Economía

Una sonrisa para el FMI

La «revolución» se sonríe con el (%=Link(«http://www.imf.org/»,»FMI»)%). Ya no será necesario lo que el «gran líder» propuso en Monterrey como un Fondo Humanitario Internacional. Ahora, como gustan en decir algunos políticos, se apechugarán allí. Es que, como ha dicho el presidente de la comisión de finanzas de la Asamblea, somos miembros del FMI desde hace varias décadas. Digan lo que digan, hagan lo que hagan, no es necesario esperar las ofertas de los nuevos ministros, para avizorar el tamaño del ajuste ortodoxo, con altas repercusiones en las condiciones de vida de la población, que se ejecutará.

Quedará en los ministros, el recuerdo de sus críticas a los programas ortodoxos o sus eufóricas proyecciones sobre el crecimiento indetenible en el que ya se encontraba, según alguno de ellos, la economía venezolana. Hoy, la realidad es gris, con un decrecimiento de 4% -cuando se compara el primer trimestre de este año con 2001, y más agudo si se compara con el último del mismo año-. En este contexto, con la crisis político-militar reventada en abril de los corrientes y el subsiguiente primado del aspecto político, puede afirmarse que, 2002 será otro año perdido para la economía.

Algunos críticos del gobierno se regocijan porque, éste, está aprendiendo con la terca realidad de la economía. Realmente, este gobierno siempre será el mismo. Es muy improbable que pueda ser otra cosa. Podrá ser un gobierno hipócrita u oportunista, pero nunca sincero.

El mercado cambiario de la Venezuela de 2002, es estructuralmente inestable, por más que el ejecutivo queme divisas en el sistema de flotación sucia instaurado intespectivamente el 12 de febrero. El ejecutivo se ha conformado con decir que lo ha controlado, mientras, para finales de mayo, el dólar ha bordeado los 1.000 bolívares. Podrá subir o bajar, pero seguirá inestable, en un contexto donde aquel persiste en crear incertidumbre sobre los derechos de propiedad, sobre la utilidad de las instituciones y sobre lo que ahora llama el «gran líder» la revolución democrática.

De la economía de los grandes planes, solo se percibe un pequeño efluvio. ¿Ya dejaron de creer los «revolucionarios» en el eje Orinoco-Apure y en un proceso de repoblamiento de la zona, que se planteaba para unos 70 u 80 años? ¿Ya no sirve el gran ferrocarril que iba interconectar toda Venezuela arrancando con la deprimente conexión Puerto Cabello-Barquisimeto? Es conocido que, la de los Valles del Tuy, venia de gobiernos anteriores. ¿Que pasó con los desarrollos propuestos para la zona de turismo ecológico en que se convertiría el norte de Venezuela? ¿Por qué la ministra saliente de producción y comercio, Adina Bastidas, encontró, en tan mal estado, los asuntos concernientes al ministerio en cuestión, si habían transcurrido tres años de «revolución» y de reestructuración institucional? ¿Cinco ejes resbaladizos, mal escritos y comunicados solo sirvieron para ser entregados, en forma de paquete ortodoxo, en los brazos del FMI?

Es el segundo gobierno de (%=Link(«http://analitica.com/bitblioteca/cap/default.asp»,»Carlos Andrés Pérez»)%) y en el actual del (%=Link(«http://analitica.com/bitblioteca/hchavez/default.asp»,»Presidente Chávez»)%), donde más euforia ha habido sobre la posibilidad de que se haya intentado alcanzar el cambio económico. Curiosamente, son los dos gobiernos que han terminado pareciéndose más, cuando se ha buscado justificar –como se hizo en aquel momento y se está intentando hacer ahora- un conjunto de medidas que afectan el salario real. Ello deriva de que, en una cultura presidencialista como la venezolana, los dos Presidentes se han conformado como populistas neoliberales.

La gran responsabilidad del actual gobierno, está en haber administrado una nación en un período de más de tres años, donde han ingresado mas de 80.000 millones de dólares por exportaciones y tener hoy día que plantearse, como gran estrategia recurrir a los mercados internacionales para conseguir 3.500 millones de dólares y poder, junto a los aumentos de impuestos como el IVA y de otro tipo que vendrán, paliar la aguda crisis fiscal que se avizoraba desde hace semestres, dados los inconvenientes mecanismos de endeudamiento utilizados y las ejecuciones de un gobierno derrochador y descarado que no ha combatido la corrupción, ni los desafueros de algunos ministros y revolucionarios de pacotilla. En este contexto, es claro que no se van a descartar futuros aumentos en el precio de la gasolina y llamados de austeridad y colaboración y compresión a la población.

Realmente, se trata del mismo cuento en el que la economía venezolana se encuentra desde hace más de tres lustros con programas fiscalistas o de atención monetaria, según el caso, que encuadran adecuadamente en lo que le gusta a los organismos multilaterales. Estos enviaran las misiones, con independencia del tipo de acuerdo, supervisión o conversación de que se trate, las cuales se reunirán con los ministros y dirán que van a estar atentos. El BID por su parte, como en todos los demás gobiernos –sea los dos referidos o el del Presidente Caldera- dirá que se están tomando las medidas adecuadas. Mientras, no se elaborará una verdadera estrategia de desarrollo y se seguirá en esa forma particular de entender la economía que se extendió para los países de América Latina desde los años ochenta, y que se basa en el uso recurrente de planes de ajuste y estabilización. ¿Quiénes responderán por tres años y medio?

Esos planes, se vuelven rutinarios, recurrentes, viciosos y fastidiosos, porque siempre existirá la justificación de que hay que cuadrar las cuentas y salir del atolladero. El gobierno del Presidente Chávez ha sido, con todo y su «revolución» y agitación política permanente, un gobierno neoliberal. Pero, ahora, es más neoliberal que nunca.

E-mail:(%=Link(«mailto: [email protected]»,»[email protected] «)%)

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