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Entrevista a Eduardo Sanchez Rugeles

  -¿Cuáles son tus orígenes vitales? ¿Dónde naciste? ¿Cómo era tu familia? ¿Cuál son tus recuerdos de tu papá y mamá?

Nací en Caracas, en 1977. Mi familia, hasta el día de hoy, ha permanecido idéntica al modelo que recuerdo desde los más tempranos años ochenta. El formato “hogar” es el mismo que cuando era niño. Mis primeros recuerdos, en su conjunto, están arraigados en la urbanización Santa Mónica. Toda mi vida la viví en Santa Mónica, hemos hecho un peregrinaje desde la Principal, pasando por las adyacencias del antiguo Centro Comercial Parsamón, hasta las Colinas, donde viven mis viejos hoy día. Mi padre es abogado, mi madre es abogada; luego, tras graduarse, mi hermana estudió Derecho y también es abogada. A pesar de esa influencia, siempre supe que no tendría temperamento, interés ni temple para ejercer el Derecho.

 ¿Recuerdos de infancia sobre mis padres? José, mi papá, escuchando algún LP, instruyéndome tácitamente en los cursos académicos de Billo Frómeta, Alfredo Sadel, Sonora Matancera y, a mediados de los 80, su celebración con súbito interés, por la aparición de una joven promesa llamada Yordano di Marzo. Tere, por su parte, aparece en la cocina. Mi mamá siempre ha sentido pasión por la cocina.

-¿Qué lo llevó a ser escritor?
No lo sé… A pesar de la cantidad impresionante de libros de Derecho en mi casa, también había una biblioteca –pequeña pero creciente- de obras literarias. Siempre me gustó leer. La lectura contemplativa y la desproporcionada afición por el cine sensibilizaron mi imaginación por lo que siempre estaba inventando historias y reescribiendo finales a mi manera.

-¿Qué lecturas influyeron en su formación?
De niño leí con fervor a Julio Verne. En mi casa había una pequeña colección de obras de Verne que me interesaron mucho. Tenía la tara precoz de ir a los libros después de las películas. Es decir, si la película me fascinaba luego me iba a las librerías a buscar las fuentes. Recuerdo, con peculiar interés, dos obras que me descolocaron y me hicieron sentir una especie de mortificada ignorancia, porque eran sumamente raras y no se parecían mucho a las películas que me habían fascinado: “La historia interminable” de Michael Ende y, la más incomprensible, “El nombre de la Rosa” de Umberto Eco. Leí a Eco con 12 años. Esa experiencia, seguramente, debe haberme generado algún tipo de trastorno. No entendí nada. También, en la adolescencia, me aficioné a mi querida literatura chatarra, la cual recuerdo con especial afecto: Sidney Sheldon y V.C Andrews, entre otros. Flores en el ático, fue un punto de inflexión en mi adolescencia romántica. Las grandes obras vinieron después, a los  16, quizás. Inicié mi aprendizaje literario más severo con “Cumbres borrascosas”.

-¿Por qué escribe?
Otra pregunta difícil…Creo que hay distintos tipos de escritura. Hay relatos de oficio, de pasión o mero pasatiempo. Puedo decirte, por ejemplo, que mi novela Transilvania, unplugged fue un ejercicio de escritura que asumí con la dignidad profesional de un oficio. Blue Label, por otro lado, es un relato de pasión, simplemente, me senté a escribir una historia arraigada en alguna parte de mi “adentro” –por no decir espíritu o cualquier otra categoría imprecisa- y así, salió. Honestamente, no sé por qué escribo. Esta pregunta me confrontó a la mítica experiencia narrativa de la página en blanco. Si te dijera que escribo para conocerme, para buscar la verdad, para purgar mis demonios o cualquier otro lugar común del existencialismo creativo, mentiría. Con ese tipo de respuesta sólo lograría dar un efecto de falsa intensidad. No sé por qué escribo, sólo sé que necesito hacerlo.

-¿Cómo realiza su trabajo de escritor, a que horas lee, a qué horas escribe?
Leo de noche. Sufro de insomnio. De 11:00 a 3:30 –más tardar- sólo leo o veo películas. Muy raramente, -tendría que estar muy involucrado con un texto-, escribo en la noche. Escribo en la mañana. Me despierto, me tomo un café y a escribir. Teclado puro y duro hasta la hora del almuerzo. Nunca desayuno. Todo el mundo me dice que eso me traerá severos traumas de salud haciendo hincapié en ese aforismo –probablemente inventado por la Kellogs- que dice que “el desayuno es la comida más importante del día”. Sólo puedo escribir a gusto al despertar. Por lo general, escribo de corrido hasta el mediodía.

