Economía

Políticas económicas, energéticas y petroleras: ¡Alerta roja!

Recientemente Luciano F. Reni ha publicado un artículo de opinión, Proyecto de una Venezuela post-petrolera, en Venezuela Analítica (25 de julio 2002), que cotejado con otro anterior de Miguel A. Rodríguez, La política petrolera para el desarrollo (Petróleo YV, ¿2001?, y actualmente julio 2002) podrían conducir a la identificación de algunas líneas de acción en relación con un “Proyecto de País”, como sigue.

El tema lo habíamos asomado cuando la “diatriba amistosa” que sobre el trabajo de Andrés Sosa Pietri mantuvimos con Juan Pablo Pérez Castillo, el año pasado (v. Venezuela Analítica, varios números), y se refiere básicamente al nivel de la capacidad de producción petrolera del país como palanca del desarrollo futuro.

Los argumentos esbozados

Los argumentos de MAR ya comentados parcialmente por nosotros en “Sobre el rentismo y otras dolencias, petroleras” (Venezuela Analítica,. 13/09/01) incluyen los siguientes:

– Política petrolera y política económica. “la política petrolera eficiente para Venezuela no es aquella que maximiza la renta petrolera, si no [sic] aquella que, en conjunción con una política económica integral, sea capaz de impulsar el máximo crecimiento de los distintos sectores productivos de su economía en el largo plazo. Es decir, la política petrolera debe entenderse como un capítulo de la política económica global para impulsar el desarrollo integral de nuestra economía”.(nuestro resaltado)

– Calidad de la política económica. . “Pero los impactos definitivos de esa inversión petrolera y del resto del gasto público y privado en la economía no petrolera dependerán inexorablemente de la calidad de la política económica global que se ejecute cuya vocación inequívoca debe ser el de impulsar el crecimiento acelerado de esos sectores distintos al petróleo”.

– Política petrolera y el mercado. . “que la política petrolera óptima para un país de altas reservas de hidrocarburos como Venezuela es la de aumentar las inversiones y la producción para garantizar la explotación efectiva del recurso”.

– Restructuración del sector público. “una economía muy abierta comercialmente con una tasa de cambio mucho más competitiva que la tradicional y un sector público reestructurado fuera del ámbito empresarial, pero con un compromiso muy superior al actual de gasto eficiente en educación y salud pública, seguridad social, justicia e inversiones sociales y en infraestructura para el desarrollo”.

Adicionalmente: . “Habría que restructurar la deuda pública y el propio sector, “sacándolo del ámbito empresarial y concentrándolo en las áreas de gasto social y de inversiones infraestructurales”.

– Sustitución de importaciones. “convertir a Venezuela en un país de altos volúmenes de comercio internacional que exporte fuertemente bienes y servicios distintos al petróleo y que sustituya eficientemente importaciones”.

– Tasa de cambio competitiva. “La combinación de altos volúmenes de producción y precios moderados del petróleo permitirán disminuir la renta a niveles compatibles con una tasa de cambio permanentemente más competitiva, que aumentarán el efecto multiplicador de las inversiones del propio sector petrolero en el resto de la economía a través de la disminución del
componente importado de las mismas”.

– Capacidad de producción. Menciona la hipótesis de expandir la producción a unos 6 MMBD en unos siete años (unos 5 millardos de $ por año), colocando hasta el 15% de las acciones de PDVSA en los mercados internacionales de capital.

Por su parte LFR establece algunas ideas que podrían complementarse con las anteriores, por ejemplo:

– Perentoriedad del uso de las reservas. “probablemente hacia la mitad del siglo, el petróleo va a ser paulatinamente desplazado como fuente energética preponderante del planeta”.

– Países mono-exportadores. Cuando decaiga el consumo petrolero:

“los ingresos de aquellos países exportadores de esa materia prima los cuales, por haber fallado en la creación de economías sustitutivas, no hayan sabido aprovechar su explotación, en los años de bonanza, como su principal motor de desarrollo”.

Una última bonanza en el mercado petrolero.

“Consiste en saber aprovechar, oportuna y decididamente, el aumento considerable de los requerimientos energéticos previsto, al menos hasta el año 2020, a nivel mundial”.

– Entrada al mercado global. “El logro de esta meta estaría sujeto a la inversión agregada, durante los próximos ocho años y fuera del ámbito de la OPEP, de una cantidad no inferior a mil millardos de dólares”.

– Ventaja geográfica venezolana. “…resulta casi axiomático afirmar que, de todas las fuentes importantes futuras de suministro adicional de hidrocarburos antes citadas, nuestro país es el único que se encuentra estratégicamente ubicado y a pocas horas de navegación de la costa norte-americana”.

– Nuevo potencial de producción. “… existen todas las condiciones favorables para que Venezuela emprenda, … un programa acelerado, tendiente a duplicar o triplicar, por etapas consecutivas, su producción petrolera e instalar nuevas refinerías y complejos petroquímicos, durante la presente década”.

– Capacitación industrial asociada. “…el país dispondría, una vez completados los proyectos de expansión antes mencionados, de empresas de ingeniería vigorizadas, así como de una industria moderna, sofisticada y competitiva…”.

– Exportaciones no tradicionales, época post-petrolera. “Finalmente, al poseer el nivel de competitividad que le permita incursionar exitosamente en los mercados internacionales, esas nuevas actividades industriales representarían, a través de sus exportaciones, fuentes alternas e importantes de ingresos para Venezuela”.

Nuestros comentarios

No podemos menos que identificar, también como nuestros, algunos de los planteamientos coincidentes entre ambos, pero sustancialmente el punto que: necesitamos un desarrollo perentorio de una economía no-petrolera, preferiblemente en la presente década, para lo cual se requiere resolver el problema del financiamiento de la expansión y el monto de la capacidad de producción petrolera.

