Economía

El progresivo desabastecimiento del pueblo venezolano

Ante todo queremos indicar que la autoría de este artículo no es nuestra ya que está obtenido del noticiero español CAPITAL MADRID, con fecha 28 Diciembre 2007. Dado su alto interés y realidad de la actualidad venezolana nos permitimos transcribirlo para que el lector venezolano pueda tener fácil acceso a dicha información. Con ello comenzamos a transcribir íntegramente dicho texto:
“Chávez, claro, tiene un plan. Otro. Y ya van cinco años. Los venezolanos pasan las navidades con un invitado a sus mesas, el desabastecimiento, un acompañante ya tan habitual como la inflación desorbitada. En el petroreino de los sueños bolivarianos en estas fiestas el lujo no se viste de Cartier sino de tetrabrik de leche.

No hay que acudir a los números que hace ondear la oposición para palpar la dimensión de su huella. Incapaz de tapar el sol con un dedo, es el propio ministro de Finanzas, Rodrigo Cabezas, quien reconoce que la escasez en los supermercados supera el 60% en diez de los productos básicos y el 90% en el “blanco elemento”. Su capa de superrescatador le ha valido un trofeo de oro de las FARC y el respaldo de Sarko, que con su diplomacia atómica y a prueba de escrúpulos, no deja de pescar en las aguas revueltas -cuanto más turbias mejor- de todos los puntos cardinales. Pero en el petroestado bolivariano es más sencillo rehabilitar un viejo complejo petrolero de la Cuba soviética que llevar a la mesa de los consumidores azúcar, aceite y huevos. La ley del ensayo-error manda. La leche será la cobaya para comenzar a dar suavemente marcha atrás y experimentar ahora con la flexibilización de precios, “nada cercano al neoliberalismo”, juran los próceres de la economía bolivariana, por si las dudas.

Por supuesto no es oficial, pero por primera vez hay ligero cambio de ruta: ahora la solución es flexibilizar los controles que el Gobierno mantiene en 400 productos y servicios desde 2003 para tratar de domesticar al dragón de dos cabezas que ellos mismos han alimentado, inflación y desabastecimiento. A la vista de los resultados de cinco años de control estatal de los precios, en los que el puño de hierro gubernamental no ha hecho más que disuadir a los productores, espantar a los distribuidores y frenar el ciclo productivo interno. La necesidad obliga. Y ha levantado la mano con el impuesto a las transacciones financieras.

Chávez, tras el revolcón del referéndum constitucional, no quiere tentar más la suerte con el bolsillo de los venezolanos, constreñidos entre el deseo del consumo y la realidad de su producción nacional. De poco han servido los esfuerzos gubernamentales para acorralar con puño de hierro los precios, o para importar el pollo, la carne, los huevos, o la leche de otras latitudes donde mandan las simpatías bolivarianas. De menos aún, el recurso al descenso del IVA, del que los productos de alimentación ya están exentos. O la toma de control estatal de complejos ganaderos y empresas frigoríficas. Cebada con la gasolina del gasto público y el espejismo de la liquidez extrema (un mar de la abundancia de cerca de 150 billones de bolívares), la demanda interna no encuentra su techo, pero peor aún, no halla cómo verse satisfecha. El consumo ha crecido un 15%, hasta situarse fuera del alcance de la producción nacional, lastrada por un terreno de juego cada vez más limitado y hostil. «Acaparamiento y boicot de los productores» a la economía nacional, lo llamaba el gobierno, que desde el referéndum atempera más el tono de sus arremetidas contra productores y distribuidores. Hoy, sólo se habla de desabastecimiento.

Escasos, muchos productos y caros los demás. La inflación acumulada en el que, a golpe de boli dólares- gasto público mediante- alimenta el consumo interno. Los analistas cantan un futuro de vacas flacas no tan lejano. «Un año difícil para una economía complicada e impredecible», augura Maza Zavala.

