudiera ser una característica del negocio en cuanto a la intensidad de capital o grado de mecanización del mismo, y no implica una explotación de un factor por otro, no necesariamente, a menos que ello pueda determinarse, cuando la remuneración de un factor está, por ejemplo, por encima de cierto patrón convenido y aceptado (digamos el nivel de rentabilidad del capital, en los monopolios de servicios, ver Figs. 2).

En el caso de Marx habría que determinar el grado de explotación comparando la remuneración real con la remuneración teórica requerida (con los tiempos realmente trabajados), en comparación con algún patrón de la época(4) . Solo que la dimensión del valor agregado (y la pugna por repartírselo) depende (además) mucho de la fuerza de los vendedores en el mercado, posición que es máxima en el caso de los monopolios, Fig. 3.

La “cualidad” de los factores

Notemos que el emprendedor (en el sentido de entrepreneur) normalmente aporta su capital, a veces en condiciones de riesgo, para montar un negocio de acuerdo a su percepción, iniciativa, inteligencia y conocimiento de las condiciones del mercado, adquiriendo la maquinaria (con frecuencia usando el crédito) y contratando la mano de obra requerida para iniciar el negocio.

La mano de obra no corre mayormente ningún riesgo, el éxito del negocio no es su problema; se mantiene una acción, desde este punto de vista, relativamente “pasiva”. En estas condiciones, el nivel de las ganancias, aunque fuera desorbitante, simplemente pertenece al accionista, por la sola condición de causa-efecto.

Sin embargo, en los tiempos modernos, en algunos negocios, especialmente en las grandes corporaciones, la administración de la empresa alcanza dimensiones y complejidades tan extensas que el accionista normalmente no es quien administra el negocio, sino unos empleados especializados, los ejecutivos, que se han venido a llamar la “tecnoestructura”. Son “los gerentes”, quizás la tecnocracia, que tienen una condición propia, al punto que sus decisiones forman parte vinculante del éxito de los negocios, y cuya remuneración tendrá ahora que estar asociada a los resultados, por la misma vinculación de causa-efecto citada arriba, e incluso hasta por incentivos, bonos de éxito por ejemplo. Hay una nueva clase no identificada en los tiempos de Marx. E incluso, en algunos negocios se ha planteado un conflicto entre la remuneración de los accionistas y la de los empleados (¿remember PDVSA?).

La repartición de primer orden: las materias primas (y los factores externos)

Un primer conflicto en la repartición del valor agregado ocurre en el negocio de las materias primas, países centro vs. países satélites. Como se sabe, existe el simplismo de considerar a los países en desarrollo como exportadores de productos naturales brutos que luego son procesados en los países industrializados, y vendidos, con su valor agregado, bajo la forma de productos terminados, a los mismos países en desarrollo.

¿Cuál es el valor de una materia prima? — ¿Cuál es aquí la renta ricardiana de la tierra?

–La respuesta va a depender en mucho del tamaño de la torta, del precio del mercado, porque es verdad que no se puede vender por debajo del costo, pero tampoco por encima de la disposición a pagar de cada mercado. De modo que si el “excedente disponible” (ver Fig. 3)(%=Image(1055271,»L»)%)
es un valor apreciable, la renta de la tierra o mas bien la ganancia del dueño del crudo o de los minerales o materia prima a exportar puede ser notable. A menos que el propietario de la maquinaria de transformación (utilidad de las corporaciones multinacionales), o los gobiernos de los países consumidores quieran entrar en el juego (con impuestos locales al consumo), o mas bien entraron primero.

Si alguno gana más de la cuenta, se podrá hablar de una plusvalía (como sobre-remuneración) del capital, o una plusvalía de los gobiernos petroleros, o de los gobiernos consumidores según el caso, por apropiación excesiva. A menos que se considere, es lo correcto, que los dueños de la materia prima, por ser dueños, tienen por ley natural la mayor apropiación de la renta disponible. Mala leche. Igual para todos. Fig. 4.(%=Image(1601468,»R»)%)

En su momento (1973) se tomaron las medidas para que los países exportadores de petróleo incrementaran su participación en el valor agregado del negocio(5) a cuenta del excedente disponible todavía. Pero todo depende de que exista un excedente, es decir, una diferencia entre el precio del mercado y la disposición a pagar. En 1973 existía, y parcialmente se lo habían apropiado las multinacionales y los impuestos de los gobiernos consumidores. Pero en cada negocio o materia prima se presenta una lucha entre capital y trabajo por apropiarse de la tajada disponible, siempre que haya. Figs. 3 y 4.

