Las nuevas modalidades de eventos para insultar y deturpar a los empresarios

No me cansare de destacar la poca vergüenza y alto grado de tolerancia (o «celestinaje», si mejor se quiere) de los empresarios e industriales de este país al asistir y permanecer oyendo el gemido regañón e irrespetuoso de quien conduce el gobierno y los invita a un reencuentro o a una conversación para zanjar diferencias y termina regañándolos y vejándolos en público

Hace poco, con motivo de las crisis y protestas que se avecinan en todas las áreas del país, Don Regalón resolvió, muy cordialmente convocar de nuevo al sector privado, pero en especial a empresarios e industriales a fin de ratificarles la conveniencia de que presten su colaboración a las necesidades y crecimiento del país y a la buena marcha del gobierno.

Hasta allí muy bien las cosas, y hasta entiendo disimular lo que con lleva presentarse una vez más a quien de consuno y cuando puede arremete en insultos y regaños contra la clase empresarial y el sector privado, tildándola entre otras cosas de capitalistas despreciables y de carentes de toda sensibilidad social.

Soy y creo también que es mejor pasar por lo bajito, dejando a un lado los atropellos o disimulando los insultos y arremetidas de un Presidente que en lugar de procurar el apoyo de la clase empresarial e industrial, los insulta y desprecia en público con toda clase de improperios, pero lo que no tiene excusa, ni puede tolerarse, es que con motivo de esa nueva convocatoria, una vez mas se arremeta contra dichos ciudadanos, y nuevamente se les insulte y amenace.

Quiérase o no el sector privado en Venezuela ha jugado un papel relevante en la modernización y crecimiento del país, sin duda alguna no me atrevo a decir que lo han hecho más y mejor que el sector oficial, pues ello seria también mentira, pero es indiscutible dicho mérito.

Si de alguna manera han existido aprovechadores y aprovechados con ocasión de esa gestión en pro del país, indudablemente que ello ha sido en alto grado por la culpa y falta del ejercicio de las potestades publicas de parte del sector oficial, por ende no puede ni siquiera pretender enrostrar esas irregularidades a los particulares y sector privado, pues el Estado ha sido cómplice necesario de esas fechorías y aprovechamiento político.

No entiendo pues, como alguien con cierto grado de honor y respeto personal, puedan tolerar, aceptar quedarse en la reunión donde fueron convocados, si como ocurrió en tal ocasión el Presidente una vez mas arremete contra ellos y atropella como lo hizo en ese momento, tildando a dichos sujetos de maleantes, carentes de sensibilidad, y hasta de ignaros en el ejercicio de su labor productiva y empresarial.

Don Regalón ha creado un clima propicio para que la gente se ponga sinvergüenza y acepte y tolere insultos y vejaciones a cuenta de que se trata de un discurso de politicastros.

Oír por ejemplo a la Presidenta de la Asamblea vociferando contra los medios de comunicación por haber denunciado presuntas irregularidades en el manejo del personal de la asamblea, no deja dudas de que ese es todo un estilo de esta gente del gobierno actual, son definitivamente capacheros, irrespetuosos y creyentes de que el resto de los venezolanos son pobres ludibrios, como los califico en varias ocasiones nuestro Libertador.

Si los agarraron como inocentes, en trampajaula con pitador (oferta de contrición y de buena voluntad para el futuro), y cayeron sin darse cuenta con lo que les esperaban, todos son lo suficientemente maduros y serios como para abandonar ese recinto, sin que medie palabra alguna ante tales amenazas e improperios. Es mayor la ofensa y descompostura en educación de quien los invita para insultarles y hablar mal de Uds. que aquella que pueda devenir de abandonar el recinto donde hemos sido convocados con tales despropósitos.

Repito, lo que pasa es que se ha perdido la vergüenza y nos hemos convertido en indeseables tolerantes que no se dan a respetar. Por eso, cabe preguntarse quien resulta mas responsable, si quien se comporta de manera tan grotesca o sus oyentes que lo toleran y le brindan la oportunidad para que se los veje y apabulle en público.