Economía

La repartición de los panes en las empresas de servicio público

Tengo para mí que los acontecimientos históricos, incluso los cotidianos, se pueden explicar simplemente como el resultado de las pugnas entre individuos o grupos por capturar (apropiarse) de la renta de los negocios grandiosos o cotidianos disponibles en cada momento de dicho acontecer.

Invasiones, guerras, conquistas, son la simple expresión de las luchas por aumentar la riqueza entre distintas personas o grupos. Que normalmente tendrán, para lograrla, que quitársela a otros. Desde las luchas entre campesinos y señores feudales, de las revueltas tribales africanas a las luchas sindicales polonesas, obreros contra patronos, empleados contra accionistas, gringos contra árabes. De allí que la política sea, lo hemos dicho, justamente la estrategia para lograr el control de los bienes: politics is economics.

En el caso de las empresas (1) de servicios públicos, originalmente monopolios naturales de materiales indispensables (agua, teléfonos, transporte público, gas, electricidad, correos), la lucha por la apropiación del valor agregado del negocio se plantea entre los siguientes actores: los dueños de la empresa (accionistas, públicos o privados), los empleados, los suscritores, e, indirecta y finalmente, los proveedores.
(%=Image(9133381,»C»)%)

En cualquier empresa, cada grupo tratará de mejorar su tajada. Los dueños, aumentar la ganancia sobre la inversión. Los empleados, incrementar sus beneficios sociales (por intermedio de los contratos colectivos) así como su cantidad numérica; los suscritores, por que la tarifa sea cada vez mas baja con mejor calidad del producto. Y los proveedores de insumos, que son parte del negocio, tratarán de cartelizarse para mejorar su posición negociadora de precios. Incluso podría añadirse, al final de la cadena, la participación de los gobiernos locales y nacionales por intermedio de los impuestos(2) , lo que reduce todavía la cuota de bienestar de los consumidores. Todo ello se reuniría en el “valor agregado” que genera cada negocio.
(%=Image(6048322,»L»)%)Las figuras anexas ilustran las distintas maneras de repartirse la torta de cada circunstancia en distintas opciones, por ejemplo, en 1(A) la mayor parte del negocio se la apropian los trabajadores, en perjuicio de los accionistas y de los usuarios, seguramente mal servicio por incapacidad financiera, aunque tiene la variante que también las tarifas podrían ser bajas: y entonces el servicio sale perdiendo por interrupciones severas y perversas. Es el caso de algunos servicios públicos diezmados por el clientelismo estatal o municipal. Pudiera in extremis considerarse como la situación de PDVSA, o los militares, las universidades.
(%=Image(5797147,»R»)%)En la Fig. 1(B) la mayor parte de la renta disponible es acaparada por los accionistas, los propietarios del capital, ya sea público o privado. Una exagerada utilidad que castiga las tarifas y reduce los beneficios de los contratos colectivos. Es el caso de la intervención de la actividad regulatoria del Estado, normalmente para limitar la rentabilidad de los monopolios de servicios de acuerdo a niveles “justos y razonables” equivalentes a los obtenidos en inversiones de igual riesgo. Pudiera ser que los abusos en tarifas y mal servicio de algunos sistemas de transporte de pasajeros caigan en esta categoría.

La Fig. 1 (C) muestra el caso cuando los beneficiados son principalmente los suscritores, por las tarifas, que no permiten ni rentabilidad justa al capital ni beneficios colectivos aceptables para los trabajadores. Es el caso de servicios regalados o subsidiados, muchas veces de corta duración, por las dificultades financieras para la operación y expansión (“tarifas congeladas” por razones políticas).

(%=Image(6414716,»R»)%)Notemos que esta repartición dependerá de los poderes de negociación de los distintos grupos y de las políticas regulatorias que se puedan aplicar en las empresas de servicios. Está visto que en los servicios de agua y electricidad (3) (en manos públicas) se acepta la reducción de tarifas hasta niveles de subsidios que obsequian rentabilidades mínimas o negativas, en perjuicio del financiamiento requerido para la ampliación requerida de las instalaciones, lo que hoy se agrava por los problemas climáticos de un ciclo sumamente seco. Pero, como se conoce, el nivel de las interrupciones del servicio normalmente se soluciona con capacidades de reserva del equipamiento, que cuestan mucho dinero.

