Economía

La recesión y el ocaso del mercado bursátil

La sostenida disminución del mercado bursátil y del mercado de capitales venezolano tiene sus orígenes en el intenso proceso recesivo que ha marcado la economía nacional desde inicios de los noventa, así como por el impacto producido en los mercados por la inestabilidad política y de los continuos errores que en materia macroeconómica inducen las políticas públicas; todo lo cual, ha creado un amplio campo de desconfianza que se expresa en un sostenido proceso de desvalorización de activos empresariales, algunos de los cuales, por su dimensión económica y financiera, han constituido el mercado de valores venezolanos – acciones y obligaciones financieras. ¿En qué país se compra una empresa eléctrica que sirve un mercado de 4 millones de habitantes por 2 mil y tantos millones de dólares ?

A ese elemento objetivo, se agrega una percepción negativa en la gente respecto del mercado de capitales que tiene que ver con el predominio de una estructura familiar y no accionaria de la clase empresarial venezolana; con la sobreintervención del Estado en los asuntos económicos privados, y con la carencia de estímulos institucionales que promuevan un capitalismo abierto no monopolista y por ende del crecimiento. El estado rentista ha creado un peligroso desbalance en la economía, por los elementos funestos de un capitalismo de Estado colectivista cuyo producto principal, como todo capitalismo rentista, ha sido la acumulación de pobreza. Debo acotar que los cambios constitucionales en el último año, no predicen que haya cambio en este entorno, dan la impresión que el recipe estatista es similar al que prevaleció en décadas.

A esta percepción, se incorporan prejuicios políticos que no han estimulado el mercado de capitales por lo que han impedido que los venezolanos participen masivamente en la estructura accionaria de empresas privadas y de empresas públicas privatizadas, a sabiendas que los mercados bursátiles son el medio más transparente para privatizar y abrir la estructura accionaria de empresas privadas, que requieran capital para su crecimiento. Todo ello contribuye a que el ahorrista promedio venezolano no tenga instrumentos de ahorro que adquirir, excepto los que se denominan en dólares, y por lo cual somos un abundante mercado exportador de capitales.

En los mercados bursátiles convergen de manera transparente la oferta del ahorro nacional y foráneo y la demanda por inversión de empresas cuyo producto final lo constituye bienes y servicios para la economía real. Esta claro entonces, que la caída del mercado de valores pudiera estar en el camino del amplio desempleo que hoy registra la economía nacional; si las empresas no demandan fondos en el mercado de capitales donde los intereses son menores que en el mercado financiero bancario, entonces algo grave ocurre con la economía nacional.

El mercado de capitales por vía del mercado bursátil constituye una fuente alternativa de fondos para la inversión de largo plazo, para la inversión en capital de riesgo, para la iniciación de nuevas empresas – franquicias, etc. -, para la expansión de empresas consolidadas; todo ello con tasas de interés menores a los que se generan en el financiamiento bancario, dado que no pesan los costos de FOGADE, por reservas bancarias, y por costos que propicia en general la intermediación financiera bancaria, La intermediación bursátil acerca a quien provee de fondos –ahorros- inversionistas del dinero, fondos mutuales, fondos de pensión públicos y privados, cooperativas y cajas de ahorro, empresas y a los mismos bancos, a quienes demandan esos fondos para expandir la producción de bienes y servicios.

La importancia de estos mecanismos de financiamiento en una economia es de tal significación que su evolución y expansión es asimilado como factor fundamental de crecimiento económico, estimándose que el desarrollo de mecanismos alternativos de financiamiento al de tipo bancario, como el que se desintermedia por vía bursátil en el mercado de capitales es un indicador de crecimiento y de desarrollo de una economía. Después de todo ofrece la alternativa para competir con menor costo en el mercado del dinero. En tal sentido, existe todo un arsenal de teoría económica disponible para que las políticas públicas justifiquen el estímulo y desarrollo de estos mercados, dado el menor costo por el dinero requerido para la inversión; por ello, el crecimiento económico en una economía está estrechamente relacionado con el desarrollo del mercado de capitales y de la intermediación bursátil. Es la historia de las economías que crecen.

Así, se tiene que un mercado bursátil transa activos y pasivos de variada características. En el primer caso se transan acciones y otros títulos que denominan la propiedad accionaria de empresas, así como transacciones de pasivos u obligaciones – securities – como bonos corporativos de variada clase según la maduración del título, según el riesgo que implica su adquisición, y según sea el respaldo o garantía que afianza la emisión de esos titulos de empresas privadas. Por ello el progreso de una economía se expresa en la evolución de la organización industrial y corporativa, dado que por el tamaño que alcanzan, es en el mercado de capitales donde se obtiene financiamiento para el largo plazo, dada las limitaciones naturales que restringen el financiamiento bancario, en virtud que la disponibilidad de fondos depende de los requerimientos de capital y de la temporalidad con que el público deposita sus ahorros, entre otros. En el mercado de capitales no existen más límites que los que tiene la economía como un todo.

Estos elementos de análisis nos sitúan entonces frente a la crisis que vive en Venezuela no solo el mercado de capitales y el mercado bursátil, lo cual no es buena noticia para nadie, pero que sin hacer mucho esfuerzo es una gráfica representación del retraso económico venezolano de los últimos ocho años, donde como una especie de mortal cocktail se han conjugado la inestabilidad política, el desmoronamiento y abatimiento institucional, y la inestabilidad económica, reflejándose, desde luego en el creciente desempleo, en la caída del producto, en la sostenida informalizacion de la economía, en el incremento de los costos laborales y rigidez de la legislación laboral, en la carencia de voluntad de gobiernos y políticos para dotar al país de una red de seguridad social mixta, todo lo cual muestra un crudo panorama de sobreintervención del Estado en la economía, lo que en conjunto y como es evidente de los resultados y previsiones fiscales del boom petrolero actual, perfila en el mediano plazo un esquema de insostenibilidad fiscal, que exigirá del gobierno más temprano que tarde moderación en el gasto y en el endeudamiento, dado que el desplazamiento de la inversión privada trae en sus entrañas un continuo proceso de desvalorización del capital físico y caída de la productividad que destruye al mismo tiempo el capital humano, colocando en peligro la viabilidad económica de la sociedad venezolana.

El gobierno debe comprender que si desea que las tasas de interés disminuyan, el mejor mecanismo es la competencia en el sector financiero y una sana supervisión, y para ello el mercado bursátil representa un medio para el acceso de capital con costos menores, y para ello solo requiere que instrumente definitivamente el mercado secundario de hipotecas y el mercado secundario de títulos públicos, los cuales generaran los estímulos institucionales a la recuperación del mercado de valores. Si no hay activos denominados en bolívares, el ahorro seguirá financiando otros mercados. El gobierno debe tomar una dosis de ortodoxia económica, de lo contrario el tiempo pasará y mañana será muy tarde y muy costoso, cuando la rectificación sea un hecho inevitable…………..y costoso.

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