Una vez que la empresa o corporación se ha ubicado en el negocio, viene la repartición interna del valor agregado.

La repartición de segundo orden (los factores internos)

Aquí regresamos a los criterios de medición iniciales sobre la justicia de la remuneración, pero considerando ahora a los trabajadores no como un factor pasivo (como pudiera presentarse en la pequeña y mediana industria), sino como una tecnoestructura compitiendo por su remuneración. Habrá entonces plusvalía (del capital), que sería en el sentido marxista, cuando la clase trabajadora (toda en un bojote) no recibe una participación justa. ¿Con qué criterio de justicia? – pues de acuerdo a la remuneración existente en el mercado de trabajo para ese tipo de especialización. Y quizás algunos bonos de ñapa.Ver Fig. 5.

¿Y cuándo hay plusvalía del trabajo? – pues cuando los trabajadores se dan lo vuelto, especialmente en las empresas públicas, que aparentemente no tienen dueño o lo tienen bien escondido, cuando los patronos son generosos en los contratos colectivos y ofrecen y dan villas y castillos por encima de lo juicioso y en perjuicio de las ganancias del accionista, el Estado, que quizás las necesita más que ellos.

También en los negocios privados habría una desmesurada plusvalía del capital cuando los trabajadores no participan de las abundantes ganancias, — el dueño dirá que se deben a su exclusivo mérito y vendrán las grandes discusiones, como las del viejo Henry Ford con sus sindicatos, y será una lucha larga según las fuerzas de negociación de cada uno. Fig. 5.(%=Image(8955304,»L»)%)

Repasando la historia

Sin embargo, este pagar menos básicamente existía en los tiempos terribles de la clase obrera europea del siglo XIX, y difícilmente se puede encontrar hoy en las empresas modernas, con empleados sindicalizados y fiscalizadores. Porque Marx se refería a aquella condición coetánea, por ejemplo:
El contexto de la situación social de la clase obrera de la época (segunda mitad del XIX), una condición obrera muy lastimosa, la explotación de mujeres y niños (algunos trabajaban desde los 6 años)
“Más que una tarea o un trabajo, es una tortura la que se inflige a los niños de seis a ocho años, malnutridos, mal vestidos, obligados a caminar desde la 5 de la mañana el largo trecho hasta los talleres” (Informe de Villermé sobre los talleres del Alto Rin, 1846). Sin embargo la Cámara de Comercio insistía: “No debe perderse de vista que la admisión de niños en las fábricas a partir de los ocho años es, para sus padres, un medio de supervisión, para el niño un comienzo de su aprendizaje, y para la familia un recurso…”

Otra expresión de la pobreza medieval, estas dos iniciativas para combatir la prostitución infantil en Roma (Delumeau, 111ss.), citamos:
Contro la prostituzione si svilupparono iniziative più concrete nel corso del secolo. por el cinquecento:

Nel 1536, Ignazio Loyola è all´origine del monastero delle « Vergini miserabili » (Santa Caterina dei Cordai) – che ospitava figlie di cortigiane, sottrate anche con la forza alle loro madri, all´età dai nove ai dodici anni ed edicate per sette anni prima di essere dotate e maritate…”

Un´altra forma di lotta contro la prostituzione consisté in doti assegnate alle ragazze povere. Montaigne ha descritto « la cerimonia dell´elemosina delle pulzelle » che aveva luogo ogni anno nella chiesa della Minerva: in media, un centinaio di ragazze riceveva dal papa una banconota da incassare al momento delle nozze…”

La concepción histórica del trabajo(6)

Para los griegos y romanos el labor era un esfuerzo penoso, un sufrimiento, que no era realizado por la gente decente, gente seria, sino por unos tipos de medio pelo llamados esclavos. Los ciudadanos, los hombre libres, no trabajaban: se ocupaban de cosas más sublimes, como los juegos (en el sentido de pureza), los deportes, las artes, la filosofía, pero sobre todo la actividad política. [O sea igual que hoy, al menos en la última parte].

En la tradición bíblica el trabajo era un castigo por pecar, pero en el trabajo el hombre retoma su dignidad perdida, restablece la armonía universal. Y esta noción persiste en el cristianismo primitivo. En el Cristianismo Occidental, a diferencia del Oriental, el mundo no es para su contemplación sino un lugar donde hay algunas tareas que cumplir, y el trabajo es el mecanismo a tal fin. Así Dios instruye a Abraham.

