Esto no es una pipa

(%=Image(3926587,»L»)%) Un famoso cuadro del surrealista René Magritte que representa una pipa, contiene en su base la frase “esto no es una pipa”. El mismo humor, que surge del absurdo y de la contradicción manifiesta, es el que aplica nuestro Presidente cuando critica al neoliberalismo salvaje que acabó con la economía argentina, cuando análogamente la revolución bolivariana está acabando con la economía venezolana. Según su humor surrealista, la fuga de capitales neoliberal no es la fuga de capitales bolivariana.

La creciente desocupación produce protestas, cacerolazos y marchas que sacuden a la nación. Los ciudadanos compran dólares por temor a la devaluación, esfumando las reservas. El gobierno sube los intereses para contener la estampida, haciendo inviable cualquier inversión productiva. Los industriales cierran sus plantas y se dedican a importar. El exceso de gasto público incrementa desmesuradamente la deuda y el riesgo-país. Se deteriora la popularidad del gobierno, que se encierra en el refugio neoliberal de la macroeconomía, ciego a su desplome. ¿De qué país estamos hablando? Protegiendo su repliegue autista, nuestro Presidente ha colocado un cartel que dice “esto no es Argentina”

Recuperar la brújula

El presagio de la Rua aparece marcado con fuego en el horóscopo de Chávez, induciendo su inmolación. Sin embargo, sin traicionar sus ideas humanitarias, el Presidente podría aun cambiar su destino asumiendo el rol Duhalde o sea el papel de su propio sucesor, que significa llamar a la conciliación nacional, convocando a las mejores cabezas del país en torno a un programa revolucionario moderno y realista, no discursivo. Pese a la desbandada oficialista habrá compatriotas dispuestos a jugarse por la institucionalidad. En tal sentido, y como es costumbre, esta columna presenta una propuesta concreta de escenario programático, previas dos reflexiones:

– A la Argentina no la hundió la convertibilidad sino el vivir de prestado. El cambio fijo, que goza de la simpatía del presidente Chávez y figura como objetivo en su programa de gobierno (y es de esperar que permanezca) no es culpable de la crisis argentina, excepto en cuanto a que su capacidad de crear confianza pueda ser aprovechada para endeudarse barato burlando su sentido, que es precisamente lo que pasó allá. Paradójicamente un mecanismo disciplinador del gasto público se transformó en su pervertidor.

– Como allá, existe aquí una fundamentada expectativa de devaluación que debe ser resuelta. El Presidente la rechaza para proteger el poder adquisitivo de los pobres, criterio acertado hasta el punto en que un exagerado nivel de desempleo lo desvirtúe, tal como sucede hoy. El ajuste cambiario incrementará la competitividad, el empleo y en definitiva el ingreso familiar.

Escenario programático

Con 4 propuestas concretas: 1- Adelantando el derrotero de la agotada banda cambiaria, devaluar el bolívar un 19%, colocando el dólar a Bs.950, y fijarlo a ese nivel con el respaldo de una canasta monetaria de composición flexible dentro de parámetros determinados que generen confianza y frenen la fuga del ahorro. Acompañar la decisión con un paquete de medidas que aseguren el equilibrio fiscal, la baja de intereses y el control de la inflación, promoviendo la inversión y el empleo.

2- Renegociar nuestra cuota de la OPEP en consonancia con nuestras reservas, que son las mayores del mundo. En sintonía con la aproximación cubano-norteamericana, propiciar un acuerdo de autoabastecimiento continental con Estados Unidos que nos permita recuperar en una década nuestra posición de primer exportador mundial, a cambio de inversión masiva que asegure la eliminación de la pobreza en igual lapso.

3- Abrir el mercado petrolero al capital nacional para canalizar el ahorro y revertir su fuga. Inducir el pago de las regalías petroleras en acciones de las compañías operadoras, para ser distribuidas igualitariamente entre los ciudadanos a través de sus fondos de pensiones, asociándolos al negocio.

4- Nombrar un equipo económico capaz de llevar el plan adelante en forma creíble para el país y el mundo.

Entonces aplicaría la glosa de Magritte ante su cándido auditorio “claro, no es una pipa sino su representación”.