Economía

Inflación, producción y devaluación

Preocupado el gobierno por el efecto inflacionario que pudiese tener el aumento de la tasa del IVA desde 12% a 14%, optó por posponerlo esperando la recuperación de los precios del petróleo para de esa manera tratar de cubrir el amplio déficit que presentan las cuentas del gobierno. Es indudable que en un contexto donde la tasa de cambio de Bs 2,60 por US$ fue devaluada 65%, los precios de los bienes regulados experimentarán un ajuste inevitable y  la elevación de la alícuota del IVA agregaría uno puntos adicionales a la tasa de inflación y si ello se combinaba con la reinstauración del impuesto a las transacciones financieras, es claro que la inflación tendría que subir aún más por el efecto costo que todo impuesto trae aparejado.

Cierra 2010 con una tasa de inflación de 28%, superior a la meta de 23% fijada por el Ejecutivo y mayor también  al incremento  de 26% de los precios durante el año previo, a pesar del entorno recesivo que sufre la economía. Esta inflación de Venezuela es la más alta entre las principales economía emergentes y denota un fracaso rotundo de la política económica porque ella ocurre en medio de un control de cambio y una regulación estricta de los precios. Pero ese fracaso se pone de manifiesto en el gráfico adjunto  donde se evidencia la seguidilla de incumplimientos de las metas de inflación que se trazó el gobierno. Por ello no se entiende la reacción del ministro Giordani acusando a los economistas de mentir cuando en realidad el irresponsable ha sido el gobierno que anuncia un objetivo de inflación y no lo cumple. Tasas de inflación altas como la venezolana están golpeando severamente el poder adquisitivo de los trabajadores y condenando a la pobreza a muchos hogares.

 

En lo relativo al crecimiento económico, el desempeño de la economía bajo la conducción del ministro Giordani no ha podido ser peor. Después de registrar la economía venezolana una expansión prestada debido principalmente al aumento de los precios petroleros, ha caído en barrena por dos años seguidos al punto de ser la única economía de América Latina actualmente en recesión. Ello a pesar del aumento significativo de los precios del petróleo, especialmente durante 2010. Así, para 2009 estimó el gobierno una tasa de crecimiento del Producto Interno Bruta (PIB) de 6,0 y la economía se contrajo 3,3%. Pero tampoco le fue bien al ministro Giordani en 2010, al proyectar que la economía crecería 0,5% y terminó con una caída de 1,9%. Entonces ¿quién es el que miente en Venezuela? Claramente, no ha estado acertado el doctor Giordani en sus pronósticos y con ello ha arrastrado al presidente Chávez quien igualmente ha errado públicamente al repetir lo que le documentan desde la cartera de las Finanzas Públicas.

 

En materia de tipo de cambio, conviene apuntar que en el proyecto de Ley de Presupuesto de 2011 presentado por el gobierno y sancionado por la Asamblea Nacional en noviembre se estableció que el esquema cambiario no sufriría modificaciones y que los tipos de cambio oficiales aplicados en se mantendrían en 2011. Al estudiar ese presupuesto rápidamente advertimos a finales de noviembre que la devaluación del bolívar vendría durante el primer trimestre de 2011 debido al enorme déficit que el mismo presentaba. Sin embargo, antes de que repicaran las campanas anunciando el fin del año 2010, ya el ministro Giordani se adelantó señalando una devaluación de 65% de la tasa de cambio oficial de Bs 2,60 por US$, el mismo Giordani que un mes antes en un discurso ante el parlamento había afirmado que no habría devaluación del bolívar durante 2011. ¿Cómo se le puede creer al ministro Giordani? Lamentablemente fundió la credibilidad y por eso es que los anuncios económicos en Venezuela no tienen ningún sentido ni valor cuando provienen de gente que persistentemente se ha equivocado.

La devaluación anunciada al estar ausente un conjunto de políticas fiscales y monetarias de complemento, aparece como una acción desesperada para extraer de la población ingresos fiscales con los cuales financiar parcialmente el gasto público durante 2011. Se trata de una devaluación similar a las anteriores, con fines estrictamente fiscales y por ello es que tiene esa carga inflacionaria que no deja quieta a la economía venezolana desde 1983.

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