Economía

II Cumbre de la Opep someterá a Venezuela a dura prueba

¿Qué harán con los mendigos y recogelatas que deambulan por los alrededores del Hilton?

¿Cuántos agentes patrullarán los barrios si casi todo el cuerpo policial estará destinado a prevenir incidentes en los escenarios de las discusiones y
conferencias?

¿Cómo harán esos invitados de lujo para salir del Eurobuilding y no quedar atrapados en las colas de la autopista?

Estas son algunas de las interrogantes que, a diario, se formulan los organizadores de la II Cumbre de la Opep que reunirá del 28 al 30 de septiembre próximo a
más de 400 personalidades, entre quienes figuran emires, jeques, príncipes, presidentes y ministros de países petroleros, muchos de los cuales son actores de
conflictos internacionales y temen por su seguridad.

Nadie duda la importancia de este magno evento que por primera vez en 40 años convoca a líderes de naciones productoras del crudo con el propósito de hacer un
balance de la Organización fundada en 1960 y que hoy constituye un poderoso instrumento que resiste a las presiones de los países más ricos, grandes
consumidores de esta fuente de energía.

Pero mucho agua ha pasado bajo los puentes, y la Opep no sólo quiere revisar su historia, sino también proyectar una imagen nueva que corresponda a los tiempos que vendrán. Para Venezuela, que actualmente ocupa la presidencia de la Organización, esta será su oportunidad de oro para «vender» la política
internacional autónoma y soberana que impulsa el presidente Chávez, al tiempo que intentará fortalecer la unidad de las naciones miembros, muchas de ellas enemigas entre sí; y consolidar el liderazgo de la OPEP como instrumento de negociación ante los países consumidores de petróleo.

Los ojos del mundo, aquí

Durante dos días, Caracas concitará la atención mundial y servirá de excusa a un gobierno que trata -a veces con dificultades promocionar su «revolución» política. Pero conviene también no ignorar que el país continúa en el letargo de una crisis económica que, si bien ocurrió hace 10 ó 15 años, no termina de saborear el éxito, a pesar de las cifras optimistas que el Primer Mandatario suele exhibir en sus cadenas de radio y televisión.

Sacudida hace menos de 8 meses por una tragedia que prácticamente colapsó al litoral central, Venezuela no se ha recuperado totalmente de la debacle económica de la última década y hoy es un hecho frecuente el despido de trabajadores por efecto de los cierres de empresas y fábricas, lo que incrementa los niveles de
desconcierto, violencia y protestas.

Es en este contexto económico y social donde más de 300 personas se darán cita, razón por la cual los organizadores de la II Cumbre, a realizarse en Caracas, están obligados a cumplir y demostrar que los venezolanos poseemos la capacidad para organizar eventos de esta categoría y exigencia.

Caprichos y enemistades

El costo de la Cumbre será de 5 mil millones de bolívares, aunque en realidad la Cancillería había solicitado 8 millardos, cantidad que el presidente Chávez se negó a otorgar. El dinero, que saldrá de las arcas de Pdvsa y proviene del Fondo de Inversiones, se empleará en la logística protocolar y comunicacional del evento, ya que con los invitados acudirán corresponsales de la prensa y expertos petroleros de
los países no Opep.

Quienes han formulado críticas a la realización de la Cumbre, emplean, no sin razón, el argumento del elevado costo, habida cuenta que las personalidades
invitadas están habituadas a niveles de exigencia que harían palidecer de envidia o de vergüenza al multillonario Donald Trump. Se ha sabido, por ejemplo, que los diez países participantes Argelia, Indonesia, Irak, Irán, Kuwait, Libia, Nigeria, Qatar, Arabia Saudita, Emiratos Arabes Unidos- desean ser trasladados en Mercedes Benz blindados, cuyo costo mínimo no baja de los 700 millones de bolívares,
situación que no estaba presupuestada, según explicó un funcionario de la Cancillería que por razones obvias prefiere el anonimato.

Este mismo funcionario relató que la representación de Kuwait -ya el príncipe heredero Sheikh Saad alAbdullah al Sabah, confirmó su asistenciaexigió no ser ubicada en la misma mesa del vicepresidente, ministro y delegados de Irak, país con el cual mantienen disputa desde la llamada «Guerra del Golfo». Debido a esa
enemistad, se supo que los kuwaitíes solicitaron les asignaran todo el hotel Meliá Caribe, y ante la imposibilidad del Gobierno de cumplir tan elevada petición, los representantes de este país (más pequeño que el estado Lara) preguntaron cuánto costaba el hotel, ya que estaban dispuesto a adquirirlo.

Otra representación que ocasionará atención especial es la de Indonesia, cuyo presidente Abdurrahman Wahid, a pesar de haber sufrido dos derrames cerebrales está dispuesto a venir, junto a una delegación de 100 personas. Debido a su delicada salud el mandatario indonesio pidió tener a su lado tres ambulancias
dotadas con médicos especialistas en terapia intensiva y equipos de auxilios de primera línea. De hecho, una clínica privada tendrá reservada desde el 15 de septiembre toda una ala del edificio para internar al mandatario, en caso de ocurrir una recaída.

Exigencias de seguridad

Por su parte, la delegación iraquí concentra sus peticiones a inexorables medidas de seguridad y en tal sentido traerán agentes suyos con instrucciones para rechazar por la fuerza si es necesario a quien se aproxime al vicepresidente, Taha Yassin Ramadan, quien también confirmó su asistencia. Por esas mismas razones extremas de vigilancia, el hotel donde estarán alojados los iraquíes no será dado a conocer ni siquiera a los oficiales de nuestra policía y se sabe que agentes de ese país actuarán como mensajeros y porteros del hotel, emulando una suerte de guión
cinematográfico que las autoridades, empezando por el propio Saddam Hussein, transcriben a su realidad, tan impregnada de conflictos internos con los kurdos como
sus «enemigos del infierno» que no son otros que Kuwait, Estados Unidos y Gran Bretaña. Otra situación que ha puesto a correr a la Cancillería es que el emir de Qatar, Sheikh Hamad bin Khalifa al Thani exige grandes cantidades de agua mineral de una marca francesa (Evian,) y no desea escuchar ruido alguno después de las 9 de la noche.

Asimismo, la representación de Irán, encabezada por su presidente Mohammad Khatami, hicieron llegar su lista de condiciones, al tiempo que exigen un lugar amplio y despejado en el hotel donde se alojarán para destinarlo a las tres oraciones diarias de los islámicos.

Por ello, no desean ver imágenes de otras religiones en las instalaciones del hotel y posiblemente rendirán una visita a la mezquita ubicada en el bulevar Amador
Bendayán, por tanto no desean la presencia de mujeres (ni siquiera periodistas) en ese lugar sagrado.

Como un hecho anecdótico, nuestro informante relató el incidente, por demás vergonzoso, que debió pasar el general Rosendo, encargado de la seguridad de la
Cumbre, quien al escuchar las peticiones de los países invitados, fue sorprendido por la embajadora de Nigeria quien, en su humildad, tomó la palabra para
solicitar solamente que no exigía otra cosa más importante que la reparación de los huecos de la calle en donde se encuentra ubicada la Embajada aquí en
Caracas.

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