Los números comienzan a contestar al bolivariano: en un país con una dependencia plena de la renta petrolera, el consumo doméstico de la gasolina más barata del mundo se ha incrementado un 24% en los últimos dos años, pero las exportaciones de gasolina al odiado vecino del norte, su principal cliente, cayeron un 62% en los primeros nueve meses de 2007. El músculo petrolero flaquea, la capacidad de producción petrolera está lesionada y, sin inyecciones de capital exterior, el impulso de Pdvsa, el buque insignia de la estrategia energética chavista, no mejora.

De unos 60.000 millones de dólares de ingreso probable por renta petrolera, quedarán en el país unos 4.000 libres, después de 40.000 en importaciones y 5.000 producto de la demanda anual de divisas y del pago de la deuda externa. Según la Cámara de Comercio la desinversión privada local e internacional asciende a 8.000 millones de dólares en 2007.

La subida de precios de la gasolina que se prometió a principios de año ha quedado convenientemente guardada en el «congelador» del gobierno, no está el patio para más presiones. La patronal y Datanálisis advierten que 2008 puede comenzar con síntomas deficitarios, con las reservas del Banco Central bajo mínimos y una inflación del 25%.

La asfixia ahoga también a la entrega de divisas. Paradojas bolivarianas, el paternalismo venezolano ha terminado por echar a los consumidores en manos del mercado negro, a él acuden para engañar al desabastecimiento y en manos de él se entregan para abrazar una dualidad monetaria que la reconversión hacia un bolívar fuerte con tres ceros menos, en circulación desde el 1 de enero de 2008 no parece encaminada a despejar.

El orgullo bolivariano le puede a Hugo Chávez. Tanto como para poner en peligro aún más el abastecimiento de bienes y servicios básicos. Lo ha demostrado al dejar en el «congelador» las relaciones comerciales con Colombia. Venezuela no sólo es su segundo socio comercial, es que el mercado venezolano se nutre de los sectores automotriz, alimenticio y manufacturero colombiano. El Plan B se impone. Chávez tira de ‘los de casa’ (Bolivia, Ecuador Nicaragua…) pero sus discípulos tienen problemas comerciales. Así las cosas, los tratos con Lula y los coqueteos con Cristina mandan. Y MERCOSUR, un espacio donde cambiar con más libertad los «cromos petroleros» por carne y otros productos básicos. Con la que le está cayendo en casa, el Chávez viajero se deshace en sus periplos bolivarianos esta Navidad. A quién le puede extrañar.

El año 2007 se las prometía felices para Álvaro Uribe. Pero al presidente colombiano le crecen las contrariedades y los vecinos incómodos. Cierra el año sin noticias de un TLC que George W. Bush le había jurado, no sólo para cristalizar una vía de intercambio preferente con su socio más incondicional en la región, sino como golpe de contención a la arremetida boliviariana en la zona, con el ALBA y Petrocaribe como arietes. Los TLC con Panamá y Colombia estaban llamados a ser su legado para Latinoamérica y, si no llegan a término antes de final de 2008, pueden terminar en aborto. La maldición del «pato cojo» se ha aliado con las tribulaciones de Uribe. No será por esfuerzos y gasto en lobby.

Tras la patada pública de Al Gore, la gira uribista por Estados Unidos fue un desfile de portazos de los demócratas. Desconfían de las bondades del aperturismo, advierten de los riesgos para sectores como el textil y el automovilístico estadounidenses y no están dispuestos a que los derechos laborales sean el precio a pagar. A los hombres de Nancy Pelosi, con el legislativo bajo control, les cuesta digerir los asesinatos de sindicalistas en Colombia, la mancha de los escándalos paramilitares y las consecuencias del TLC (TRATADO DE LIBRE COMERCIO) en un mercado donde los derechos humanos dejan mucho que desear.

