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Agua por todas partes, de Julio Miranda

La muerte de Julio Miranda en 1996 fue una pérdida para la literatura de Cuba, la isla donde el escritor nació y donde nunca pudo publicar. Pero sobre todo para Venezuela, donde hizo toda su carrera, donde dejó una obra ensayística, narrativa y poética de gran valía, además de sus artículos de prensa, sus críticas de cine y su labor como editor de revistas culturales.

Poco después de llegar al país se ganó varios enemigos con Proceso a la literatura venezolana (de 1975), el ensayo en el que el joven intelectual cubano que era hirió muchas susceptibilidades al señalar, sin complacencia alguna, las carencias de que sufrían entonces las letras locales. Algunos de esos rencores lo persiguieron siempre, pero no impidieron que hiciera llegar a los lectores su profusa y original escritura: los poemarios Maquillando el cadáver de la revolución (1977), Parapoemas (1978), Anotaciones de otoño (1987) y Así cualquiera puede ser poeta (1991); sus piezas narrativas El guardián del museo (1992), Sobrevivientes (1993), Luna de Italia (1996) y, especialmente, las tres novelas que vuelven a las librerías en una edición conjunta de Literatura Mondadori, Casa de Cuba, Una ciudad con nombre de mujer y Agua por todas partes.

Ésta última es la que da título al volumen prologado por el crítico Oscar Rodríguez Ortiz, quien destaca el humor negro de Miranda y su esfuerzo por hacerse de un nicho propio, por afanarse en empresas intelectuales extrañas y maniáticas en las que más nadie se embarcaba, recuerda “una visión del mundo en la que Miranda se ofrece en tanto sujeto de una implacable resignación ante la locura humana, comenzando por la propia”. Pero agrega, Rodríguez Ortiz, que ese sarcasmo permanente no era sino el método con el cual se protegía de la enorme ternura que los demás le producían.

Agua por todas partes está atravesada por esa nostalgia de Cuba que persigue por siempre a sus escritores, aunque no pisen más La Habana, aunque crezcan, trabajen, se hagan célebres en fríos y remotos territorios. Fue el destino de Jesús Díaz y de Guillermo Cabrera Infante, y lo es también de este otro renovador, este tenaz rebelde del estilo y de la forma que era Julio Miranda. Una novela ocurre en una pensión en París, otra en Granada, pero la tercera en una prisión. Todas remiten a Cuba, la patria inolvidable pero secuestrada, desde hace medio siglo, por un totalitarismo que expulsa a muchos de los mejores, cuando no los tritura en un calabozo como a Reinaldo Arenas o Raúl Rivero.

Agua por todas partes, de Julio Miranda, ya está a la venta en las mejores librerías de Venezuela.

Para mayor información contactar a:

Gabriela Lepage:
Teléfono: 0414 1400541
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Melba Rodríguez
Teléfono: 0414 3063922
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