Esta aseveración debería constituirse en la columna vertebral de los planes de desarrollo de los distintos partidos, agrupaciones civiles, las Academias (especialmente la de Ingeniería) hasta los círculos bolivarianos, para formar un consenso válido y creíble de una solución para el país.

Es la “ecuación del bienestar” mencionada abajo, pero aplicada inicialmente al sector petrolero, por razones del mercado posible, de donde la ecuación irradiaría al entorno, como sigue:

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Ahora bien, algunos comentarios son pertinentes, especialmente relativos al artículo de MAR, que con el Dr. Reni no tenemos desavenencias.

1. La política petrolera es la política económica. O si prefieren, la política económica es la política petrolera . Este es un asunto crucial, y el que no lo entienda mejor que se retire. Un punto clave es darse cuenta que la base del bienestar duradero debe provenir del empleo, que viene de la inversión de las empresas, lo que a su vez depende del mercado posible. Políticas dadivosas para crear un bienestar pasajero, como las actuales, deberían abandonarse a favor formas económicas más permanentes, como la promoción de inversiones.

2. Todo depende de la “calidad de la política económica”. Decidida la política petrolera, habrá que ver si será dualista o nacional. No solo es la asignación de inversiones a este sector para su ampliación, sino el uso como se apliquen dichos recursos. Como anotó MAR, al comparar los lapsos de inversión petrolera del 92 y 98, cuando en el primero los efectos multiplicadores hacia adentro fueron notables, en relación con el último lapso, cuando la inversión se hizo “hacia fuera” (“la desnacionalización de la apertura”), y no hubo mayor transferencia interna. Además, hay que diferenciar los impactos durante la construcción de las instalaciones, de los efectos producidos durante la operación normal, que podrían ser efímeros en algunas instancias.

3. La cuantía de la capacidad de producción. Este es un asunto muy serio para dejárselo a los economistas. En nuestro trabajo citado, aludíamos a varias propuestas de capacidad futura, desde 4 hasta 10 MMBD (PDVSA, Espinasa, ASP, y otros), pero ninguna de estas venía respaldada por un análisis o estudio serio, que sepamos. Haría falta que algún “Centro de Pensamiento Energético” se ocupara neutralmente del problema, aparte de las corporaciones energéticas, cuando la prospectiva del mercado (y de los precios) es determinante.

Nosotros propusimos en otro sitio (Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat) la conveniencia de estudiar la capacidad de producción petrolera futura, pues las cifras mencionadas no aparecían respaldadas por análisis serios conocidos. Obviamente, la decisión de capacidad presupone una estimación de precios, pues lo determinante al final es el ingreso total por producción. En nuestro artículo citado expusimos las alternativas de capacidad petrolera en el marco de la controversia renta/volumen (Fig. 10).

Disentimos sí, del aserto de MAR, cuando dice que convienen “altos volúmenes de producción y precios moderados del petróleo” — ¿qué son moderados y qué son altos? – habría que precisar. ¿Cómo se logran precios moderados, una variable que se nos escapa al nivel nacional?. A menos que hable de la OPEP…

4. Rentismo vs. Volumen. Después está la cuestión, no planteada en los artículos citados, de las dos alternativas posibles que se han venido discutiendo en la”literatura”al hablar de producción petrolera. Nos referimos al problema de preferir predominantemente los ingresos petroleros como provenientes de los precios o del volumen. Esta es una cuestión artificial y no tiene mayor sentido a nuestro juicio. El ingreso (precio*volumen) es lo único que importa, y Venezuela, independientemente, no puede influenciar los precios internacionales, de modo que la escogencia entre ambas variables no puede plantearse en sentido estricto. Como referencia, véase el gráfico anexo sobre el comportamiento reciente del volumen de producción.

En este contexto, la posición de MAR al recomendar “precios moderados” es altamente cuestionable, puesto que su indefinición está asociada al volumen de la capacidad requerida en cada momento.

5. No todo es petróleo, también está la energía. Habría que añadir que la política petrolera también debe insertarse (mas bien coordinarse) en un ambiente más amplio, como formando parte de los asuntos relativos a la producción de gas asociado, gas libre, carbón, orimulsión, hidroelectricidad y otras energías primarias.

6. Reingeniería financiera. Habría igualmente que completar los estudios de los modos de financiamiento de la expansión de capacidad, para lo cual la modificación de la nueva Ley de Hidrocarburos parece indispensable.

Venezuela: Producción de crudo y cuotas

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[Fuente: citado por Luis Carlos PALACIOS; “Venezuela en la OPEP”; Venezuela Analítica, 31 julio 2002]

Conclusiones

Sobre la base de lo anterior, ante la próxima sustitución del petróleo como energético, y la urgencia de la construcción de una economía interior independiente, surgen los siguientes planteamientos:

(1) – Debe procederse a estudiar la capacidad óptima de producción petrolera, incluyendo petroquímica y refinación, dentro de un plan de negocios actualizado; nada de rentismo ni volumen como criterios, simplemente el ingreso total.

(2) – El Proyecto de País se basará en dicho aumento de producción, pero en el marco de un crecimiento hacia adentro, ajeno al dualismo que ha imperado antes. Recordemos otra vez que el empleo es la clave del bienestar y la inversión es la clave del empleo.

(3) – Debe estudiarse paralelamente los mecanismos financieros requeridos, así como los ajustes legales convenientes, especialmente la modificación de la Ley de Hidrocarburos para la captación de los capitales necesarios.

Alberto MENDEZ AROCHA es Ing. Consultor en Economía Energética. Dr. en Derecho y Economía de la Energía (Sorbonne 1973) e Individuo de la Acad. Nac. de la Ingeniería y el Ambiente.
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