Y San Agustín dijo que una cosa es trabajar con las manos, como el artesano, que no son maulas ni ávidos de fortuna, como aquellos que no se ocupan sino de amasar dinero sin hacer nada con las manos, como los banqueros… [vainas de San Agustín]. En la Edad Media el trabajo es necesario: es la purga del pecado. La palabra “trabajo” viene del latín tripalium, un instrumento de tortura. El “trabajador” es el verdugo mientras que el torturado era trabajado. [“Pasando trabajo”, se dice hoy , todavía.].

Las cosas van a cambiar con el Renacimiento. El trabajo ahora toma un valor como un fin en sí mismo, para enriquecerse. Con la nueva burguesía el trabajo es un esfuerzo calculado, sometido al control de la reflexión razonada, teniendo por meta la ganancia. Con los enciclopedistas veremos la exaltación del trabajo, fuente de toda propiedad. Aparece en la Éncyclopédie como

«Acción diaria a la cual el hombre está condenado por sus necesidades»

pero al cual el hombre debe

« Su salud, subsistencia, su serenidad, su buen sentido y su virtud »

Así aparece una teoría del trabajo-valor pero de un trabajo que al mismo tiempo es considerado como una mercancía.

Melinari escribió: (Philip , idem)

Los trabajadores deben ser considerados como verdaderas máquinas, que suministran una cierta cantidad de fuerzas productoras, y exigen a cambio ciertos gastos de mantenimiento y reposición para funcionar de manera regular y continua.

El trabajo es divino: se ganará el paraíso terrestre(7) trabajando y ahorrando(8) . Sin embargo, en la cuna de la revolución industrial no se aplicará esta concepción de la filosofía racionalista del trabajo como virtud suprema, sino una noción totalmente distinta. La del puritanismo(9) : “la ganancia es la expresión terrenal de La Gracia”, pero tenemos que distinguir entre dos nociones separadas en la Reforma, aquella de Lutero y la otra de Calvino, como sigue.

Lutero

Lutero no está, en el fondo, muy lejos de la tradición medieval. Valora la vocación en un gremio, no uno nuevo escogido, sino aquél donde se encuentra por nacimiento o formación. Es la noción luterana del Beruf. El trabajo tiene una Meta: la subsistencia, no la ganancia. Se desplaza el sentimiento contemplativo hacia la acción, pero en un marco medieval.

Calvino

Aquí se transforma la concepción del trabajo, con un realismo económico total. La Iglesia Católica tuvo razón en prohibir la usura(10) (cobrar intereses) porque antes eran préstamos esencialmente al consumo; pero con el progreso comercial se transformaron en financiamiento de productos y había derecho a participar en los resultados.

Sólo que uno no se salva sino por la gracia divina: estamos predestinados: unos a salvarse, otros nunca. La certitud de la salvación proviene del examen de los actos diarios, sin certitud definitiva. El trabajo aparece así como un testimonio de salvación.

No tiene por objeto la riqueza ni el placer. Es el fruto normal de la vida interior del hombre. Los exitosos son los elegidos. El calvinista trabajando por la gloria de Dios crea una especie de trabajo-sacramento, en sustitución del trabajo-valor.

Se abandona la actitud franciscana hacia el pobre. La limosna no es una obra pía sino un insulto a Dios, porque expresa piedad ante una miseria irremediable, consecuencia del pecado, especialmente pereza, a suprimirse por otros medios (Philip, 38ss.).

“El mendigo, la mujer perdida, el malandro, lejos de rodearse de un halo romántico, deber ser rechazados, y según las palabras de San Pablo: «Aquél que no trabaja no debe comer»…”

Quien merece respeto no es el pobre sino el trabajador. Merece respeto, porque el ocio (incluso la huelga) es un insulto a Dios. El emprendedor aparece así como un trabajador modelo. El emprendedor calvinista es el antípoda del burgués: éste, heredero, aristócrata, beneficiario de privilegios y propiedades independientes de sus esfuerzos actuales: es ante todo un «con-derecho a». El emprendedor debe generar riqueza con sus propios dotes para cumplir su deber, su misión(11) .

Estas tendencias se acrecentan en Inglaterra con la llegada de Cromwell para quien el trabajo es un sacramento, la ganancia el signo de una elección divina. La acumulación de capital es un depósito que pertenece a Dios, tal es la concepción del puritanismo.

