Economía

Deroguemos los impuestos

La mejor tasa impositiva es cero. ¿Por qué y cómo funcionaría el gobierno sin impuestos? Buenas preguntas, pero primero entendamos bien el significado de los impuestos.

A lo largo de gran parte de la historia, bajo monarquías, emperadores, faraones y demás grandes y pequeños tiranos, los gobiernos eran dueños de todo, incluyendo la gente. La población estaba compuesta de súbditos, no de ciudadanos. Eso quiere decir que se trataba a la gente como vasallos, sujetos a la voluntad del gobernante.

Bajo tales sistemas, los impuestos eran una cruel manifestación de dominación y como los gobernantes eran los dueños de todo, la gente vivía en tierras que eran propiedad de los gobernantes y tenían que pagar por ese privilegio. No tenían derechos de propiedad sobre las tierras que cultivaban ni derecho a su propio trabajo y ningún derecho individual tenía protección legal alguna. Las leyes confirmaban el poder del gobernante hasta que gradualmente éste poder absoluto comenzó a ser confrontado y reducido.

Con el tiempo surgió la idea que los gobernantes eran gente común y corriente y no dioses. Entre el siglo XI y el siglo XVIII se fue desprestigiando el concepto del derecho divino de los reyes, a la vez que surgía la idea de que cada persona tiene ciertos derechos básicos y naturales, a la vida, a la libertad y a la propiedad. Si alguien quiere beneficiarse del trabajo o de la propiedad de otro, tiene que pedirlo. La soberanía yace en el individuo, no en el gobierno: eso es lo que distingue a un ciudadano de un súbdito.

Ese es el significado de la frase “el consentimiento de los gobernados”. Hay que obtener tal consentimiento si se va a gobernar a ciudadanos y no a súbditos. Y en una sociedad verdaderamente libre no hay excepciones a esa regla. John Locke, el filósofo político inglés, fue más lejos en el desarrollo de esta idea y sus implicaciones.

Pero a lo largo de todo ese tiempo había, claro está, una vehemente oposición de quienes creían saber la mejor manera como los demás debían vivir sus vidas. Lucharon con todas sus fuerzas, desplegando banderas tales como la tradición. Ese debate sigue vivo todavía.

Al igual que todos los tipos de extorsión, es difícil luchar contra los impuestos. Además que en el caso específico de los impuestos, los mismos que están supuestos a defendernos de extorsionistas y demás delincuentes son los entusiastas y leales extorsionistas.

Jueces, políticos, policías, agentes de todo tipo y funcionarios públicos de diferentes niveles siguen afianzados en la época feudal. En realidad se han vuelto peores que los extorsionistas, quienes al menos reconocen que son delincuentes. Pero los que están en el gobierno y aquellos que los apoyan creen que sus instituciones coercitivas son indispensables, algo así como la función de guardianes que despliegan los padres sobre sus hijos.

Esa gente está convencida de que lo que nos dan es tan indispensable y vital para todos nosotros que no tienen que pedir nuestro permiso para hacerlo, en la medida que gocen del apoyo de alguna porción importante de la población, a través de algún tipo de proceso democrático. Imponen sus “servicios públicos” con o sin nuestro consentimiento y para pagarlos confiscan nuestro dinero a través de impuestos.

El llamado a la abolición de los impuestos se está haciendo aquí y allá principalmente a través de exigencias de que estos sean reducidos. Tarde o temprano, los impuestos tendrán que ser reemplazados por algún tipo de pago por los servicios gubernamentales consistente con el principio de “consentimiento” del ciudadano. Mientras tanto, sigamos exigiendo que nos reduzcan los impuestos y privaticen los servicios para que los ciudadanos seamos más libres.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba