Economía

Venezuela y el uso productivo de las divisas petroleras

Es muy común caracterizar a los países subdesarrollados por, entre otros, su escasez del recurso capital (recursos financieros necesarios para el desarrollo) proveniente del ahorro interno, que suele ser insuficiente debido al bajo nivel de actividad económica y por tanto al bajo nivel de ingresos y de capacidad de ahorro de los actores económicos-familias, empresas y Estado. De ahí que se considere indispensable obtener recursos adicionales provenientes del exterior a través de inversiones directas privadas y de financiamientos públicos y privados (endeudamiento que puede ser por el Estado o las empresas directamente), como también inversiones accionarias.

Este financiamiento externo suplementa los recursos internos y aumenta la capacidad para financiar importaciones y de pagos al exterior en general. Los analistas que comentan sobre estos temas generalmente suponen que los recursos líquidos obtenidos del exterior pueden ser utilizados eficientemente y convertidos en recursos productivos que elevan la capacidad de producción, exportación y de compra en general a través de la elevación del empleo y del ingreso nacional, dependiendo únicamente de la buena gerencia nacional y de adecuadas políticas económicas.

Estos economistas (incluyendo muchos de los venezolanos que portan títulos recientemente ganados en el exterior) no conciben obstáculos estructurales para la conversión de los recursos líquidos obtenidos del exterior en recursos productivos producidos en el país. Si acaso, descubren y discuten dificultades coyunturales o de corto plazo, fácilmente corregibles, como los ya señalados, dando por hecho la capacidad del país para utilizar los recursos extranjeros (el financiamiento del exterior) con bastante eficiencia y efectividad. Incluso, consideran igualmente un hecho que existe capacidad para importar y utilizar productivamente no sólo los recursos financieros, sino también recursos técnicos como tecnología y gerencia (incluyendo competencia técnica y empresarial). Y tampoco ponen en duda la capacidad organizativa nacional, particularmente en relación con los equilibrios y balances logísticos. Lo que les gusta poner en duda es la capacidad y eficiencia de los gobiernos de turno.

Son muy pocos los análisis y las discusiones sobre casos como el venezolano, que en vez de sufrir escasez de recursos financieros, goza de sobreabundancia y más bien exporta capitales. Y cuando se analizan, las discusiones se ven empañadas por prejuicios ideológicos y se limitan a sucesos temporales y situaciones circunstanciales, como el frecuentemente utilizado caso denominado «enfermedad holandesa» y como si no fuera posible que un país «gozara» de excesos financieros durante largos periodos, concentrándose más bien en las «inadecuadas» políticas económicas. Se rehusan aceptar que las políticas no resuelven el problema por más «adecuadas» que sean.

Es importante reconocer que el problema de transformación de recursos líquidos en recursos productivos, tema que se estudia en los cursos de economía, se da igualmente en economías carentes y superabundantes de recursos financieros. Y no sólo es cuestión de que la transformación debe hacerse eficientemente, sino simplemente que se produzca alguna transformación, en vez de verlos convertidos en consumo y salidas de capital.

En el caso venezolano, que es el que nos interesa, los recursos petroleros son equivalentes a los recursos extranjeros que trata la literatura económica. Simplemente que en vez de ser recursos ajenos que deben devolverse en el futuro, con intereses en el caso de préstamos y utilidades en el caso de inversiones directas, los recursos venezolanos son propios y los beneficios de su aplicación y utilización pertenecen a los venezolanos. No hay repatriación alguna y el Estado es simplemente un administrador que debe rendir cuentas como cualquier gerente.

La equivalencia surge de su magnitud relativa a la economía nacional y de que son divisas producidas con muy poco impacto interno por utilizar muy pocos recursos internos. La equivalencia además existe porque dichos recursos «extranjeros» (las divisas petroleras) no deben ni tienen necesariamente que gastarse en su totalidad al ser recibidos. No deben ni tienen que ingresar al flujo económico inmediatamente al ser generados, sino que deben y pueden mantenerse fuera de la economía, fuera de circulación, mediante el mecanismo conocido como esterilización. Deben ahorrarse para que en el corto plazo no tengan impacto negativo sobre la economía, gastándose únicamente en la medida que el proceso de desarrollo las vaya necesitando, tal y como se hace con los recursos extranjeros tradicionales por economías que padecen insuficiencia financiera.

Aunque el concepto de transformación de recursos líquidos en recursos productivos (conocido como capacidad de absorción) contiene varios contenidos y propósitos, el que más nos interesa es el relacionado con la utilización eficiente y productiva de las divisas petroleras (que podría analizarse también desde el punto de vista menos técnico de utilización adecuada o apropiada).

Visto así, el problema puede referirse a la capacidad de la economía para aumentar la inversión interna y elevar la tasa de crecimiento, pero también a su capacidad para distribuir los bienes y servicios «adicionalmente producidos» a los grupos más necesitados (mejorar la distribución del ingreso). No hay que ignorar, sin embargo, que también existe la posibilidad de que ocurra un simple intercambio de recursos; es decir, que el uso de las divisas más bien contribuya a una salida equivalente de divisas, la cual podría deberse a sobrevaluación del tipo de cambio, a distorsiones institucionales en el mercado de capitales, a factores políticos, a problemas de baja rentabilidad con respecto a inversiones en el exterior, o a cualquier combinación de estas. El manejo de las tasas de interés para evitar la salida de capitales podría ser exitoso únicamente bajo condiciones muy especiales y si hay, ha habido o existe alguna expectativa de inflación, teniendo en claro que de ninguna manera se puede dejar sin controles al sector financiero en condiciones de inflación (aunque se encuentre en declive), a menos que exista consenso sobre la inflación futura. Tendría muy poco éxito en el caso venezolano.

Las divisas petroleras son recursos externos, cuyo propósito es servir de agente catalítico para acelerar el desarrollo del país, encaminándolo hacia un patrón auto-sostenido. Como son generadas por la explotación de un recurso no renovable, un activo nacional en agotamiento, hay que concentrar (o mejor aún, limitar) su utilización a la creación directa de capacidad de producción sustitutiva, complementando y fortaleciendo la formación de capital endógeno. Por lo tanto, no se puede justificar su uso para elevar directamente el nivel de consumo. El impacto se mide por la proporción que efectivamente conduce a elevar la tasa de crecimiento y consecuente capacidad de producción de la economía nacional, pudiendo utilizar diversos indicadores y mecanismos de medición, reconociendo que el más directo y quizás también más efectivo es la eficiencia marginal del capital.

Su impacto sobre la inversión determina la tasa de crecimiento de la economía, porque constituye la capacidad de la economía para incrementar la inversión con los recursos petroleros. Puesto de otra manera, la importancia de la capacidad de absorción radica en que en un momento dado, o bien dentro de un período determinado (que podrían ser 5 o 10 años), existe un limite más allá del cual la economía (venezolana en nuestro caso) no puede elevar la inversión y su tasa de crecimiento. Este limite lo establecen factores reales, obstáculos de carácter estructural y humano, institucional y organizativo, tales como las disponibilidades físicas de los factores de la producción — mano de obra calificada y con especialidades técnicas especificas, capacidad institucional y de gerencia y organización, las leyes y normas que habrían que cambiar, los conocimientos técnicos, etc. También podría incluir en este contexto las limitaciones que imponen factores políticos negativos, que pueden ser significativos.

Podemos medir la capacidad de absorción por el volumen de inversión que iguala la tasa de retorno marginal con la tasa de descuento «socialmente aceptable». Podemos utilizar el coeficiente capital/producto incremental (CCPI) o sea la productividad del capital, tomando en cuenta las limitaciones que podrían imponer los coeficientes capital/trabajo y trabajo/producto, también incrementales.

