Economía

El reto es pasar de bananeros a desarrollados

Con las nuevas realidades surgidas a raíz de la invasión a Irak, quedó en evidencia lo erróneo de la política de pretender convertir a nuestro país en una república bananera a cambio de seguridad, colocando en peligro nuestra integridad territorial y condenándonos a la pobreza y al atraso tecnológico.

Debemos caminar con nuestros propios pies para vivir en un ambiente de prosperidad. Tenemos todas las condiciones para ello.

Recursos naturales en abundancia, no sólo el hierro, el petróleo y el aluminio, sino muchos otros, como el oro, el cacao, la madera, el ganado vacuno, etc., que deberían servir de puntales, no sólo para una poderosa industria aguas abajo, sino para el desarrollo de otras industrias como la de orfebrería, del mueble, del chocolate, del cuero y del calzado, por sólo mencionar algunas.

Tenemos un mercado interno lo suficientemente grande para soportar el desarrollo de numerosas industrias, además del regional. Con mercados similares alcanzaron su desarrollo muchos países.

También un capital, que si no abunda, con una política inteligente de ahorro puede apuntalar nuestro desarrollo. Pero sólo si se hace accesible al inversor, con tasas de interés racionales, y no con la especulación desaforada que impone el sistema financiero, que ahoga el desarrollo y que explican el porqué las ganancias del sistema alcanzaron un billón, doscientos mil millones de bolívares durante el año 2002, en un país caracterizado por una crisis económica profunda.

Y además, el país cuenta con una fuerza laboral de decenas de miles empresarios y obreros calificados de una pequeña y mediana industria que prácticamente desapareció con la embestida neoliberal; y más millón de universitarios y técnicos, que pueden, si reciben verdaderos estímulos crediticios y apoyo sólido del Estado, servir de pivote al desarrollo de una gran industria nacional.

Entiendo la aprehensión que existe ante el peligro que, siendo exitosos, se conviertan en una nueva clase empresarial oligárquica, que se empine sobre el resto de la sociedad, tal como sucedió en México a raíz de la revolución y que castró las inmensas posibilidades de desarrollo de ese país, tal como lo explicó, creo que Carlos Fuentes, cuando lo entrevistó Soler Serrano.

Pero esa desviación ya tuvo una solución en los países desarrollados, estrictas leyes impositivas y democratizar el capital.

No hemos visto planes gubernamentales concretos dirigidos al apoyo a ese sector. Aunque pudiéramos entender que ahora es que comienza a perfilarse su proyecto económico, y no sabemos si, así como hay un banco del pueblo y uno de la mujer, se crearán instituciones que faciliten créditos preferenciales para profesionales y empresarios con experiencia de la PYMI. Tampoco sabemos si el plan turístico pretende consolidar al país como un enclave colonial, cediéndole la industria al capital extranjero, tal como ocurre en las paupérrimas islas del caribe, en que de la industria turística sólo reciben migajas. O si por el contrario, se estimulará la inversión nacional y el correspondiente crecimiento económico, tal como hizo España.

Hay que recordar ese enorme grupo de profesionales, empresarios y obreros especializados, ha tenido y tendrá una participación decisiva creciente en los procesos políticos del país. El partido o grupo que ofrezca una política que satisfaga sus aspiraciones, tiene asegurado la conquista del poder. No hacerlo, sería repetir el craso error de los años 60, en que se despreció a lo mas granado de nuestra juventud profesional, para entronizar en los principales sectores del poder a unos sargentones políticos, acomplejados, corruptos e incapaces, que desbancaron y arruinaron al país.

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