Esta concepción va a penetrar los artesanos, los pequeños campesinos, la pequeña burguesía naciente, la “virtud” frente a la aristocracia corrompida. Así nace un ascendente grupo social, que con la revolución industrial va a glorificarse tomando conciencia de sus valores. El capitalismo moderno no va a surgir del gran capitalismo comercial tradicional, sino de un grupo de enérgicos y pujantes ahorristas, los nuevos capitanes de empresas, salidos del pueblo, pichirres como ellos solos, austeridad que llaman. Puritanos condenando la limosna como medio de asegurar su propia glorificación. La pobreza es en lo sucesivo una tara, propia de pecadores, porque el éxito es de los elegidos del Señor. [Y además porque, como dicen los wasps, los negros son feos. ]

Son estos no conformistas, metodistas o cuáqueros, los que vamos a encontrar como puntales en los esclarecidos momentos del ascenso industrial y económico. [Nota: a nosotros nos colonizaron los españoles…, porsia!]

La idea del valor-trabajo según Ricardo: (Cf. Barre; I, 28ss)

La utilización conjunta de trabajo, máquinas y capital se divide entre tres factores de la comunidad, es decir, los propietarios de la tierra, los del stock o capital necesario para su cultivo (digamos hoy activos aparte de la tierra) y los trabajadores. …El producto de la tierra que se adscribirán a cada una de estas clases, bajo el nombre de renta, beneficio y salario serán esencialmente distintas…

El salario está regido, fundamentalmente, por el coste de las subsistencias del trabajador [seria un “salario mínimo” de hoy, igual en Marx, ver + abajo]. En cuanto al beneficio, tiene éste un carácter residual. El aumento continuo de la renta y los salarios producirá una continua baja del tipo de beneficio. Es ya una primer análisis marginal, cuando la ultima parcela solo cubre el costo del trabajo y los trabajadores recibirán una remuneración igual al producto marginal.


Marx
(Cf. Barre, obra citada; 2:30sss.)

“Todo el pensamiento económico de Marx está dominado por la concepción del valor-trabajo, que es la prolongación de una filosofía de inspiración hegeliana según la cual el hombre, dividido y enajenado (digamos “esclavizado”) “se crea a sí mismo en la historia”, formando por su trabajo las condiciones de su existencia: el trabajo forzado del esclavo es el trabajo liberador”. [Algo de cristianismo, sin duda, pero afectado por el protestantismo como se vio más arriba.].

En el campo económico Marx cree que el valor de cambio de los bienes procede del trabajo que los ha producido.[Extraña función de producción, en estos tiempos.]. “Con excepción de un residuo material proporcionado por la naturaleza no contienen los productos más que un elemento común: el trabajo. En tanto que valores de cambio, los bienes no son más que “horas de trabajo coaguladas” (Contribution à la critique de l´économie politique)…”

Lo que tiene que ver con: (Touchard, 633)

«Mi» necesidad se satisface por el producto de «tu» trabajo, y recíprocamente. El hombre se separa así de su producto, no simplemente porque lo cede, sino porque, incluso antes de ser cambiado, el producto ha sido reemplazado por el productor por su valor…. Ahora, en un mercado de intercambios este valor resulta independiente. Cuando el hombre es despojado de sus medios de produccion por un apropiador, este se reserva no solamente el producto del trabajador sino su valor…”

La escala de medida es una unidad temporal de trabajo homogéneo. De aquí se pasa a la plusvalía (Mehrwert), “piedra angular” según Lenin de la concepción marxista.

Lamentablemente, mas bien resulta más lógico considerar una plusvalía proveniente de la desigual repartición de la renta entre los factores de producción participantes, cuando existiera una repartición desmesurada en favor del capital o de la renta.

Notas finales

O sea que, como resultado de una explotación, que llamaríamos hoy mal control del sobre-tiempo, se le pagaba menos a la gente en el siglo XIX de lo que realmente trabajaba. Y esta renta se la apropiaba el empresario, y a esa “explotación” Marx la llamó plusvalía apropiada por el capital. Pero, añadimos nosotros, tambien puede haber una plusvalía apropiada por el trabajo, en estos nuevos tiempos. Que no es el único tipo de explotación de un factor por otro. Hemos identificado plusvalías de la propia mano de obra, o de la tecnocracia, o de los dueños de las materias primas.

En el caso del XIX y Marx, el análisis debería provenir de la constatación de, si la diferencia entre el valor del producto en el mercado y el valor recibido según las horas trabajadas, es anormal. Más nada: habría que ver, si con medición exacta de horas, sin abuso, cual es la real remuneración del factor trabajo, y decidir etonces ssobre su injusticia o nivel de explotación.

