Economía

Informe petrolero: vigencia de la OPEP

Uno de los aspectos de la temática petrolera que más relevancia tuvo durante las tres primeras cuartas partes de la década de los noventa fue el asunto de la vigencia de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Durante el segundo gobierno de Rafael Caldera, en Venezuela, el debate sobre el tema tuvo gran efervescencia y se llevaron a cabo numerosos foros y actividades de discusión; muchas de ellas impulsadas por la misma Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (PDVSA). Desde el seno de la industria petrolera nacional salían con regularidad los argumentos que contrariaban la permanencia de Venezuela dentro de la OPEP. Esta situación se sostuvo como tema central de debate, hasta que los precios del crudo alcanzaron su nivel de precio más bajo en 1998 (US$ 14,5 WTI/US$ 10.63 p/b, crudo venezolano). Tal coyuntura, obligó a los gobiernos del cártel a rectificar su postura de alejamiento de los lineamientos del «club» y a los mentores venezolanos de una Venezuela próspera «sin OPEP», a retraerse en sus planteamientos. 1998 fue un año difícil para Venezuela y el resto de los países de la OPEP. El precio del crudo, el más bajo en términos nominales desde 1986, afectó considerablemente el ingreso de estos países. Caracas recibió aproximadamente, un 40% menos de ingresos por concepto petrolero que en 1997 (ingreso de unos 11 millardos de dólares).

Con la «indisciplina» de los miembros de la Organización sobre el cumplimiento de sus cuotas de producción, se conjugó la desaceleración y la crisis de algunas economías asiáticas, un invierno benigno en el norte (1997-98) y la entrada al mercado de la producción iraquí debido al programa Petróleo por Alimentos de Naciones Unidas. Cabe destacar, que la sobreproducción era una situación en progreso desde hacía ya varios años en la medida que Arabia Saudita e Irán no volvieron nunca a la producción que poseían antes de la Guerra del Golfo de 1991 (ver tabla Nº 1).

Tabla Nº 1

Producción de algunos países OPEP antes del conflicto
mb/d
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* Según reunión ordinaria OPEP julio de 1990
Fuentes: MEES Nº 45, 13-08-90 / MEES Nº 41, 16-07-90

Debe recordarse, que la producción saliente de Kuwait e Irak, producto del conflicto, fue asumida «transitoriamente» por los dos miembros del cártel mencionados. Una vez superada la coyuntura representada por la guerra, e incorporada Kuwait nuevamente al mercado, ni Riyad ni Teherán volvieron a sus cuotas ante bellum (ver tabla Nº 2). Lógicamente, esta situación se agravó cuando países asiáticos dejaron de consumir unos 500 mil b/d de petróleo, causando una desaceleración de la demanda. Este factor, junto a los ya señalados, conllevó a la caída drástica que sufrieron los precios del crudo durante el ya mencionado periodo 1997-98.

Tabla Nº 2
Exportaciones de crudo + productos, 1995
Mb/d

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* Cuota para el 31.03.97 Producción.
Fuentes: OPEP Bulletin (1996 ),

Una vez tornada crítica la situación, el gobierno de Caldera comenzó las gestiones pertinentes para conciliar intereses y apuntalar los precios con el principal socio de la OPEP, Arabia Saudita, y con un importante gobierno extra OPEP, México. Los acuerdos de recorte de producción, en aproximadamente 1 millón de b/d, empezaron ha hacerse efectivos a partir de marzo de 1999 con el último acuerdo al cual llegó Arabia Saudí, México y Venezuela. Para ese momento, también con la llegada del nuevo gobierno nacional, la Organización «comenzó» a ser nuevamente «importante» para Venezuela y el «club de pinochos» en el cual el ex Ministro Erwin Arrieta la había «convertido», debió ser reivindicado. En tal forma, los recortes pautados y la disciplina de los países miembros deberían causar una presión ascendente sobre los precios (ver tabla Nº 3)

Tabla Nº 3
Comparación 1998-99 del precio del WTI según política OPEP
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Fuente: Agenda Petrolera Internacional

El precio promedio para la exportación de crudo y productos desde Venezuela en 1998 fue calculado en unos US$ 10.63 p/b. Esto significó una baja, con respecto a 1997, de unos US$ 5.69. Se estimó para la fecha, una producción de unos 2.850 mil b/d que al precio indicado, le reportaron a la nación venezolana unos 11 millardos de dólares. Como se indicó, 40% menos que el ingreso obtenido en 1997. De no haber la OPEP rectificado su producción, la cual se calculó en 27.9 millones de b/d para 1998, los ingresos venezolanos habrían rondado por el orden de los 9 millardos de dólares. Una cantidad insuficiente para cubrir, el hasta ahora enorme e inflexible gasto público venezolano.

