Economía

Mercosur no pasa la prueba

(AIPE)- Cuando se creó el Mercosur se generó entonces una polémica acerca de si la integración comercial regional debía ser considerada como un paso hacia el objetivo del libre comercio o si era más bien una forma de desviarse del mismo, quedando así perdidos entre los meandros de las regulaciones proteccionistas.

Si bien en el ámbito académico hubo quienes plantearan la segunda posición, no los hubo en el ámbito político, donde se alcanzó un consenso respecto a que la integración regional otorgaría a las industrias de los países miembros el tiempo necesario para acomodarse a escalas de negocios que requiere el mundo globalizado. Al aumentar el tamaño de los mercados, sobre todo al integrarse las dos mayores economías de la región, las empresas tendrían acceso a un mercado cuyo tamaño les permitiría generar las capacidades necesarias para luego competir favorablemente en el mercado mundial.

Quienes manifestaban dudas acerca del futuro del libre comercio a través de la integración comercial señalaban que lo importante era considerar si una integración regional contiene en sí misma los incentivos para dejar de serlo, esto es, para diluirse en la apertura hacia el comercio internacional o, por el contrario, los incentivos se trasladarían para mantener la protección regional, contra los productores extra-zona.

Pues bien, pasados ya unos años de la firma de los convenios, de la eliminación de aranceles entre los países de la región en muchos productos (pero no en todos) y con la vigencia de un arancel externo común, llega ahora una importante prueba, aunque no es la primera.

Chile intentó hace unos años avanzar hacia la integración con los países del Mercosur, pero no tardó mucho en darse cuenta que esa integración tendría un alto costo: sucede que su arancel promedio es la mitad del arancel promedio del grupo. La pregunta que era necesario responder en ese momento era la siguiente: ¿quién debería ajustarse a quién?, ¿debería Chile elevar sus aranceles a los niveles del Mercosur o por el contrario éste reducirlos al nivel chileno?

Pocos días atrás, el gobierno chileno anunció un acuerdo alcanzado con el gobierno de Estados Unidos para comenzar las negociaciones que lleven a un acuerdo de libre comercio entre esos dos países, en el marco del ALCA, la zona de libre comercio de todo el hemisferio que debería ser inaugurada en el 2005. Esa decisión, junto a la sorpresa por la misma, ha creado un cierto grado de estupor en el Mercosur, pero al margen de los motivos para tomarla lo cierto es que muestra claramente cuál era la respuesta a las preguntas antes planteadas: no existía la intención de reducir el arancel externo común.

Evaluando los pros y los contras, el gobierno chileno se dio cuenta que le conviene más avanzar en la integración con quienes tienen aranceles tan o más bajos que los propios. Ello es prueba que el Mercosur presenta una tendencia a promover la protección.

Y no es el único ejemplo reciente. Veamos otro: en el año 1997, dados los problemas que tanto la Argentina como Brasil enfrentaban, ambos países aceptaron elevar en tres puntos porcentuales el arancel externo común, para hacerle frente a una crisis pasajera. Esa decisión se tomó por un período de tres años y esos tres años vencen el 31 de diciembre del presente. ¿Cuál es la decisión que se va a tomar al respecto?

Pues si el Mercosur fuera un paso hacia el libre comercio no existirían dudas de que sería beneficioso volver, al menos, a la situación anterior de aranceles externos más bajos. Pero no será así. Ya el gobierno brasileño a través de la Camex (Cámara de Comercio Exterior) ha dado a conocer que pretende que esos tres puntos del arancel común se mantengan. El argumento es curioso; supuestamente se trata de una preocupación fiscal por los recursos que se perderían con su eliminación. Sin embargo, no es creíble, pues la Camex está formada por representantes de los ministerios de Hacienda, Desarrollo, Agricultura, Relaciones Exteriores, Planteamiento y el Banco Central, y fueron precisamente los que deberían preocuparse por los recursos fiscales (Hacienda y el Banco Central) quienes favorecían su eliminación, mientras que con el argumento fiscal la rechazan los ministerios de Desarrollo y de Agricultura.

Los dos casos muestran al Mercosur como una fortaleza cerrada. Chile pudo escapar de ella y es de esperar que los demás podamos hacerlo también.

* Corresponsal de la agencia de prensa AIPE

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