La medición del nivel de explotación

Hay gente que piensa que existe explotación de un factor cuando su remuneración es mayor que su ingreso o productividad marginal. Lo de la productividad marginal no nos gusta mucho en razón de su justicia o injusticia, porque a fin de cuentas con que priva es el aumento de los costos marginales (que pueden venir de mayores incrementos por insumos, capital y sobretiempo) del conjunto, y no solo de un factor. Evidentemente en la situación óptima (“adaptada”) el costo marginal de corto plazo debería igualar al de largo plazo, de modo que el incremento de los costos atiende a varios orígenes. Encima, en las condiciones del óptimo de Pareto y equilibrio total (concurrencia perfecta) los costos igualan la disposición marginal a pagar y todo el mundo está feliz. Yo diría que por este lado no se llega a ninguna parte, porque normalmente el costo marginal de K y L es nulo en el corto plazo, excepto por las discontinuidades de las inversiones y los precios (cuando monopolios) tendrían que someterse a estas discontinuidades, que no son culpa de ningún factor específico.

La cuestión de la lucha de clases (Cf. Barre; 2:34 ss.)

La división de la sociedad capitalista en dos clases es una simplificación realizada por puras necesidades causales. Para nosotros no es la lucha entre clases, sino dentro de las mismas clases, entre distintos grupos, se combate por apropiarse del botín disponible. Claro, si se simplifica la lucha entre pobres y ricos, serán “clases” (por nivel de ingreso, por ejemplo ABCDE) pero cuando es un imperio contra otro (apropiación de primer orden, tipo guerra fría) no se trata de clases en sentido estricto. Pero el concepto de “lucha por la apropiación” sigue válido, con dos grados de estatura: primer y segundo orden.

Pero si tiene el mérito de plantear por primera vez el concepto de explotación de una función de producción por otra, que en espacios sociales y empresariales implica patronos contra obreros, esto es, ricos contra pobres, en sentido lato.

La “explicación” de la historia – según un Ing. Economista

Nuestro punto es el criterio de la REPARTICION DEL VALOR AGREGADO GENERADO POR CADA NEGOCIO, ya sea en escala familiar, empresarial, municipal, regional, nacional, internacional, como factor dinámico del proceso histórico. Este sí es la explicación de la historia de la humanidad: luchas entre intereses de grupos, reinos, imperios, sindicatos, partidos, grupos de presión, negocios familiares, llámenlos como quieran. Si encuentran excepciones entonces se trata de las famosas “versiones-pantalla” para justificar acciones, como el caso reciente de la invasión de Irak, o el cuento de la lechuza (12).

A manera de epílogo

Podría decirse que la plusvalía de Marx es un concepto hoy en día obsoleto y periclitado, que se explica solo por la situación de explotación empresarial de la época, por la miseria obrera en la Europa del siglo XIX. Pero que hoy en día no aplica, porque pocas personas estarán(13) dispuestas a trabajar más de la cuenta, de trabajar doce horas y que le paguen seis, es absurdo.

Tampoco vamos a meternos aquí con el oráculo de la “pauperización” (Veredendung), sobre la caída del capitalismo, y otros pronósticos mas bien desafortunados.

Estimados lectores: ¿Quieren hacer un ensayo de esta concepción? – les hago una apuesta: enfrenten cualquier conflicto que salga en los periódicos, y analícenlo como expresión de una lucha entre dos grupos “por los reales” que de allí surgen, o por ponerle la mano a algún negocio, o simplemente por mejorar la participación o remuneración de un grupo, —por más apolíneas que parezcan las razones—y verán que estarán muy cerca de su comprensión. Claro, estará demás incluir juramentos y otros puntos de honor bajo los samanes y arrayanes y cimbra-potros para salvar la patria sin meter la mano en el bolsillo, desde los Monagas pasando por Guzmán a Gómez, Pérez Jiménez, puros generales, puros hombres, y siguiendo y pasando por otros salvadores de la patria.

El respeto al derecho ajeno, otra vez, es la paz.

Obras citadas.

Barre, Raymond. Economia Politica. Ariel, Barcelona 1975.

Delumeau, Jean. Vita Economica e Sociale di Roma nel Cincuecento. Sansoni Editore, Firenze 1979.

Guitton, Henri. Économie Politique. Paris, Dalloz 1971. 2 tomos
Mendez Arocha, Alberto. La repartición de los panes en las empresas de servicio público. Venezuela Analitica.com, abril 2003.

