Economía

El tren de la globalización

La globalización ha sido satanizada por el socialismo salvaje (o castro-comunismo), presentándola a los ignorantes como el mayor enemigo de la humanidad. Esfuerzo vano, porque la globalización es una realidad ineludible e imparable, que desde su comienzo viene arrollando al país o pueblo que se aparte de ella. El dilema es sencillo: O nos globalizamos o nos hundimos en la miseria. Tenerlo claro es vital para nosotros.

En su obra “La tierra es plana”, Thomas Friedman distingue tres momentos históricos de la globalización.

Perdimos el tren por culpa de España
La globalización comenzó hace cinco siglos con el descubrimiento, conquista y colonización de América. Tal vez sea la razón del odio de los castro-comunistas a Colón. Ellos hubiesen preferido que América hubiese seguido aislada y desconocida, para que los Guacaipuro de la edad de piedra continuasen con sus costumbres bárbaras y su economía de trueque.

Con la colonización del Nuevo Continente, que dio origen al comercio con Europa, arrancó el tren de la globalización, empleando tres siglos en su primer trayecto hasta llegar a la estación de la revolución industrial. En este trayecto el principal agente de la integración global fue la cantidad de fuerza de tracción de sangre (hombres y caballos) que tenía cada país y cuánta se podía desplegar de manera creativa. De allí el porqué de las colonias que surtían de mano de obra barata de esclavos e indígenas. Para cuando el tren de la globalización llegó a la estación intermedia Venezuela se había quedado atrás por el atraso ideológico y la decadencia económica de España, la que arrastraba a sus colonias. España no se incorporó al capitalismo cuando su aparición significó una revolución en la economía mundial.

Las petroleras extranjeras nos montaron en el tren
Pasada la estación intermedia, a comienzos del siglo XIX, el tren de la globalización recorrió el trayecto de dos siglos, desde 1800 hasta 2000. En esta etapa su principal pasajero fue la empresa multinacional, que se expandió a partir de la revolución industrial para lo cual adoptó la forma jurídica de la sociedad anónima, utilizada principalmente por ingleses y holandeses. Las multinacionales globalizaron el mundo en mercado y en mano de obra.

En este trayecto el tren de la globalización se vio impulsado por la caída de los costes del transporte, debido a la invención de la máquina de vapor y del ferrocarril, y luego, ya en el siglo XX, por la caída de los costes de las telecomunicaciones, gracias a la expansión del telégrafo, de los teléfonos, de los ordenadores personales, de los satélites, del cable de fibra óptica y de la primera versión de la World Wide Web. Para ilustrar el impacto revolucionario de esta nueva globalización no hay más que recordar que cuando en 1992 Bill Clinton fue elegido presidente de Estados Unidos, prácticamente nadie tenía correo electrónico aparte de los integrantes del gobierno y del mundo universitario. Lo mismo podría decirse aquí del año en que se instaló el segundo gobierno de Caldera.

Fue en esta etapa cuando Venezuela se montó al tren de la globalización. Nos subieron a este tren las multinacionales petroleras con las cuales se inició realmente el capitalismo en nuestro país. Después de la nacionalización, la democracia nos compró asiento de primera clase. Allí viajábamos hasta que los castro-comunistas nos bajaron
Estamos a punto de perder el tercer bala
A partir de 2000 el tren de la globalización adquirió la velocidad del sonido con la cual lleva andado lo que va del Tercer Milenio. Es ahora un tren bala, o de alta velocidad, que por donde ha pasado ha producido una revolución en el sistema de producción, desplazándolo de la empresa al individuo, al ser humano individualmente considerado, exigiéndole estar preparado para colaborar y competir a escala global. Son los programas informáticos (toda clase de aplicaciones nuevas) unidos a la creación de una red global de fibra óptica que nos ha puesto a todos puerta con puerta.

A Venezuela los castro-comunistas la han bajado del tren de la globalización cuando éste había adquirido mayor velocidad, sólo para comprar las chucherías del atraso que venden esos buhoneros ideológicos que son los cubanos. Allí está entretenida perdiendo el tiempo. Ahora, para alcanzar el tren, tendrá que montarse en un cohete.

Montar a nuestro país ya, de prisa, en el tren de alta velocidad de la globalización, mandando al diablo a los castro-comunistas, sólo podrá lograrse cambiando de gobierno, único modo de que, dentro de unos diez años, estemos haciendo en Venezuela mucho de lo que hoy se está haciendo en Estados Unidos. Todas las cosas se podrán hacer desde aquí, a kilómetros de distancia de quien las encarga, en virtud del milagro de la tecnología. Pero eso sólo lo conseguiremos si nos montamos ahora mismo en el tren que va disparado cambiando todo a su paso.

FRASE
A Venezuela los castro-comunistas la han bajado del tren de la globalización cuando éste había adquirido mayor velocidad, sólo para comprar las chucherías del atraso que venden esos buhoneros ideológicos que son los cubanos. Allí está entretenida perdiendo el tiempo.

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