Economía

La hiperinflación desacelera pero no está vencida

El pasado miércoles 10 de julio la Asamblea Nacional venezolana, liderada por la oposición, reveló que la inflación de junio de este año se ubicó en 24,8%. Dato que refleja una deceleración con respecto al mes de mayo, cuando el índice de precios al consumidor fue de 31,3%, para una inflación acumulada durante el primer semestre de 2019 de 1.155%.

La inflación interanual corresponde a 445.482%, que no parece ser tan significativa si se toma en cuenta la cifra más alta calculada en 2.388.980%, en enero de 2019. La evidente desaceleración de la hiperinflación es consecuencia de medidas paliativas, más no curativas, que han atacado la consecuencia más no la causa del problema. Dichas acciones se han concentrado principalmente en la restricción del crédito bancario y la oferta de dinero a través de la disminución del gasto fiscal, además de la estabilidad artificial del tipo de cambio.

La teoría económica, según Phillip Cagan, explica que los periodos de hiperinflación concluyen cuando el nivel de precios aumenta menos de 50% durante un año consecutivo. Venezuela, a pesar de la desaceleración mencionada, lleva 20 meses en hiperinflación, y sólo van cuatro meses con inflación menor a 44% hasta ahora. Este proceso comenzó en noviembre de 2017, haciéndose más crítico en 2018, cuando los precios aumentaron 1.689.488,2%.

Al referirse a la severa crisis económica del país, el diputado de la Asamblea Nacional, Ángel Alvarado, recordó que el sueldo mínimo es de apenas 40.000 Bs., equivalente a 5,6 dólares, con el cual sólo se puede adquirir 3,5% de la canasta alimentaria. Es decir, que el poder adquisitivo del venezolano sigue en niveles deplorables e insuficientes.

A su vez, reiteró que “las causas que llevaron a la hiperinflación aún se mantienen y la contracción de la economía sigue”. De hecho según la AN, la actividad económica en el país se contrajo 40% en el primer trimestre de 2019.

Sin embargo, el organismo responsable de velar por la estabilidad monetaria, el Banco Central de Venezuela, no ha sido eficaz en publicar las cifras oficiales de los últimos años. Fue en mayo de 2019, tras casi cuatro años, que rompió el silencio al revelar la inflación de abril, que según sus cálculos fue de 33,8% mientras que la de 2018 cerró en 130.060%, los cuales resultaron siendo significativamente menores a los publicados por la asamblea. Asimismo, el BCV afirmó que el PIB se había contraído a la mitad desde 2013.

A pesar de las medidas tomadas por el presidente Maduro, plasmadas en el “Plan de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad”, las principales causas de la hiperinflación siguen sin ser atacadas. El Banco Central sigue imprimiendo bolívares y los venezolanos cada vez se deshacen de ellos con mayor urgencia.

El día a día de del venezolano es de una tensa calma, con una variación menor en los precios de la que había experimentado en el pasado, pero sin que eso represente mejora alguna en su calidad de vida. Además, se maneja un tipo de cambio ficticio que puede variar en cualquier momento por su diferencia con el tipo de cambio real.

Por ello, se requiere que con urgencia quienes tienen en sus manos la conducción de la economía nacional tomen las medidas correctivas necesarias para impulsar la producción y productividad, de manera que pueda darse un proceso de crecimiento que devuelva cierta calidad de vida a la población.

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