Salud y Bienestar

Niños con diabetes tipo 1 usan la insulina al «ojo por ciento»

En Venezuela, la falta de insumos necesarios para mantener controlados los niveles de glucosa en la sangre, mantiene en peligro a los niños y adolescentes con diabetes tipo 1 que requieren de insulina para poder vivir.

El nutricionista Emmanuel Velásquez, señaló que actualmente no se consigue esta hormona ni tampoco las cintas reactivas, por lo que muchos jóvenes con esta condición y sus familias “la están usando al ojo por ciento”, lo que puede llevar a agotar más rápido las reservas existentes.

La diabetes tipo 1 -conocida también como juvenil o insulino-dependiente-, es una enfermedad que se presenta por primera vez en la infancia, adolescencia o juventud, antes de los 30 años. Las personas con esta condición no logran producir la insulina suficiente para su cuerpo, y es por eso que deben inyectársela diariamente para cubrir la carencia que sufren.

La importancia de este tratamiento es mantener el nivel de azúcar en sangre tan cerca de lo normal como sea posible, es decir, ni por encima ya que se originaría una hiperglucemia, con los riesgos que implica tener la glucosa muy elevada; ni muy bajo (hipoglucemia).

Emmanuel Velásquez explicó que una de las formas para evitar que los niños y adolescentes usen más cantidad de la necesaria, es cumpliendo con disciplina su plan de alimentación y haciendo ejercicio físico. Otra manera de paliar la situación generada por la falta de insumos es que se aplique un esquema de insulina en función de que se va a comer, lo cual también ayuda a que éstos mantengan su peso, señaló.

Medidas nutricionales

El nutricionista del Método Coma (Cambiar Organizadamente la Manera de Alimentarnos), precisó que según parámetros de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo de azúcar para niños y adultos no debería representar más del 10% del requerimiento calórico total.

“Por ejemplo, en una dieta de 2.000 calorías, el azúcar debería ser sólo 200, unos 50 gramos diarios. Un refresco tiene 40 gramos, por lo que comerse adicionalmente una ración de galletas excedería el mínimo”, señaló.

Por otro lado, señaló que cuando los chicos entre 7 y 12 años son diagnosticados con diabetes tipo 1, muchos de ellos lo toman de buena manera, pero otro caen en negación. “No es fácil que entiendan que se tienen que inyectar todos los días y varias veces. El entrenamiento de la insulina toma alrededor de 3 meses y es más difícil mientras se es más joven”.

Resaltó que el diagnostico afecta más a los padres, que suelen sentir miedo y mucha culpa de haber hecho algo mal. “Es recomendable que busquen asesoría de un endocrino-pediatra, e incluso apoyo psicológico para ellos y sus hijos”, manifestó.

Expresó que la vida familiar puede verse afectada (sobre todo si son el único caso), especialmente la dinámica de la alimentación en casa, así como en salidas a la calle, fiestas o visitas. “Los padres deben evitar estigmatizar a los chicos ni hacer menciones recurrentes de que sus hijos tienen esta condición”, acotó.

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