(%=Image(3808622,»L»)%)Las normas regulatorias (o la introducción de la propia competencia entre empresas (ver Fig. 2) pueden normalmente limitar los abusos monopólicos, y garantizar tarifas con buena calidad asociada (la “satisfacción del consumidor”), por ejemplo un 12% de rentabilidad sobre los activos y tantas horas del año de fallas de servicio. Se pueden poner además multas a los transportistas por incumplir los horarios, o por la excesiva duración de interrupciones, o cortes de agua, o por que se quemen aparatos de electricidad.

Sin embargo, el control de los abusos por parte de los gremios de trabajadores es asunto de mas difícil control. En una empresa privada la situación es diferente, pues los dueños se cuidan de las arremetidas exageradas del poder sindical. En las empresas estatales, al contrario, cuando el gerente no es normalmente doliente de la cosa pública, porque no le toca su propio bolsillo sino el de “todos los venezolanos”, incluyéndolos a ellos, resulta que se permite de cuando en cuando ser mas generoso con los trabajadores de lo que permitiría una prudente y eficiente administración.

En consecuencia se da el caso de una pugna, y sobre esto se ha escrito (4) , entre los intereses de los trabajadores y sus gerentes (“la tecnoestructura”) donde dichos administradores pudieran privilegiar en exceso los beneficios y el número de los empleados, al punto de castigar desmedidamente la remuneración de los dueños de la empresa. Obvio, porque lo que uno pierde lo gana el otro.

La solución estaría en una negociación que mantenga “niveles justos” para todos los contrincantes, perdón, participantes. Podemos acudir como metodología a la practicada en el servicios eléctrico, que se refiere a la aceptación de tarifas que respondan a costos respaldados por una referencia de empresas “modelo” de alta eficiencia, sin despilfarros ni favoritismos indebidos.

Entonces, si en algunas de las empresas del Estado Venezolano, como PDVSA o el BCV, o las universidades, o las mismas FFAA, se hablara de eficiencia y despilfarro, o de relación beneficios/costos negativa, pero no siendo servicios públicos, la cuestión daría lugar a una discusión interesante por el uso de empresas modelo de referencia. Evidentemente, en el caso de las FFAA es difícil medir eficiencia o despilfarro cuando los beneficios no son fácilmente cuantificables 85) , pero en el caso de PDVSA sí se podría, seleccionando los distintos indicadores para la evaluación de la gestión de las distintas filiales, por ejemplo por comparaciones internacionales lógicas.

Parece ser que en el caso de PDVSA la situación evolucionó hasta niveles de privilegio por parte de los trabajadores que condujo a una tensión insostenible con el accionista, que habrá que reajustar hasta niveles mas razonables en función del beneficio de largo plazo de esta actividad fundamental para el desarrollo del país.

Ningún esfuerzo será inútil ni debe desestimarse para resolver satisfactoriamente esta situación con la mayor prelación. Es una responsabilidad de todos los dirigentes. Una reingeniería del “justo medio” debe realizarse con toda urgencia.

Notas

(1) ¿ También estaciones de gasolina? – En un tiempo J. P. Pérez Alfonso planteó su consideración como actividades de servicio público, con mucha razón.
(2) Justamente esta tajada es especialmente importante en el área de los negocios petroleros que se exportan a los países consumidores industrializados donde hay un excedente disponible muy destacado
(3) Véase por ejemplo nuestro artículo “Se justifica regalar el agua y la luz? : KWH + H20 = 0]” en Venezuela Analítica.
(4) Véase por cierto nuestro reciente artículo comentando un trabajo del Dr. Mommer en Venezuela Analítica.
(5) En otra ocasión nos expresamos contrariamente a la utilidad de este servicio, recomendando una reingeniería de esta actividad, que en tiempos del Imperio Americano aparece mayormente inútil.

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