Economía

Inflación perfecta

Varias dinámicas en desarrollo revelan para Venezuela, por primera vez
en 3 años, un cambio radical en las tendencias económicas. Hacia mucha
mayor inflación y un más lento crecimiento.

El consumo viene creciendo a un ritmo más alto que el igualable por
cualquier aparato productivo, aunque el PIB crezca más de 20% en dos
años, como fue el caso nuestro en 2005-06. La gran discrepancia entre
producción y consumo hubiera desatado entonces una grave e inflacionaria
escasez, si no fuera porque la economía comenzó a importar a un ritmo
frenético e inicialmente había capacidad de producción no utilizada.

Hoy, la oferta nacional ya no puede crecer a la velocidad previa, y
aunque las importaciones casi se duplicaron respecto a 2004, hasta $32
millardos, ya está claro que la economía está recalentada y el gobierno
debe actuar.

Es por ello que la inflación general se aceleró en un 50% durante el
2do. semestre de 2006; en el caso de los alimentos, fue de un 100%. A
pesar de la avalancha importadora, que en volumen volvió a crecer más
del 30%, y del esfuerzo empresarial por elevar la oferta.

Aunque estos indicadores son alarmantes, el gobierno, sin tener un plan
anti-inflacionario formal, ha dicho que su meta es 12% de inflación este
año. Lo cual deja en evidencia que los ministros no tienen idea del
problema que manejan. Especialmente si se considera que el ritmo
inflacionario actual está más cerca del 23% registrado en los meses
recientes que del 17% reportado para todo el año 2006, cuyo 1er.

semestre fue «normal».

Pero lo realmente grave es que las autoridades están dando tratamiento
político a un problema esencialmente económico. Si la raíz del asunto
está en que la demanda supera a la oferta, lo elemental es estimular la
oferta y restringir la demanda, hasta alcanzar un nuevo equilibrio
dinámico entre ambas fuerzas del mercado. Sin embargo, el gobierno se va
por el camino equivocado, estimulando la demanda y reprimiendo la
oferta.

Es decir, reduciendo el IVA y arremetiendo contra los circuitos
comerciales.

Eliminar el IVA para algunos renglones y reducir la tasa para el resto
es una medida netamente efectista, que parece popular, pero esconde un
alto potencial inflacionario ulterior. Popular porque el precio que paga
el consumidor bajará «inicialmente» en proporción al IVA reducido. Pero
efectista porque no ataca la causa del fenómeno, que es una demanda muy
por encima de la oferta. De hecho, agrava el problema. Porque ahora los
consumidores dispondrán para gastar en el mercado de más bolívares (los
que dejan de pagar en IVA), con lo que elevarán su demanda. Es decir, lo
opuesto a lo necesario para acabar la escasez.

La represión comercial, por su parte, tiene efectos negativos por el
lado de la oferta. Inhibe y ahuyenta la nueva inversión, que es lo
requerido para expandir la capacidad de operación de los circuitos
comerciales y productores. Y desestimula la producción corriente al
vulnerar la rentabilidad.

Aumento en demanda y represión de oferta es un cóctel explosivo en
materia inflacionaria. Como las otras orientaciones del gobierno siguen
su curso, gasto fiscal y exceso de moneda entre otros, las recientes
medidas tendrán un efecto bumerang. Condiciones de «tormenta perfecta»,
como diría un climatólogo.

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