Méndez Arocha, Alberto. La Pesca en Margarita. Historia y Descripción de los Métodos de Pesca del Edo. Nueva Esparta. FLSCN, Caracas 1963, 263pp., ils.

Niveau, Maurice. Histoire des faits économiques contemporains. PUF Paris 1966.

Phillip, André. Histoire des Faits Économiques et Sociaux. Aubier-Montaigne, Paris 1963.

Rodríguez Larralde, Edgar. On the origins of surrealism, Faber & Faber, London, 1962
Touchard, Jean. Histoire des Idées Politiques. Presses Universitaires de France, Thémis Paris 1970, 2 vols.

____________________________

>b>Notas

(1) Esta hipótesis ya la planteamos en nuestra tesis doctoral de 1973 en la Univ. de Paris I (Sorbonne).

(2)Esta cuestión de los criterios de explotación ha sido estudiada por otros aparte de Marx, entre ellos Schumpeter (History of Economic Analysis, p. 650), Böhm-Bawer y Marchal (Deux essais sur le marxisme), citados por Barre, 2:34 ss.

La explicación sola puede ser aceptada si existe concurrencia perfecta y si, además, el trabajo es el único factor de producción. Sobre casos de explotación por cualquier factor de producción se citan, aparte de Marx, las teorías de Pigou (adoptada por Robinson) cuando el trabajador no obtiene un salario igual o mayor que el valor de su producto marginal físico, que puede ser monopolístico o monopsonio; y la teoría de Gordon Bloom (en A reconsideration of the Theory of Exploitation en las Readings in the Theory of Income Distribution, p. 245; Cf. Barre “: 1: 68ss.) cuando la explotación puede ser deliberada o no deliberada.

(3) Véase Méndez Arocha, Alberto. Venezuela Analítica: La repartición de los panes de las empresas de servicio público. Abril 2003.

(4) Notemos que tradicionalmente, desde la época medieval, tanto en la actividad campesina como pesquera o artesanal, la repartición de la utilidad entre capital y mano de obra siempre ha sido 50/50. Es el caso de las “medianerías” entre el dueño de un terreno ocioso y quien lo arrenda para la siembra. Igualmente el caso que registramos cuando nuestra investigación en las rancherías pesqueras de la isla de Margarita (1963, p. 345) de repartir, igualmente, la ganancia en un 50% para el dueño del tren de pesca, y el otro 50% era para el personal, que se distribuían según la metodología de “trabajar a la parte”, es decir, según el peso de las actividades realizadas o asignadas (un bote gana una parte, un motor una parte, un vigía parte y media, un niño media parte, etc.).

(5) Esta fue la propuesta en nuestra tesis doctoral, mencionada antes, publicada por el Banco Central de Venezuela (Colección Estudios No. 10, 1973).

(6) Se utiliza e intercala aquí el texto de André Philip, Histoire des Faits Economiques et Sociaux; Paris, Aubier-Montaigne, 1963; con algunos comentarios nuestros.

(7) Nos viene a la mente aquella vieja canción de los sindicalistas de Chicago: “you will eat, you will eat, by and by, you´ll get pie in the sky when you die (that´s a lie!).

(8) Vease l´Almanach du Bonhomme Richard (que alcanzó, antes de la Revolución, una gran popularidad en Francia) del filósofo americano Benjamin Franklin. En sus Conseils à un jeune ouvrier se ratifican los secretos para lograr la felicidad: “recuerden que son los tiempos del dinero, y el crédito es el dinero…el dinero es de naturaleza prolífica; dinero genera dinero…”
(9) Citemos aquella “biblia” del puritanismo: Fear Gord/Work hard/Save money/Sex is dirty!
(10) Véase Lettre sur l´usure (1545), usura vorax, que decían los cristianos.

(11) Mencionemos los despliegues mas tarde, en los Estados Unidos, de aquellos grupos protestantes que prohibían el disfrute de los bienes heredados.

(12) Véase Rodríguez Larralde, Edgar. On the origins of su-realism. Londres, 1962.

(13) Quizás en medios muy aislados Otra vez recordamos los “entrampamientos” — ahora entre un pescador y el “armador” que lo financia. En una visita nuestra al Alto Ventuari hace unos cuantos años, al precio del motor fuera de borda el indio (creo que era un Yabarana) tenía que pagar al “racional” una cuota (en entrega de balatá) por los siguientes 20 años de su vida – dada la relación de los términos de intercambio… (los precios relativos).

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