Economía

El ingreso al Mercosur

El perfeccionamiento de la incorporación plena de Venezuela al Mercado Común del Sur (MERCOSUR), en coincidencia con la conmemoración del primer aniversario de la suscripción del Protocolo de Adhesión al Tratado de Asunción y sus instrumentos conexos, está siendo motivo de un debate en torno a la conveniencia o no de la vinculación de nuestro país a ese proceso subregional de integración. La polémica desatada, como era de esperarse, trascendió el ámbito nacional para proyectarse hacia la región y más allá de ella, también.

Ese debate encuentra sus raíces en las reacciones que generaron los comentarios hechos públicos por el Presidente Hugo Chávez Frías, sobre la desacertada opinión del Senado brasileño acerca de una decisión soberanamente adoptada por nuestras autoridades. Con ese acto de total injerencia en los asuntos internos del país, la Comisión de Política Exterior del Senado de Brasil pretendía poner en entredicho el cabal ejercicio de los derechos democráticos en Venezuela y dar a entender la violación de las disposiciones vigentes en el MERCOSUR para preservar la democracia.

No extrañó que ese pronunciamiento brasilero se constituyese en un elemento adicional para seguir atacando y desacreditando las gestiones del Gobierno venezolano a favor de la integración latinoamericana y caribeña, en general, y de ingresar al MERCOSUR, en particular. Ataques y desacreditaciones que pusieron nuevamente en evidencia, más que el desconocimiento, la tergiversación de los hechos acontecidos, a los cuales mal supieron agregar la ausencia anunciada -por cierto, con mucho tiempo de antelación- del Presidente Chávez en la Cumbre celebrada en Asunción el pasado 29 de junio, al coincidir con otra misión de especial significación para la política exterior del país.

Las causas que, en nuestro entender, explican las dificultades que se enfrentan para concretar el perfeccionamiento del ingreso de Venezuela se localizan en planos muy distintos a los esgrimidos en el marco del debate en desarrollo. Por un lado, no es secreto para nadie los retrasos verificados en las tareas encomendadas al Grupo de Trabajo constituido al amparo del Artículo 11 del Protocolo de Adhesión para la instrumentación de los compromisos adquiridos con miras a la incorporación venezolana.

El origen de esos retrasos es producto de la falta de acuerdo en diversas materias de carácter comercial, en especial, sobre la liberalización del intercambio. Si bien la aprobación parlamentaria del Protocolo no está condicionada a la culminación de las labores del Grupo de Trabajo, no es menos cierto que los acuerdos alcanzados en el seno de esa instancia condicionarán, en buena medida, el acceso y la distribución de los subsidios tributarios que se generarán con la incorporación venezolana al esquema de integración, cuyos potenciales beneficiarios cuentan con una importante representación en los poderes legislativos que aún no se han pronunciado.

Por otro lado, y en relación a los pronunciamientos parlamentarios, es importante destacar que los tiempos utilizados por los poderes ejecutivos de Brasil y Paraguay para someter a la consideración de los respectivos congresos la incorporación venezolana, si bien tienen un origen diferente, la consecuencia y el contexto son similares; los retrasos que se constatan en el tratamiento parlamentario coinciden, a su vez, con los pronunciamientos en contra emitidos por los principales gremios empresariales de ambos países. La intencionalidad política, entonces, es más que evidente.

A todo ello se agregó, posteriormente, el supuesto ultimátum impuesto por el Presidente Chávez a los Parlamentos de Brasil y Paraguay. Tergiversación mayúscula de las palabras del mismo, quien tan solo pretendió establecer un plazo de espera que al término de los tres meses sugeridos sumarían quince desde la suscripción del Protocolo, tiempo suficiente para entender el mensaje negativo, o de desinterés, de los poderes legislativos de esos países. Al hacer tal pronunciamiento, nuestro Jefe de Estado está dignificando la incorporación del país al MERCOSUR y, de ninguna manera, pueden entenderse sus palabras como una injerencia en las agendas de esos Parlamentos. En Venezuela se tergiversaron los hechos una vez mas, con la complicidad de varios medios de comunicación internacionales que forman parte de la conjura en contra del proceso político en marcha en nuestro país.

Sin embargo, todos esos elementos factuales, algunos de ellos que podrían ser calificados como de anecdóticos, solapan la verdadera causa que efectivamente obstaculiza el ingreso de Venezuela al acuerdo subregional. Temática que es perfectamente conocida y comprendida por todos los gobiernos sureños.

Desde el inicio de su gestión, el Gobierno nacional ha priorizado la integración latinoamericana y caribeña como piedra angular de su política exterior, entendiendo que ella debe jugar un papel de especial relevancia en la inserción internacional del país y, por efecto de agregación, para la región considerada en su conjunto. Por ello es que en forma permanente y persistente ha venido postulando un estilo de integración que contrasta radicalmente con los ensayados desde finales de la década de los años 50 del Siglo XX.

Esa concepción de la integración entra en directa colisión con los intereses prevalecientes en varios países de la región y, por supuesto, alteraría de manera sustancial los tradicionales esquemas de acumulación establecidos a lo largo de más de medio siglo. Ese es el verdadero obstáculo que explica nuestra situación frente al MERCOSUR y no otro, u otros, que como lo indicamos anteriormente, ya podrían formar parte del largo anecdotario de la integración de América Latina y el Caribe.

Más allá de los excelentes resultados económicos que han cosechado los países del MERCOSUR en el marco de su aproximación con Venezuela, la evolución de los acontecimientos hasta el presente, dificulta hacer un pronóstico certero acerca de la vinculación venezolana al proceso. De primar la sensatez y la voluntad política de hacer de este esquema de integración una herramienta útil y válida para el desarrollo de sus Estados-Partes y como elemento clave de su participación en el concierto internacional, se allanaría el camino para esperar un pronto ingreso de nuestro país. Si, por el contrario, prevalecieran los tradicionales intereses que se han opuesto e impedido la genuina integración de los pueblos, continuaremos la cruzada integracionista por otros caminos que conduzcan, efectivamente, a la unión de las grandes mayorías.

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