Aclaremos el concepto y su aplicación. La inversión tiene varias etapas sucesivas. En cada etapa, los determinantes de la capacidad de absorción tienen connotación especifica. En una primera etapa, se identifican las metas a lograr (posibilidades de desarrollo), se formulan proyectos y programas específicos (alternativas estratégicas), se comprueban sus factibilidades técnicas y se evalúan sus méritos económicos y financieros. Por ejemplo, la explotación de recursos naturales disponibles y de nuevos mercados nacionales o extranjeros, la apertura de mercados nacionales mediante la construcción de carreteras en áreas rurales lejanas, y la adaptación de tecnología disponible al contexto nacional y local. Sería lo que Joseph Schumpeter denominaba la función de innovación atribuida a los «entrepreneurs», su creatividad y disposición para asumir riesgos. Y también sería uno de los propósitos de la política de desarrollo exitosa – establecer un procedimiento para aumentar sistemáticamente el volumen de proyectos de inversión.

El fracaso de Venezuela, como también de muchos otros países subdesarrollados radica precisamente en su reducida capacidad para convertir los recursos extranjeros (las divisas petroleras en nuestro caso) en recursos productivos y elevar con ello la tasa de crecimiento económico. No ha logrado darle contenido operacional a sus políticas de desarrollo, cuando las ha formulado (en años recientes, lamentablemente Venezuela olvidó esta función de gobierno, dejando de considerar el largo plazo por concentrar toda su atención a la solución de los problemas inmediatos).

El fracaso también se debe en buena medida a las brechas de conocimiento, escasez de profesionales calificados, corrupción, falta de liderazgo y de tomadores de decisión, y leyes e instituciones inadecuadas o inoperantes. En todos estos casos, las soluciones no son sencillas y requieren de mucho tiempo para lograrse. Más tiempo del que los responsables de gobierno y muchos líderes nacionales han querido aceptar.

En la segunda etapa del proceso de inversión se ejecutan proyectos y programas, construyendo e instalando nuevas estructuras físicas y nuevos equipos y máquinas. Pero esto de por sí no es suficiente. Es necesario asegurar el balance interno de las inversiones y su compatibilidad externa con los demás factores de producción. Las divisas petroleras no aseguran estos balances y compatibilidades. Tampoco corrigen las fallas y los errores. Las soluciones no se pueden comprar ni importar.

La tercera etapa del proceso de inversión comienza al término de la segunda, con la producción (utilización de la inversión). Supone la instalación eficiente de la capacidad de producción planeada cuando se fijaron las metas y es entonces cuando se manifiesta la significación critica de la capacidad de absorción. Es cuando se aprecia la importancia de la gerencia, de la productividad de la mano de obra, de las calificaciones y especializaciones técnicas, del suministro seguro y adecuado de los insumos necesarios, del tamaño apropiado del mercado y sus especificidades, etc. Es cuando se comprobará si la capacidad instalada está utilizándose plenamente y se conocerán los problemas no resueltos, tales como las indivisibilidades inevitables, cambios tecnológicos e institucionales imposibles de haber previsto, etc.

Resumimos los 5 determinantes de la capacidad de absorción:

    1- El estado de la información y conocimientos (nivel de la tecnología) aplicados a los recursos naturales y humanos del país. .

    2- El nivel de calificación y especialización gerencial y profesional de la mano de obra, su tasa de movilidad y utilización (recurso humano capacitado para ejercer labores de alta especialización y destreza).

    3- La capacidad de importación, especialmente de los recursos humanos especializados y equipos de alta tecnología.

    4- El balance interno de los programas de inversiones.

    5- La capacidad de toma de decisiones de la alta gerencia y de los líderes tomadores de decisiones.

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La capacidad de absorción es, entonces, cuestión de rendimientos crecientes o decrecientes, relacionando las inversiones con las tasas de retorno marginales. No es un concepto para considerar como impedimento absoluto y fijo. Se puede modificar en el corto plazo, dentro de ciertos límites, si se está en condiciones de aceptar mayores costos e ineficiencias, ya que la podemos reflejar en una comparación relacionando las escalas de inversión con la tasa de retorno marginal. Esto puede reflejarse en una gráfica donde el eje horizontal represente la inversión y el eje vertical el coeficiente capital/producto incremental (no obstante las dificultades para medir e interpretar la tasa de retorno marginal (como también el coeficiente capital/producto incremental).