  CUESTIONARIO PROUST (1892). Respuestas de Eduardo Sánchez
 -El principal rasgo de mi carácter: Sana impasibilidad
 -La cualidad que deseo en un hombre: Autenticidad
-Lo que más aprecio en mis amigos: el sentido del humor
-Mi principal defecto: Indiferencia que, en ocasiones, traduce por antipatía.
-Mi ocupación preferida: dar clases, leer y escribir. Nada más.
-Mi sueño de felicidad: (La respuesta está en el siguiente punto)
-Cuál sería mi mayor desgracia: Honestamente, no lo sé. Existe un universo infinito de felicidades y desgracias posibles, no podría precisar una en particular. Puedo decir que celebro cualquier forma aproximada a la felicidad y padezco cualquier acercamiento a cualquier manifestación de la desgracia.
-Lo que querría ser: Director de cine; maestro… saxofonista en los años 30.
-El país donde desearía vivir: Eslovenia.
-El color que prefiero: Negro.
-La flor que amo: La rosa blanca; no la amo, pero me gusta.
-El pájaro que prefiero: Por su lealtad a la humanidad, a pesar de su suciedad  y sus ruidos insoportables, me simpatizan las palomas.
-Mis autores favoritos en prosa: ¡ALVARO MUTIS!. Proust, casualmente, aunque sólo he leído las dos primeras partes de La Recherche. Thomas Mann. En su momento, -tengo tiempo sin leerlo-, Dostoyevsky. Vargas Llosa, José Donoso, Onetti. Una influencia importante en los últimos años, han sido los autores Ivo Andric y Vassili Grossman. (El puente sobre el Drina es de las mejores cosas que he leído).
-Mis poetas preferidos: Soy muy mal lector de poesía; no conozco obras generales de poetas, sólo, a veces, me aficiono a poemas particulares. Te puedo citar, por ejemplo: la “Derrota” de Cadenas que siempre me ha golpeado; “Las elegías de Duino” de Rilke que son de una belleza trascendental, algunas cosas de Ramos Sucre, otras de Baudelaire –“Las letanías de Satán”, por ejemplo-.
-Mis héroes favoritos en la ficción: En la literatura no me gustan los héroes. Nada me parece más aburrido que un héroe; prefiero los personajes convencionales, fracasados, acomplejados, perdidos, desorientados. Me interesa más el ser humano que el héroe. Me interesa más el Hércules de Dürrenmat, por ejemplo, que el invulnerable referente clásico.
Adoro, sin embargo –con afecto lúdico-, a todos aquellos farsantes que protagonizaban las películas de acción de los años ochenta: John MacClane (Duro de matar); Martin Riggs (Arma Mortal) o el gran Dutch (Depredador).  Curiosamente, nunca me gustó Rambo.
 Mis heroínas favoritas en la ficción: En literatura, por su desenlace trágico, me simpatiza Salambó… En la ficción más burda: Cheetara, de Los Thundercats.
-Mis compositores preferidos: Rimsky-Korsakov, Modest Mussorsky; Leonard Cohen, Bob Dylan, Joaquín Sabina, Andrés Calamaro y Silvio Rodríguez.
-Mis pintores favoritos: Edvard Munch, Rubens; Berthe Morisot e Isaac Levitan, en algún momento, tanto en literatura como en música y pintura estuve muy interesado por los rusos del XIX. En Venezuela siempre estuve enamorado de la obra pictórica de Cristóbal Rojas. Federico Brandt también me resulta muy interesante.
-Mis héroes en la vida real: Tengo problemas con la palabra “héroe”. No tengo héroes, es la verdad. Hay personas que me simpatizan y que respeto. Me simpatiza el héroe cotidiano; me refiero a las personas que hacen bien su trabajo, confían en la buena voluntad y van por el mundo sin poses ni falsas expectativas. Te puedo citar, en este sentido, al barbero de mi viejo, Giovanni (QEPD) o al carnicero de la Arco Iris en Santa Mónica, Antonio; o al viejo Sergio (QEPD) de la Librería Divulgación. Todo aquel que logre conservar la virtud y sobrevivir al envilecimiento, la corrupción y la trivialidad existencial en un lugar como Caracas para mí es un héroe.
-Mis heroínas en la historia: Mary Shelley… por haber escrito algo como Frankenstein en el contexto en el que lo hizo; por su vida mortificada y difícil.
-Mis nombres favoritos: Lautaro, Laura.
-Lo que detesto por encima de todo: El culto a la mediocridad.
-Caracteres históricos que más desprecio: Simón Bolívar y el Ché Guevara. Más que a ellos –que, probablemente, eran personas agradables- desprecio los usos políticos que se han hecho de sus nombres y su perniciosa proyección mitológica.
-El hecho militar que más admiro: Admiro todas las derrotas de cualquier ejército.
-La reforma que más estimo: Tengo simpatía contemplativa –habría que estudiarlo a fondo para reforzar el criterio- por la mayoría de las reformas que adelantó Isaías Medina Angarita. Eso, en el caso venezolano. En general, entiendo que no existe ley más humana y racional que la abolición de la esclavitud.
-El don de la naturaleza que querría tener: Pericia musical, saber tocar un instrumento y ser autodidacta para pianos, guitarras, teoría y solfeo. Musicalmente, soy torpe y sordo, es una de mis mayores frustraciones.
-Cómo me gustaría morir: Según el formato clásico del cobarde, un infarto mientras duermo..
-Estado presente de mi espíritu: Paz, tranquilidad, afable paradoja.
-Faltas que me inspiran más indulgencia: Cualquier manifestación de la mediocridad. En particular, la mediocridad adscrita a los espacios de poder.

