Economía

La mandrágora eléctrica

(%=Image(1489820,»R»)%)Parece saludable que emprenda una conversa pública con el economista Kurowski ((%=Link(«http://www.eluniversal.com/»,»El Universal»)%), 16 de agosto pasado) para explicar a los usuarios y autoridades interesadas, incluyendo al defensor del pueblo, por qué no – las características de las reformas que están por introducirse en el sector eléctrico, y que no necesariamente implican un atentado contra el bienestar de los consumidores, como parece vaticinar el articulista.

Origen de la regulación de los servicios públicos. Tratándose mayormente de monopolios naturales (una sola empresa sirve más barato que varias, por economías de escala y problemas de espacios físicos para distribuir), se instauró la regulación estatal para defender los usuarios de los abusos (especialmente tarifarios) de las compañías de servicios. Uno de los métodos mas usados (incluso vigente en Venezuela para electricidad) ha sido el de limitar la rentabilidad de la inversión. Sin embargo, este método se ha criticado en los últimos tiempos, y ahora se favorece la introducción de la competencia (especialmente en la producción) y de limitar inversiones y gastos de acuerdo a «modelos de eficiencia», que es lo que se propone implantar en el país.

El nuevo concepto de «satisfacción». No se trata de decir si las tarifas son caras o baratas, sin asociar el precio a un nivel específico de calidad del servicio, a la intensidad del mal servicio. Una tarifa cara con buena calidad pudiera preferirse a una tarifa baja paro con frecuentes interrupciones; claro, lo deseable es la tarifa mas baja posible sin apagones, y el óptimo se logra cuando los gastos adicionales son iguales a los ahorros logrados por los consumidores en tal mejora. En estas condiciones, la privatización en la Isla de Margarita no es «otra vulgar deuda pública» ni «el consumidor la está pagando bien cara» — sino la introducción de nuevas metodologías que vinculan ahora precio y calidad, la espada y la oración, y desprestigiarlas es hacer un flaco favor a los usuarios.

La situación venezolana. Parece existir una apropiación de la renta a favor del inversionista y en contra del usuario, altas tarifas y baja calidad en muchos sitios. Se ha seleccionado «una pócima», la receta para cambiar los sistemas tradicionales. Existen alternativas posibles, que se han estudiado oportunamente para el sector eléctrico.

Los menjurjes de Asterix. Algunos no son fáciles de digerir, e incluso han sido cuestionados por algunos ex-asesores del MEM, a pesar que son técnicas de uso común en lo internacional. El articulista objeta algunos aspectos, que comentaremos.

    Rendimiento según riesgo país. La jurisprudencia acepta (caso EEUU Bluefield Water Works, 1923), y la ley venezolana lo reconoce expresamente, (art.37, §2; 79, §4) que la rentabilidad admitida debe ser «justa y razonable», del nivel de negocios de igual riesgo– solo que ahora habría que añadir una calidad justa y razonable asociada, que debe establecerse en cada caso.

    Valor residual de los activos a la caducidad de la concesión. Hay que entender, y esta es la parte más abstracta (*) de la nueva propuesta, que al concesionario se le estipula una tarifa (digamos 60 bolos el KWH) y una calidad (por ejemplo 100 horas al año); y él tendrá que establecer un nivel de inversiones (e.g. 2000 $/S en distribución) y de gastos, para poder sobrevivir y tener una utilidad aceptable.

    El VNR (valor nuevo de reemplazo) solo sirve para calcular el nivel anual de ingresos que se admite como aceptable por eficiencia de operación. El valor residual de los activos será aquel que exista en cada fecha: solo interesa que la operación funcione al precio y calidad establecidos, y si no se le multa; y al usuario se le devuelve el costo del daño sufrido por apagones, o equipos quemados.

Dificultades para la implantación del modelo. La empresas eléctricas estatales que se usan con intereses políticos clientelares tendrán dificultades para adaptarse a las exigencias de eficiencia (disminución de contratos de inversión y de gastos) y de «empleador» como instrumento de poder. Simplemente seguirían dando pérdidas financieras (porque las tarifas son de eficiencia) y acumulando multas.

De modo que el éxito de la reforma del sector está estrechamente asociado a la privatización de las empresas. A este respecto el presidente Chávez (El Universal, 8 de agosto pasado) ha dicho que «todos esos proyectos neoliberales hay que retrocederlos».¡Asterix, où est tu?

No hacen falta pócimas sino dirigentes, mandarines, algún ungido por los dioses que adelante las reformas contra los «reflejos defensivos» de las corporaciones, en beneficio de los usuarios y para la justicia de los operadores. Algún Mandrake (mandrágora en inglés). Otra vez se demuestra que politics is economics, a menos que se opte por el otro camino: «¡Abajo la lucha de clases, abajo la lucha de partidos: viva la monarquía popular y legítima!» (**).

(*.) En nuestros tiempos los estudiantes de Ingeniería que fracasaban se iban a Economía, y si nuevamente fallaban se inscribían en la Escuela Militar, donde resultaban muy exitosos…, fuera de chercha!

(**). Graffiti en un pupitre de la Escuela de Economía de la calle de Assaz, Paris.

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