Con el cambio de presidente en Venezuela, en diciembre de 1998, la continuidad del nuevo gobierno a los últimos parámetros de la política petrolera del gobierno saliente y la confirmación de que una política disciplinada OPEP de control de producción es favorable para los precios, el debate acerca de la vigencia del cártel y la participación de Venezuela dentro de él, quedó finalmente sepultado.

En la actualidad, la discusión ha cambiado. De la vigencia de la OPEP como uno de los mecanismos reguladores del mercado, podría decirse que se pasó a la vigencia de la misma en un contexto plagado de amenazas por el surgimiento de fuentes alternas de energía. De tal manera, que las disertaciones sobre la Organización aluden al hecho de cómo mantenerla estable, cohesionada y cooperadora para prolongar el proceso de transición energética y postergar la sustitución definitiva.

Por otro lado, la OPEP ha empezado a poner también de su parte y ha hecho énfasis en dos aspectos fundamentales en las últimas semanas. Primero, en la denuncia sobre por qué los precios de la gasolina se han mantenido en ascenso en los últimos tiempos y, en segundo lugar, en tratar de explicar por qué los precios del crudo han tenido igualmente una tendencia alcista, pese a los incrementos de producción del cártel en los últimos meses.

Con relación al primer aspecto, el mismo Secretario General de la OPEP; Riwalnu Ludman, ha hecho oficial las acusaciones de la organización a los gobiernos de los principales países consumidores. En reciente conferencia dictada en Caracas, Ludman señaló con claridad que es en buena medida el fisco de los gobiernos de naciones altamente consumidoras de derivados de petróleo (especialmente gasolina), quien encarece los productos consecuencia de los altos impuestos. Esta es una situación de antigua data, a la cual la OPEP no se había decidido ha hacerle frente en forma categórica. Al parecer, la necesidad de la institución de optimizar su participación en el mercado petrolero global la ha llevado a empezar a resolver tareas pendientes desde hace mucho tiempo.

En lo que al segundo asunto respecta, pareciera que la OPEP está haciendo un esfuerzo por comprender la incidencia de los factores «inventarios» y «refinación» en el precio del crudo en los últimos meses. Hasta la fecha, parece que el hecho de que haya distorsiones en la adquisición del crudo, por los refinadores, ha tenido repercusiones en el precio del mismo. Aparentemente, las refinerías, las cuales en su mayoría no poseen equipos de última generación, están adquiriendo mayor cantidad de crudos livianos -de mayor cotización- para obtener más rendimiento en productos «blancos», y menos residuales. Esto ha conllevado, dado que la mayor parte del crudo del mercado es de carácter mediano y pesado, a que surjan permanentes presiones alcistas en esos crudos de menor gravedad.

Los refinadores, tanto aquellos que poseen instalaciones obsoletas o tecnológicamente avanzadas, ven incrementados sus márgenes de ganancias en la medida que trabajan con crudos livianos.

Por otra parte, resulta necesario destacar que muchos compradores han postergado la reposición de sus inventarios esperando que el permanente incremento de producción por parte de la OPEP, haga descender los precios del crudo. Por lo tanto, continúa habiendo tendencia a la escasez de combustible y presiones hacia arriba en los precios.

El esfuerzo realizado por el cartel en concientizar al mercado petrolero mundial que no es la culpable de todos los males del mismo, puede considerarse como positivo. Puede asumirse esta actitud pro activa, como un aspecto más de la estrategia general que debe delinear para que la Organización contribuya a la prolongación del petróleo como principal energético. Factores como el de la banda de producción para regular el precio y las campañas informativas y desmistificadoras, deben conjugarse con una actitud favorable hacia la Organización por parte de sus miembros.

En tal sentido el cártel debería adoptar una conducta en dos niveles: interna y externa. En el plano de lo intimo, una actitud de cohesión por parte de sus integrantes, como lo ha planteado el Profesor Luis Lugo; mientras que debería tener una de tipo cooperativo con los agentes extra OPEP tales como: productores no OPEP, compañías transnacionales y consumidores. No obstante, es conveniente destacar que la cohesión dentro de la Organización seguramente tendrá siempre un carácter relativo. La OPEP es un ente sumamente heterogéneo; formada por miembros de distintas convicciones, intereses, compromisos y lealtades.