 -CUESTIONARIO DE BERNARD PIVOT, Respuests de Eduardo Sánchez
 -¿Cuál es tu palabra favorita? Melancolía
-¿Cuál es la palabra que menos te gusta? Nacionalismo
-¿Qué es lo que te causa más placer? Compartir hallazgos musicales con mi viejo mientras degustamos un trago. –Él un whisky, yo una cerveza-.
-¿Qué es lo que te desagrada? Hablar de dinero.
-¿Cuál es el sonido o ruido que más placer te produce? No lo sé, los sonidos de mi casa, ruidos domésticos. Los sonidos de mi casa en Santa Mónica y los ruidos de mi diminuto apartamento en Plaza Castilla (Madrid).
-¿Cuál es el sonido o el ruido que más te aborrece escuchar? El taladro del dentista y la voz de cierto presidente.
-¿Aparte de tu profesión, cuál te hubiera gustado ejercer? Me habría gustado hacer cine.
-¿Qué profesión nunca ejercerías? Político o militar. Tampoco me gustaría ser periodista.
-Si el cielo existe…y te encontrarás con Dios en la puerta: ¿qué te gustaría que –Dios te dijera al llegar?
Me gustaría tratar de darle una explicación y que él, indiferente, sin mirarme el rostro, diga algo así como:“Sí, sí, sí, chico, ya, sí… pasa”.


Roberto Lovera De Sola: crítico, investigador histórico-literario, bibliógrafo, antólogo, promotor cultural, editor de Publicaciones (1994-2000). Fue Vicepresidente del Ballet Clásico de Venezuela (1991-93), Vicepresidente, del Ballet Nacional Juvenil de Venezuela (1993), miembro fundador de la Fundación para el rescate del acervo cultural venezolano (1976), de la Fundación Francisco Herrera Luque (1992) y del “Ballet de las Américas” (1994). Es miembro del Consejo General de La Casa de Bello (1996),Miembro del Consejo Consultivo del Círculo de Escritores de Venezuela. Entre sus libros hay que citar Bibliografía de la crítica literaria venezolana (1982), Guía de la historia de Venezuela (1982), Bolívar y la opinión pública (1983), Eróticos, erotómanos y otras especies (1983), Hondas reflexiones para largas esperanzas (1984), El gran majadero (1984), Interrogando al gran ausente (1987), Con el lápiz en la mano (1990), Tomás Polanco y sus libros (1991), Lo masculino y lo femenino entrelazado (1992), Curazao, escala en el primer destierro del Libertador (1992), El ojo que lee (1992), Crónica de los Presidentes de Venezuela (1993), El oficio de ser venezolano (1994), La larga casa del afecto (1994), La obra histórica y literaria de Guillermo Morón (1994) y Los pasos vitales de Andrés Eloy Blanco (1966).

Carmen Cristina Wolf
Círculo de Escritores de Venezuela

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