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Enemigos públicos: Regresan los Gangsters de la Gran Depresión

El cine de Hollywood siempre ha sido prolífico en películas sobre mafiosos, pandilleros y ladrones, en gran parte porque las fechorías de estos personajes dan oportunidad para emocionantes escenas de tiroteos y violencia, que aparentemente agradan al público. Una cinta que se estrena en estos días, “Enemigos públicos”, nos retrae a la década de los 30, cuando la depresión y la prohibición permitieron el auge de criminales como Al Capone, John Dillinger, ‘Pretty Boy’ Floyd, ‘Baby Face’ Nelson y Butch Cassidy, que se convirtieron virtualmente en legendarios héroes populares dotados de cierto romanticismo. 

   Casi todos estos notorios personajes han sido objeto de tratamientos cinematográficos, especialmente los dos primeros, pero mientras Capone ha tenido grandes intérpretes como Rod Steiger y Robert De Niro, no había sucedido lo mismo con Dillinger, que apenas había sido objeto de dos filmes hace varias décadas con actores poco conocidos como Harry Dean Stanton y Robert Conrad.

Director y actores a la altura del reto

   Era hora pues, de hacer de Dillinger un héroe más “glamoroso”, y nadie más indicado que un estrella talentosa y rentable como Johnny Depp, a la postre considerado como el actor más sensual y taquillero de la actualidad. Después de sus comercialísimos episodios en la serie “Piratas del Caribe” y una hilera de filmes fantasiosos para públicos juveniles, Depp buscó un rol más serio y sustancioso, que le pudiera dar oportunidad de ser candidato al Oscar, un premio que lo ha eludido hasta ahora y que podría ser importante para un actor con 45 años a cuestas.

   El papel de Dillinger le vino al dedillo, máxime cuando el actor lo codiciaba desde hace tiempo, y nadie más indicado que Michael Mann para dirigirlo, en vista de su trayectoria en toda una serie de film noirs como “Collateral”, “Heat” y “Miami Vice”. Esto, además de  una considerable experiencia en series televisivas de corte policial como “Drug wars”, “Crime story” y, en especial, la otrora duradera “Miami Vice”. El mismo Mann bromeaba a veces sobre su currículo, diciendo que “había tenido toda una vida sumergido en el crimen”, ya que difícilmente una de sus películas –sea como director, productor o guionista— estaba exenta de policías o criminales.

   Mann basó su filme en el best-seller de Bryan Burrough, también titulado “Enemigos públicos”, donde se muestra una visión panorámica de los pandilleros del periodo de la depresión, además de los inicios del FBI como ente investigador de crímenes federales, bajo la severa dirección de su primer director, J. Edgar Hoover. Al igual que Capone tuvo a Elliott Ness como su Némesis, Dillinger lo tuvo en el agente Melvin Purvis, interpretado aquí por el actor en ascenso Christian Bale, quien fuera un creíble Batman en la taquillera “Caballero de la noche” y, más recientemente, como el líder de la resistencia en “La salvación de Terminator”.

   Hacía falta otra luminaria como la amante de Dillinger, para darle un toque romántico al estilo de “Bonnie y Clyde”, así que Mann contrató a la francesa Marion Cotillard ( ganadora del Oscar como Edith Piaf en  La vida en rosa), algo calculado fríamente para que la cinta tenga seguidores de ambos lados del Atlántico, dada la importancia del mercado europeo. Cotillard encarna a Billie Frechette, la compañera sentimental y de fechorías a la vez, que le manejaba el carro de escape después de los asaltos, y la ascendencia foránea del personaje encaja perfectamente con el acento afrancesado de la artista al hablar inglés.

Hoover en la picota

    Otro personaje que se destaca en el filme es el de jefe máximo del FBI (Stephen Dorff en el filme), y así aprovecharon a sacarle varios trapitos al sol al inefable Hoover, un personaje mítico que nunca irradió simpatía por su autoritarismo, abuso de poder y excentricidades sexuales.  Tanto en el libro como en el filme se enfatiza la ambición de Hoover de convertir al FBI en un ente policial de alcance nacional, y para eso califica a Dillinger como “enemigo público No 1”, para contrarrestar la popularidad que había adquirido el hampón al escaparse en forma espectacular de una prisión y eludir varios cercos policiales.

   Con un 63 % de puntaje en el imparcial “tomatómetro”, la crítica mundial ha elogiado la obra de Mann, la cual –además de su valor documental– va más allá de un simple filme de gangster  y su inherente brutalidad, al mostrar el aspecto humano de los hombres que se colocan fuera de la ley y los métodos usados por los cuerpos de seguridad que los combaten. Incluso, la obra adquiere cierta actualidad al enfatizar el actual ambiente adverso a los institutos bancarios, haciendo sin querer un paralelismo entre la gran depresión y la actual recesión. De este modo, mientras Mann se considera un policial de buena factura, “Enemigos públicos” incursiona en forma subliminal en la crítica social y política.

   Todo indica que “Enemigos públicos” se  convertirá eventualmente en un clásico del cine policial y que la interpretación de Johnny Depp será apreciada como lo fueron en su tiempo otras memorables caracterizaciones de malhechores. Bastaría mencionar aquí a: James Cagney en “Enemigo público”, Paul Muni en “Cara cortada”, Edward G. Robinson en “Pequeño César”, Humphrey Bogart en “Horas desesperadas”, Paul Newman en “Butch Cassidy y el Sundance Kid”, Warren Beatty en “Bonnie y Clyde”, Marlon Brando en “El Padrino”, Al Pacino en la moderna “Cara cortada”, Robert de Niro en “Los intocables” y , recientemente, Jack Nicholson en “Los infiltrados”.

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