Economía

Replica 1 al Econ. Manuel C. Martínez

Sigue mi reacción al intercambio que mantenemos en soberania.com sobre el “Marxismo revisitado”.

He leído su amable respuesta a mi nota marxista y encuentro que es satisfactoria en términos generales, aunque algunas preguntas han quedado pendientes. Nuestro interés sigue siendo promover un intercambio con carácter educativo en vista a fijar parámetros para una “transición hacia del Socialismo Marxista del siglo XXI”.

Se puede corregir de su planteamiento general la solución de la primera duda, que se refería al valor del producto de la empresa, si correspondía exclusivamente a los trabajadores. Ahora se aclara que corresponde a los trabajadores y también a la amortización de las inversiones (equipos &&) e insumos.

Esta duda provenía de aseveraciones populares, y también creo haberlo oído de Mi Comandante en su discurso en San Carlos el pasado febrero, que los peones de los hatos llaneros son los únicos que trabajan, mientras el dueño disfruta el ocio en Caracas, por lo que el valor de la producción correspondería a los trabajadores, al margen de la inversión en tierras, ganado, cercas, galpones, tractores, &&, incluyendo la gerencia financiera. Esta apreciación parece injusta y engañosa.

Está bien así que se aclare este punto, y que interviene en el costo el componente 1 citado en su respuesta, que corresponde al “monto de las amortizaciones de maquinaria e infraestructura… y materias primas”. Surgen ahora nuevas dudas que quisiéramos dilucidar en el interés didáctico de esta conversación.

Tengo entendido que en términos marxistas el capital no tiene derecho a ganancia, por lo que las amortizaciones de equipos e instalaciones deberían despojarse del atributo de ganancia incorporada. Para ello sería necesario desmenuzar cada una de las partes y repuestos de las máquinas, e identificar “aguas arriba” las horas de trabajo utilizadas en su fabricación, en el rubro “amortizaciones”.

Hercúlea tarea. Pero “todo es posible en la época de la computación”. Por ejemplo, los tractores de la hacienda. Se podrían desarmar y calcular las h-h en todas sus piezas, para cada modelo y año, de motor, chasis, ruedas, miles de tornillos, arandelas, empacaduras, cada una con su fabricante, horas de trabajo, del país que sea. Y no sólo los fabricantes de piezas, sino para el bloque del motor, por ejemplo, se usan máquinas-herramientas: tornos, fresadoras, taladros, todos los cuales tendrían que aportar sus estadísticas de horas hombre. Y así ad infinitum, siguiendo la “Rosa de Peters” citada por el asesor alemán (Dieterich 2004), por medio de “una matriz matemática”.

Si esto no lo pueden lograr para la transición al socialismo XXI (El Troudi y Monedero), en el mediano plazo, entonces esta propuesta de transición al socialismo marxista XXI es pura paja.

Dentro del mismo tema viene ahora la valoración en términos monetarios de las horas hombre contenidas en el valor trabajo, que es una pregunta pendiente.

En términos capitalistas, siguiendo el ejemplo de la arepera, una posible aproximación sería, si cada unidad se vende a 8.000 Bs, estimando una ganancia de 20% queda un costo unitario de 6.400 Bs/a. Suponiendo que los trabajadores participan en 50% del costo, quedan 3.200 Bs/a para amortización e insumos, digamos 1.200 insumos y 2.000 Bs/a para amortización. Despojado de ganancias, resulta, digamos, 1.800 Bs/a de carga de capital. Todo esto a los fines de la “transición”. Habría que bajarle el precio a las arepas por este lado, en el plan de la transición, por esta parte.

En el caso de las materias primas, nuestra duda reside en la discusión sobre la explotación de las minas, que pertenecen al Estado, en Venezuela. Sería bueno conocer la opinión del Econ. Martínez sobre el tratamiento que debe darse al petróleo, que no fue fabricado por ningún trabajador sino por la madre naturaleza. Tiene la palabra, igualmente para el lapso de transición marxista siglo XXI.

