Guerra de monedas
El mundo recuerda con fruición cómo el proteccionismo y las devaluaciones durante la Gran Depresión de los años 30 agravaron el masivo desempleo y el descalabro económico que se inició con el colapso de la bolsa en Wall Street.
Afortunadamente, la dolorosa lección fue aprendida y durante la crisis financiera de 2008, los gobiernos del G-20 aplicaron estímulos fiscales para abortar una nueva depresión. Han sido razonablemente exitosos; pero hay brotes de proteccionismo directo o encubierto en los países industrializados principalmente.
La guerra de las monedas forma parte de un reacomodo más profundo de la economía mundial con elementos geopolíticos. Occidente teme el surgimiento de Asia, particularmente de China y la India. Ahora resulta que, por mantener el yuan subvaluado, es culpa de Beijing que la economía mundial no se recupera. Es esta una visión simplista y sesgada del problema de fondo.
Europa, Norteamérica y el FMI quieren que China revalúe su moneda; pero sólo ven la astilla en el ojo ajeno. Estas regiones deprecian sus monedas para incentivar sus exportaciones y demandan a Beijing apreciar la suya. Resulta que China si ha apreciado su yuan, al igual que otras economías emergentes como Brasil y Corea del Sur. Ha aplicado dos mega programas de expansión fiscal que han facilitado la reactivación económica, ahora que es la segunda economía del planeta. Beijing resiente una singularización que estima injusta e incorrecta.
Se gesta una nueva división internacional del trabajo y un reordenamiento de las productividades del capital y el trabajo que demandan la cooperación de todos para que los pueblos se beneficien equitativamente de la revolución tecnológica y la globalización.