En reiteradas oportunidades, se ha manifestado en esta «columna» electrónica, la división que existe en el seno de la OPEP. Por un lado se encuentran las monarquías petroleras del Golfo Arabe-Pérsico, las cuales dependen política y defensivamente de Washington. Por otro lado, se encuentran los países considerados como radicales por su condición antioccidental, tales como: Irak, Libia, Argelia e Irán. Pero aun cuando estas naciones son asumidas como altamente contestatarias no son a su vez, afines entre sí. Todavía, por ejemplo, existen «fantasmas» importantes que rondan la relación Teherán-Bagdad producto de la guerra entre ambos entre 1980-88. Además, difícilmente ambos países dejarán de sostener tensiones en sus relaciones dadas las aspiraciones de hegemonía regional y liderazgo que ambas han pretendido dentro del mundo islámico.

Finalmente, se encuentra Venezuela. País que no posee otras afinidades con sus socios OPEP, que el interés común por el petróleo. Este vínculo, aunque único, es bastante significativo. De hecho, es el que también ha permitido la prolongación en el tiempo de la OPEP pese a los conflictos, en ocasiones extremos, que existen entre los diferentes miembros musulmanes de la Organización.

Con respecto a las empresas, los gobiernos OPEP deberían trazar estrategias que les permitan incorporarlas a sus negocios locales con proyección al mercado global. Resulta preocupante que una corporación como la British Petroleum-Amoco, haya recientemente sacado en un periódico nacional venezolano una enorme publicidad alusiva a su condición ambientalista y a su carácter de primera empresa en producción de energía solar (léase energía alterna). La no incorporación de estas transnacionales petroleras -que ahora presumen de energéticas- a la dinámica petrolera de las naciones productoras, podría convertirlas en agentes catalizadores (saboteadores) de la prolongación de la vigencia del petróleo.

Una vez que estas corporaciones hayan desarrollado su estrategia para continuar en el negocio energético global en áreas distintas al petróleo, entonces su interés por los gobiernos productores-exportadores habrá desaparecido. Así como en alguna ocasión, las transnacionales petroleras fueron instrumentos de política exterior de sus gobiernos nacionales para la obtención del control sobre el crudo; hoy día pudieran serlo para impulsar el mercado naciente de fuentes alternas de energía.

A comienzos del siglo XX, los gobiernos nacionales de países como los Estados Unidos o Inglaterra favorecieron con sus políticas gubernamentales la expasión de la industria del petróleo. En 1911, Sir Winston Churchill ordenaba el cambio de energético, de carbón a petróleo, a toda la flota de guerra de su país, esto con el fin de afrontar efectivamente las contingencias que presagiaban la posibilidad cercana de una guerra de gran magnitud en Europa (Primera Guerra Mundial). El impulso y apoyo dado por los gobiernos a sus transnacionales para la seguridad del suministro petrolero, hoy día, como se sugirió, podría ser reeditado. Solamente que con el fin de ir progresivamente desmontando la compleja economía mundial que funciona bajo el signo del petróleo.

No obstante, esta posibilidad representa una parte de la vasta realidad que rodea al mercado petrolero mundial. También existen tendencias de patrones de consumo que no son delineadas, ni por las compañías ni por los gobiernos. En realidad, en este tipo de circunstancias confluyen ambos aspectos: tanto los imponderables como la acción expresa de los actores, producto de sus intereses y aspiraciones.

Desde hace un tiempo considerable, especialmente con la exacerbación del industrialismo en los países desarrollados (e incluso en el «tercer mundo») durante la segunda mitad del siglo XX, la sociedad internacional ha venido presionando por transformaciones en los patrones de consumo energético. Las presiones, ejercidas particularmente a través de los grupos ambientales, demandan una sociedad productiva, materialmente próspera sin que esto vaya en detrimento del medio ambiente y la calidad de vida de las personas. Aun cuando todavía a ciencia cierta, se desconoce el verdadero impacto de los hidrocarburos en el entorno natural -y el ambientalismo ha sido en buena medida manipulaciones gubernamentales e industriales-, la comunidad internacional ha ido evolucionando y con ello las tendencias en los patrones de consumo energético y fuentes menos, o nada, contaminantes. Tendencias, nuevas estructuras de conciencia social e intereses, paulatinamente se han ido convirtiendo en factores que contribuyen al desplazamiento del petróleo.

INTERNACIONALISTA Prof. de Petróleo y Geopolítica del Medio Oriente, Escuela de Sociología/FACES/UCV. [email protected]

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