Luchar por la casa, luchar por el individuo
Buscar casa siempre ha sido un problema. Ayer oí en la calle, en una parada de mototaxi, una conversación de alguien que tenía a su mamá complicada por el alza del alquiler de una habitancioncita donde duerme . Ahora era ochocientos y ya ella no tenía dinero. El tenia su habitación, pero no podía llevársela para allá, porque en la de el cabía el de casualidad y a veces su novia. Y su mamá no es del interior. Asique no se puede cumplir aquello de devolverla a una idílica casa de mentira donde todo empezó y era mas lindo.
Mas arriba en la capacidad adquisitiva, tampoco los matrimonios jóvenes o simplemente el que quiera comprar un apartamento en la clase media la tiene tan fácil. Casi siempre comprar un sitio para vivir es un largo y difícil proceso, en el que una decisión embarga años de la vida, porque pagar la propiedad se lleva décadas.
Hay que buscar de todo: préstamos, fiadores, padrinos, prestaciones, utilidades, Cuando por fin se logra encontrar algo en este país sin cabillas, sin cemento, sin créditos, empeñados hasta los ojos para pagar iniciales y cuotas especiales, el sentimiento de propiedad se ha transformado en un impulso básico.
El apartamentico no se trata solo de un lugar donde vivir, sino de vívidos recuerdos de los años que se dedicaron a usar lo que se gana en navidades a pagar, de sacrificios por solventar los préstamos, de meses y a veces años de diligencias, colas, papeleos.
Esta semana, bajo la premisa de que hay una estafa masiva con las ventas en propiedad horizontal, el gobierno expropió decenas de urbanismos y prohibió la compra y venta de los apartamentos correspondientes Los compradores trataron de hacer valer sus derechos, temiendo que un trasfondo político le terminara adjudicando sus casas a los “necesitados” del proceso.
El gobierno protesta una y otra vez que lo que quiere es beneficiar a la población, a la que se tarda sin necesidad la entrega de sus propiedades. Pero los compradores no las tienen todas consigo. Y menos porque la prohibición de vender, comprar y de dar títulos de propiedad, deja precisamente esa propiedad en manos en manos del gobierno.
Finalmente, los urbanismos y los apartamentos, hasta ahora no son de quiénes pagaron por ellos, sino del ministerio correspondiente. Se trata de otro paso en el camino hacia el socialismo para borrar propiedades y nexos sospechosamente capitalistas, propagadores del yo soy, yo tengo, no te metas.
Un socialismo que no ayuda a las constructoras nacionales, sino a las extranjeras, que ha fracasado estruendosamente en la construcción de viviendas nuevas y que ante un piso político que se le escurre, trata de afianzar lo que llama sus éxitos antes que la marea de la oposición barra con la era Chávez. Hay que terminar de expropiar, nacionalizar, despojar y desanimar lo mas pronto posible, contando con la sorpresa y el desánimo para borrar la resistencia.
¿Que ha pasado con los dueños de los apartamentos ? El efecto de la desesperación los ha hecho un hueso duro de roer. No se conforman con que les digan que todo está bien, que el gobierno garantiza su propiedad. Están en pie de lucha en sus casas. A ellos no los pueden tratar como a los otros desamparados del país en el tema vivienda, los damnificados ni como a los invasores, otros actores del mismo reparto . Sin embargo, a eso aspiran los ministros del área. A que se queden tranquilos esperando lo que ha de hacer el gobierno con su propiedad, que no se la ha llevado el agua, que no se ha derrumbado y que no ha sido invadida.
La pelea es definitoria . Es una lucha por la validación de la propiedad privada como derecho fundamental en Venezudela y del resultado dependerá la rapidez del avance del socialismo inventado por Chávez, que se quiere sostenido en función de los intereses del caudillo. Su apuesta es intensificar la revolución y dar todos los pasos de una vez: la clase media se le interpone, así que le trata de quitar lo poco que le queda de independencia y de comodidad. Ni casa propia, ni clínica privada, hay que borrar la individualidad.