Ahora la parte de los trabajadores. No se ha hablado de plusvalía en todo este intercambio. Es otro tema conexo que deberíamos discutir a propósito de la distribución de las ganancias generadas para evitar la explotación.

Las plusvalías

“el valor creado por el obrero por encima del valor de su trabajo”. Obviamente, si el marxismo no acepta el rendimiento del capital, todas las ganancias quedarían para los trabajadores, por diferencia. Qué golilla. Este es un punto a discutir, no parece lógico. Además, ya lo preguntamos, ¿a qué valor se calcula el trabajo realizado por el trabajador?

Aquí reside básicamente el concepto de “explotación” por parte del empresario. Primero veamos las plusvalías de costos. Según nuestras referencias habría dos, la absoluta y la relativa; una la apropiación por el patrono del valor generado en exceso de lo necesario para la manutención del obrero, por encima de su valor producido, y la otra por captura de los aumentos de productividad (unidades/hora). Después están las plusvalías de ingresos, ganancias causadas por mejoras esperadas o inesperadas en las ventas, de las cuales que yo sepa no habla Marx. Así como tampoco habla de los consumidores.

Nosotros hemos rechazado, para el socialismo marxista del siglo XXI el concepto de plusvalía absoluta en sentido estricto, porque a nadie “se obliga” a trabajar 8 horas al DIA, siendo 4 suficientes para el trabajo necesario. ¿Y cómo valoro el esfuerzo? ($)

Igualmente cuestionamos el concepto de plusvalía relativa, porque habrá que ver qué dice cada contrato colectivo en sus cláusulas de productividad, en la transición.

De modo que queda por discutir solo las ganancias puras, entendidas como resultados en el estado de pérdidas y ganancias, sin plusvalías marxistas.

El rendimiento del capital

Es un punto inevitable e ineludible. Es el incentivo crucial que explica la historia de la humanidad. Es nuestra hipótesis de la “hormiga roja”. Sugiero discutir este tema.

¿Por qué es necesaria la rentabilidad?.

Primero, porque la llegada de las máquinas significó un aumento notable de la producción, que reduce los costos unitarios y por tanto las ganancias. Es además el costo de oportunidad del capital. Muchas ganancias deben atribuírsele.

Segundo, porque hay ganancias que son responsabilidad del trabajo conspicuo de algunos trabajadores, que merecen premios o bonos (y otros castigos, ocasionalmente). Es el mérito de la creatividad, de la astucia empresarial, del conocimiento oportuno.

Tercero que el emprendedor que inventó el negocio y arriesgó el capital merece una parte importante de la ganancia (o de la pérdida).

Del lado de los ingresos igualmente habría que discutir a quien pertenecen las ganancias, cuando varían por promoción de ventas o caen por razones del mercado ajenas a la empresa y sus gerentes.

En el fondo es la simple lucha por apropiarse del valor agregado de la empresa, entre capital y trabajo (y de paso dejaron afuera a los consumidores). Marx inventó su filosofía con tales intenciones, pero sus premisas ya no son válidas, probablemente lo fueron a mediados del XIX, cuando la explotación era notoria.

Hay que cuidar además que en esta lucha, en el caso de algunas empresas públicas venezolanas (e.g. Cadafe, Alcasa, militares, universidades, &&) los contratos colectivos son tan abusivos a favor de los empleados, que son causa de la extrema debilidad financiera de las instituciones. Una plusvalía al revés.

A estas alturas podríamos dejar los temas de discusión hasta aquí, invitando al economista MCMM a discurrir en torno a lo mencionado, en vista de un iluminado y esclarecedor debate para beneficio de los principiantes y los demás también. Quizá lo conveniente sería lograr una repartición del valor agregado en que cada uno de los factores reciba su justa remuneración, sin abusar del otro. De otra parte, el problema de las empresas es solo una parte del negocio, es solo una visión incompleta del reparto del bienestar colectivo.

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