Salud y Bienestar

La violencia y como canalizarla

 Existe la conducta agresiva sana que es el monto de energía interna que nos permite enfrentar situaciones difíciles, construir, o resolver desafíos, y actúa como mecanismo de preservación o como fuerza constructiva. Defenderse del ataque de un animal rabioso para preservar la integridad es un ejemplo, resolver un reto intelectual o deportivo que implica competencia es otro.

Cuando la rabia se torna insana puede adquirir varias formas, entre ellas la más destructiva ligada a la violencia o a la hostilidad abierta y desconsiderada. Este tipo de rabia actuada siempre deja un saldo desfavorable pues tiene una intención (consciente o no) de destruir o hacer daño.

Ningún ser humano es inmune a ser violento u hostil. De hecho, todos lo somos en algún momento, y más aún, cuando las circunstancias ambientales lo favorecen. Siempre existen razones internas (conscientes o no ) o externas para que esto ocurra. Las causas de la violencia han sido estudiadas.

Aun cuando las causas de la conducta hostil o violenta son complejas, se han identificado cuatro fundamentales que aparecen aisladas o combinadas. Se es hostil o violento con la finalidad de imponerse, controlar o someter a otro, también se puede ser violento por venganza, envidia o como respuesta a haberse sentido herido, ultrajado, humillado o dañado emocionalmente. La acción violenta u hostil actuada por cualquiera de estas causas provoca una reacción en el otro, que responde, y así se establece la espiral o escalada de la violencia. Esta es la base de la violencia social incontrolada.

El manejo sano de la violencia u hostilidad es indispensable para la convivencia social, y para evitar la aniquilación. Es normal sentir hostilidad o deseos de ser violento, pero necesario controlarla o canalizarla sanamente.

Transformar la violencia u hostilidad en discusión o diálogo sensato sobre las diferencias (hablar, no agredirse), en competencia sana (medirse, no agredirse) y en actitudes altruistas al anteponer el bienestar colectivo al egoísta (construir, no destruir), son las tres formas en que se puede canalizar la agresión individual o colectiva.

En lo individual, la responsabilidad de manejo sano de la violencia es decisión de la persona, en lo social los líderes influyen determinantemente en que la violencia social se exprese o no. Por eso el dialogo entre líderes en pugna es tan importante para aplacar la violencia social. Este dialogo por supuesto tiene que ser abierto a las críticas de lado y lado pero no agresivas o descalificatorias que solo encienden más las pasiones, sino críticas que se acompañen de búsqueda de soluciones concretas que permitan mitigar las diferencias y buscar soluciones.

 

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