Es ampliamente conocido que el CCPI aumenta en proporción directa con el volumen de inversión en situación estática. En circunstancias dinámicas, la pendiente ascendiente es mayor en el corto que a largo plazo. La relación se puede invertir en el largo plazo, con el CCPI disminuyendo, bajo determinadas circunstancias que claramente implican aumento de la capacidad de absorción. En el caso venezolano, el CCPI muestra tendencia histórica ascendiente (acelerándose en años recientes), lo cual significa disminución de la capacidad de absorción y demuestra retroceso y desperdicio crónico. .

El CCPI se utiliza para medir la productividad de la inversión, particularmente en las comparaciones entre alternativas de inversión (considerando cada proyecto de inversión como una unidad indivisible) para determinar las más rentables. Y como está relacionado con el valor agregado (en vez de la producción bruta), sirve como aproximación aceptable para la medición de la productividad social (mejor que el concepto de beneficios).

El CCPI expresa la relación entre la inversión y la producción, tomando en cuenta cambios en los demás factores de producción (recursos naturales, calificaciones y destrezas del recurso humano, tecnología y gerencia). Tiene problemas de cálculo y medición, no cabe la menor duda, especialmente en inversiones con largos períodos de gestación o cuando el periodo de utilización también es largo (porque tienden a elevar el CCPI sin que esto signifique que su productividad sea inevitablemente reducida, en comparación con bienes de capital cuyos periodos de gestación o vida útil son bajos y por tanto tienden a reducir su CCPI). No obstante estos sesgos implícitos en el CCPI, desde el punto de vista práctico y operativo, la tasa de retorno descontada es el mejor indicador de eficiencia a nivel microeconómico.

Resumen Final

En un contexto determinado, es decir, dada la política de desarrollo, la capacidad de absorción de las divisas petroleras se puede definir en términos del aumento de capacidad productiva y de la tasa de crecimiento, recordando que la naturaleza no renovable del petróleo y la cuantía de la divisas recibidas nos obliga a limitar su utilización a la sustitución de un activo en agotamiento. Podríamos asemejarla a la eficiencia marginal del capital. Evidentemente que hay filtraciones y estas pueden medirse a través de la balanza de pagos (importaciones no productivas y salidas de capital) y de las cuentas nacionales (aumento en el gasto de consumo de bienes y servicios no productivos) atribuibles al uso de las divisas mediante la aplicación de conocidas técnicas econométricas.

Un comentario final sobre el país y los últimos 10 a 15 años de crisis. Es notable el deterioro de la situación física de la economía, con escasas nuevas inversiones y reducido mantenimiento de equipos e infraestructura, deterioro de la productividad del trabajo y del capital, agravado por la huida del país de importantes recursos humanos, tecnológicos y financieros, decepción y deterioro en las expectativas de los inversionistas, descomposición social y agravamiento del desempleo y de la desnutrición. Todo esto demuestra debilitamiento en la organización empresarial y en la capacidad de la economía para movilizar los factores de producción, por no decir, disminución en la capacidad para utilizar eficiente y productivamente recursos financieros y convertirlos en capacidad productiva, con impacto decisivo y rápido en la tasa de crecimiento, el empleo y la generación de ingresos. Existe mucha capacidad ociosa, pero su utilización requiere de recursos que no están disponibles de inmediato y que el simple gasto de dinero no resuelve. El proceso de reacomodo de la economía para enrumbarse por el camino del crecimiento sostenido es necesariamente lento. Finalmente, la inyección exagerada de dinero en el corto plazo, resultante de la conversión de divisas en bolívares, en vez de acelerar el proceso de reacomodo y despegue, más bien lo retrasaría, al agravar la distorsiones existentes y encontrar salida hacia el exterior por la vía de importaciones improductivas y de huida de capitales..

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