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Cine:La Vida de Mahoma en la Gran Pantalla

(%=Image(7088865,»L»)%) Tratándose de un personaje tan enigmático e importante, era lógico que algún cineasta tratara de hacer una película sobre su la vida de Mahoma, especialmente en tiempos en que la religión islámica está en el centro de lo que se ha dado en llamar un “choque de civilizaciones”, en referencia a las tensiones geopolíticas entre países de las culturas judeo-cristiana y musulmana. Pero en vista de las restricciones en el credo musulmán de no mostrar imágenes de su profeta máximo, cualquier biografía fílmica tropezaría con retos formidables y habría que apelar a la creatividad artística. Sin embargo un realizador estadounidense de origen sirio, Mustafá Akkad, lo intentó en 1976, reuniendo en los países islámicos los recursos necesarios para realizar una producción espectacular al estilo que acostumbra Hollywood, y de esos esfuerzos resultó la película “El mensajero de Dios”, o “The message” en el mundo anglosajón, que cubre esencialmente las campañas militares de Mahoma para imponer su credo.

Gaddafi financió un filme de Akkad

Cuando emprendió ese proyecto, Akkad venía de realizar una cinta de aventuras titulada “El león del desierto”, sobre un patriota libio que luchó contra la invasión italiana de su país, ordenada por Mussolini. El mismo Moammar Gaddafi invirtió $ 35 millones en ese filme, que resultó un fracaso de público, a pesar de que tenía en su elenco a tres actores de relieve como Anthony Quinn, Rod Steiger y Oliver Reed. Pero las tensiones entre el mundo occidental y Libia influyeron en una deficiente distribución y el consecuente fracaso en la taquilla.

Sin embargo, gracias a los méritos artísticos de esa producción, Akkad fue reconocido como un director talentoso y no tuvo problema en obtener en 1976 el financiamiento de su película sobre Mahoma, ya que varios países islámicos invirtieron en el proyecto, entre ellos Pakistán, Indonesia, Libia, Marruecos y Kuwait, con una productora británica a cargo de la realización. El financiamiento se facilitó gracias a que Akkad reclutó a dos grandes actores, pues Anthony Quinn interpreta a Hamsa, el tío y lugarteniente de Mahoma, mientras Irene Papas (la inolvidable amante en Zorba el griego), encarna a la esposa y confidente de este personaje.

Obviamente nadie encarnó a Mahoma, por las restricciones antes mencionadas, así que sólo se vería su sombra y sus pies, ocasionalmente, mientras Hamsa repetía sus órdenes, algo curioso que seguramente irritó a muchos espectadores que esperaban ver la imagen del profeta.

Dos actores para el papel protagónico.

La película de Akkad tuvo que ser muy respetuosa, y el director se cuidó de contratar a reconocidos expertos sobre esa religión, para evitar posibles críticas o protestas durante la exhibición del filme, que de todos modos confrontó desagradables incidentes en algunos países durante su estreno. Previendo ese tipo de problemas, Akkad sustituyó a Quinn en las escenas clave con un actor egipcio, Abdullah Gaith, para la versión árabe que se exhibió en el mundo islámico, por el temor de que se protestara la presencia de un occidental en el papel principal, algo que muchos fundamentalistas lo considerarían ofensivo.

La obra tuvo un presupuesto moderado de $ 10 millones (unos $ 30 millones hoy día) y Akkad la filmó también en Marruecos, país que demostró con “El león del desierto”, que podría proporcionar escenarios creíbles junto con los extras para las batallas y escenas de multitudes. De ese esfuerzo, “El mensajero de Dios” resultó una película de buena factura, a pesar de las limitaciones del personaje, y atrajo bastante público en el mundo musulmán, que vieron por primera vez una cinta sobre la figura principal de su religión.

Entra en escena un productor de megaéxitos.

Ahora el británico Barrie Osborne, precedido por la fama lograda como productor de megaéxitos como “El señor de los anillos” y “Matrix”, anunció hace poco que hará un remake del filme de Akkad y logró reunir en Qatar unos $ 150 millones para financiar su proyecto, cuya filmación será también en Marruecos. La decisión fue difícil, ya que el país adquirió mala fama después de que el mismo Akkad muriera en 2005 junto con su hija y otras 40 personas, en un sangriento atentado terrorista de Al Qaeda en Casablanca. Seguramente esta vez la producción tendrá fuertes medidas de seguridad, dadas las tensiones geopolíticas actuales, casi inexistentes en 1976, máxime cuando se trata de un tema tan delicado como la biografía de Mahoma.

Para cuidar la parte histórica y religiosa, Osborne dijo que contrataría a Yussef Al Qaradawi, un controversial académico islámico, para cuidar de que se conserve todo el rigor biográfico que merece una obra de este tipo. En palabras de Osborne, “la obra busca servir de puente entre dos culturas”, al dar a conocer con mayor profundidad una religión muy incomprendida en Occidente, donde se la considera generalmente asociada a actos terroristas, cuando el mensaje básico del islamismo es esencialmente pacifista. Hasta ahora no se sabe de actores que hayan aceptado trabajar en esta producción, pero dado su alto presupuesto se presume que serán de la misma talla que en la cinta de Akkad, para que pueda atraer a grandes públicos.

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