Tampoco Bush, que agota sus últimos cartuchos en la Casa Blanca, ha dejado de presionar, con la idea de que los TLC son una prueba de si EE UU será o no un país que comercia con otros y que abre mercados.

Los más optimistas aguardan que el Congreso estadounidense dé luz verde al Tratado con Bogotá en marzo o abril, antes incluso que al de Panamá. No tanto por la euforia de los demócratas- que ni está ni se espera- sino porque el Tratado con el gobierno de Martín Torrijos tiene aún más obstáculos en su carrera, con su propia su propia maldición: en la Casa Blanca no hace gracia que Pedro Miguel González, un fugitivo de la justicia norteamericana, sea nada menos que el presidente de la Asamblea panameña.

El estancamiento le puede costar caro al comercio exterior colombiano, que sufre las consecuencias de la ruptura con Caracas y quedaría en desventaja frente a Centroamérica y Caribe (beneficiados de CAFTA), sobre todo si no renueva las preferencias arancelarias del Atpdea en marzo. Vehemente, Álvaro Uribe aseguró que firmaría ese tratado «así llovieran rayos y centellas», pero va a tener que esperar a que granicen muchas más, quizá sobre la cabeza de su heredero en el Palacio de Nariño, el último mes ha ascendido hasta el 18%, y el motor de su alza no han sido precisamente los bienes de lujo. No es nada innovador. Los desajustes son de manual en una economía que aspira a la autarquía energética, que se nutre tan sólo de la renta petrolera y la confianza en la escalada de los precios del crudo.”
Sí nos permitimos añadir de nuestra propia autoría la siguiente consideración económica venezolana:
Según indica el diario venezolano EL UNIVERSAL, en su sección de Economía con fecha 2 y 8 Enero 2008, la masa monetaria total que existe actualmente en circulación en Venezuela asciende a 155000 millones de Bolívares Fuertes a fecha 31 Diciembre 2007 y una inflación del 22,5% frente a la prevista por el gobierno que era de un 12%. La desviación no puede ser más perjudicial y demuestra que no está dominada ni la política económica de dicho gobierno venezolano es la adecuada.

Pero si a esto añadimos que el BCV reporta que existen a estas fechas un total de reservas que ascienden a $USA 33268 millones, es evidente que la relación o ratio existente entre Bolívar y Reservas es la siguiente:
155000000000: 33268000000 = 4,659131899.

Por consiguiente existen en circulación 4,66 Bolívares Fuertes por cada $USA que tiene el BCV, quedando el resto como masa monetaria fiduciaria, es decir, sin respaldo alguno, aún cuando (no recordamos exactamente que autoridad venezolana lo ha dicho, recientemente) dicen que Venezuela tiene $USA 72000000000 en concepto de reservas internacionales
Siendo así y dando crédito a estas cifras, nos preguntamos en qué bancos extranjeros están depositadas (un total de $USA 32732000000), quien controla esa cantidad y por qué no aparece en el balance económico del BCV?.

Por tanto, el Bolívar Fuerte al cambio de equivalencia encaja dentro de la realidad económica actual de Venezuela y en ese caso el Bolívar (viejo) estaría a un cambio de $USA = 4659 Bolívares (viejos) por lo cuál el cambio de 2150 Bolívares (viejos) o 2,50 Bolívares Fuertes por un $USA demuestra que el bolívar sigue estando sobre valorado. Al menos ese es nuestra modesta opinión y naturalmente continúa existiendo masa monetaria circulando que es totalmente fiduciaria.

Ahora bien si se considera como real esta cifra dada por dicha autoridad venezolana, resultaría:
155000000000:72000000000 = 2,15 Bolívares Fuertes o lo que es igual a 2152,7 Bolívares viejos.

El gobierno venezolano sabrá la realidad del tema.

(*)DIPLOMADO EN PLANIFICACION Y ADMINISTRACION DE EMPRESAS
(UNIVERSIDAD POLITECNICA DE MADRID)

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