Economía

La intoxicación monetaria de Venezuela

Con motivo del establecimiento del control de cambios en Venezuela en enero de 2003, algunos analistas y el funcionariado público no dejan de alabar las virtudes de este régimen monetario, el cual, según ellos, ha permitido recuperar las reservas internacionales, bajar las tasas de interés y reactivar la economía. Así, el control de cambios es tan favorable que duraría para siempre, según los más dogmáticos.

El desborde monetario

Si bien es cierto que el esquema de control de cambios al levantar una especie de dique para contener las salidas de capital, ha posibilitado un aumento significativo de las reservas internacionales del BCV, también está creando otros problemas relacionados con el control monetario que debería ejercer el BCV para controlar efectivamente las presiones inflacionarias. Ciertamente, lo que no se ve con claridad es que ese incremento de las reservas internacionales, sin los mecanismos apropiados de que dispone la economía para drenar la liquidez monetaria excesiva, se ha reflejado en aumentos vertiginosos del dinero en circulación, con su consiguiente efecto sobre las tasas de interés. Y es que no se trata de que haya aumentado proporcionalmente la demanda del público por esa liquidez creada, toda vez que al presentarse la oportunidad de adquirir activos externos, el público se abalanza ávido hacia ellos.

El aumento de la liquidez monetaria a tasas superiores a 50,0% consecutivamente en 2003 y 2004 debe tener efectos sobre otros sectores de la economía. Hasta el 11 de noviembre de 2005 la liquidez monetaria creció 30,0%, de manera tal que se está acumulando un exceso monetario que habrá de manifestarse en un alza de los precios, tarde o temprano. Ha sido ese empuje de la liquidez la que no ha permitido que la tasa de inflación se ubique en un dígito, a pesar de que la economía está atenazada por sendos controles de cambio y de precio, los cuales crean la ficción en algunas mentes calenturientas por el fanatismo de que el aumento de precios está bajo control.

Paralelamente con la expansión de los medios de pagos en la economía, las tasas de interés se han desplomado de manera considerable siendo el gran beneficiario de esta situación el gobierno y el gran perjudicado el ahorrista. Mientras que en 2003 el gobierno pagaba una tasa de interés promedio de 33,6% por la deuda que emitía, en agosto de 2005 esa tasa alcanzó 12,6%, lo que se ha traducido en un alivio en el servicio de la deuda pública que debe cancelar el gobierno. Lo que ha sido favorable para el Estado ha sido perjudicial para los ahorristas, cuya riqueza está siendo confiscada silenciosamente por la inflación. En 2003 la tasa promedio para un certificado de depósitos a 90 días rendía 17,6% en tanto que en septiembre de 2005, ese mismo instrumento financiero redituaba 10,4%, de manera que los ahorristas han acusado una pérdida de capital por la tenencia de sus activos en bolívares, al tomar en consideración que la tasa de inflación ha excedido con creces la tasa de interés devengada por el público. Por ello, al aparecer en el mercado las emisiones de bonos de la deuda emitida en dólares pagadera en bolívares al tipo de cambio oficial, el público literalmente le arranca de la mano esos bonos al gobierno.

Banco Central amarrado

La situación no es mejor para el BCV. Actualmente el Instituto Emisor no tiene capacidad para regular la liquidez de la economía. A parte de disponer de pocos instrumentos para ello, el mismo esquema cambiario se convierte en la restricción más importante para que pueda cumplir con su rol. Toda la información disponible sugiere que el BCV tiró la toalla en su intento de controlar la liquidez excesiva y ahora deberá esperar por un repunte de precios, quizás no inmediato, para que la economía pueda ajustarse a niveles de liquidez que no encuentran vías no inflacionaria para su absorción.

La acumulación de liquidez ha llevado al BCV a emitir títulos propios, certificados de depósitos, con el objeto de contener la expansión monetaria. Ello se ha traducido en un aumento explosivo de la deuda del BCV que se convierte en el principal agente de creación monetaria, lo que a su vez lo obliga a tener que recoger esa liquidez, todo lo cual crea una dinámica monetaria insostenible: el Banco Central intentando absorber liquidez excedente crea liquidez adicional. Actualmente el Banco Central le debe a la banca por concepto de sus títulos emitidos Bs. 22.874 millardos, equivalente a US$ 10.650 millones, que con una tasa de interés promedio de 11,7% anual representan Bs. 2.676 millardos de nueva liquidez primaria. Es tan desfavorable la situación para el BCV que en 2002 su deuda representaba 3,1% de la base monetaria mientras que en septiembre de 2003, esa relación se situó en 117,2%. Con estos números, para el BCV la coyuntura monetaria en menos manejable que cuando existían los bonos cero cupón y los títulos de estabilización monetaria (TEM) como instrumentos de política monetaria.

Pero más allá de este hecho que limita la actuación del BCV, el factor subyacente lo causa la descoordinación absoluta entre la política monetaria y la política fiscal y en ese contexto el directorio del BCV ha perdido la brújula al negarse ejercer la autonomía que la ley le consagra, para bien de Venezuela.

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¿Sucumbirá la General Motors?

El gigante automotor, emblema de la industria de los Estados Unidos, está herido. La General Motor (GM) enfrenta una situación financiera muy delicada por las reiteradas pérdidas año tras año. Su participación en el mercado de vehículos en los Estados Unidos ha descendido hasta 25% después de haberse situado en más de 40%. Las causas remiten a manejos financieros inapropiados tales como la pérdida de US$ 2.000 milones al no ejecutar la opción de comparar la FIAT en Italia. A ello se añade costos laborales crecientes y un plan de jubilaciones y pólizas de seguros de salud no financiable con los ingresos que produce la venta de automóviles. La GM ha tenido que recurrir a una política suicida de descuento y financiamiento a cero intereses para que sus vehículos sean vendidos ante un deterioro de la calidad. Ya su directiva anunció un plan de reflotamiento de la empresa que incluye el cierre de plantas en los Estados Unidos y en otros países y el consiguiente despido de miles de trabajadores. En el pasado otras compañías como la Chrysler y la Ford enfrentaron crisis parecidas y las superaron. La incógnita está en que los altos precios de la gasolina pueden desestimular la venta de vehículos lo que agravaría la ya deteriorada situación de la empresa. El reto de la GM, sin embrago, reside en fabricar autos que vuelvan a cautivar el exigente gusto del consumidor estadounidense.

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