Economía

El reparto de la renta petrolera, 2010

En sentido estricto el máximo de renta petrolera se logra cuando el producto se vende al precio mayor que aguante el mercado, valga decir los consumidores. Pero su repartición ha variado con el tiempo.

Históricamente, en los años heroicos después de la Primera Guerra Mundial la posición de las firmas multinacionales era dominante, y se apropiaban de la mayor parte del valor agregado generado por el negocio, digamos 80%, dejando diez para el país productor y otros diez ( %) para los impuestos del país consumidor.

Después de la Segunda Guerra, con las crisis de los setenta, los países productores dentro de la OPEP fueron logrando ajustes en su favor, y lo mismo del lado de los países desarrollados consumidores (impuestos al onsumo).

Todo esto se ha logrado mayormente con una modificación de los precios, porque el mercado lo permitía, el precio todavía estaba por debajo de “la disposición a pagar” de los compradores. Esta fue, por cierto, la propuesta en la tesis de doctorado nuestra de 1973, en la Universidad de Paris I (Sorbonne), publicada por el Banco Central de Venezuela.

Con estas modificaciones, podría aceptarse que la renta generada por el negocio se compartía a partes iguales entre petro-estados, multinacionales y gobiernos de países consumidores desarrollados.

Pero de repente apareció a comienzos del XXI la angustia en el mercado internacional de hidrocarburos : entró la sospecha cierta que el petróleo tradicional liviano y mediano se estaba agotando, literalmente acabando, que la humanidad se había engullido las reservas del planeta en solo un siglo. Una tremenda barbaridad, un desquiciamiento, incluso ecológico.

Que es parte de la saturación general de los recursos naturales de la tierra para abastecer la creciente población, — que forma parte de los límites del crecimiento de la humanidad planetaria.

Comoquiera que los factores de producción se apropiaron ya de toda la renta disponible, y no es posible seguir aumentándola, porque los consumidores no pueden seguir financiándola, estamos ante una disyuntiva, otra “revolución energética”.

¿Cuál camino queda a seguir?

No les queda sino, a los propietarios actuales de la renta, de darle cabida en la repartición a un cuarto, quizás también a un quinto, socio: el consumidor (a través del “excedente” que quede) – y eventualmente al no-consumidor (subsidiar a las poblaciones pobres sin poder adquisitivo). Le toca conceder a los gobiernos industrializados, pensamos nosotros.

La otra salida, más ecológica, es cambiar los patrones de producción y consumo de las poblaciones especialmente opulentas, aplicando el sistema de precios, una solución difícil políticamente.

Al final, la repartición de la renta es el mejor indicador de la justicia social, dicen por ahí. Nuevos tiempos, nuevas costumbres, nuevos amores. ¡Buen provecho!

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