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La arepa celebra su día en el mundo

Desde muy temprano en varias partes del mundo se celebra el Día Mundial de la Arepa. Esto ocurre desde hace cuatro años y la probada de nuestro plato nacional es el segundo sábado de septiembre, en esta oportunidad 12 de septiembre.

Hablar del origen de la celebración del Día Mundial de la Arepa y el arepazo mundial nos obliga a hablar de los primeros pininos de VenMundo como organización, que nació un viernes 11 de marzo del año 2011, en una reunión en una quinta de la urbanización Altamira en la ciudad de Caracas, en la que un grupo de venezolanos, de diversas edades y profesiones, ante la creciente emigración de venezolanos, decidieron en primera instancia, estudiar las causas y características del fenómeno con la intención de poder conformar una comunidad que lograra reunir al mayor número posible de venezolanos residentes en el exterior, para intercambiar informaciones, promover su participación política y el ejercicio de sus derechos, así como mantener la conexión con el país a través de actividades sencillas.

Nuestra misión inicial se centró en la promoción de su ejercicio del derecho del voto y la participación política, pero en el camino, en medio de las tareas propias de una organización que está naciendo y que investiga sobre el problema que la ocupa, hicimos un descubrimiento interesante.

En un primer esfuerzo por determinar en cuáles países se encontraban los venezolanos que emigraron y detectar cuáles eran las comunidades mejor organizadas, se nos ocurrió que una manera efectiva de lograrlo sería a través de una investigación en Facebook, ubicando los grupos de venezolanos por países o ciudades del exterior en esa red social. Lo primero que nos llamó la atención, es que si usted teclea en el buscador de Facebook “Venezolanos en…” y le pone el nombre de cualquier país o ciudad grande del mundo, el país que sea, la ciudad que menos se imagine donde pueda vivir algún compatriota, y de seguro encontrará al menos un grupo, y hasta varios.

Lo segundo que nos llamó la atención, como estos grupos se convirtieron en una herramienta a través de la cual es posible visualizar como van surgiendo pequeños emprendedores que organizan encuentros en ocasión de alguna fecha patria o evento deportivo relevante, ofrecen a la venta, y brindan información sobre donde conseguir los más diversos productos venezolanos.

Y es que cuando uno revisa con atención esos grupos, uno se da cuenta de la nostalgia que sienten los criollos por su nación, la cual se refleja en el recuerdo de sus sabores. La nostalgia, podría definirse como una especie de sufrimiento derivado de pensar en algo que se tuvo alguna vez, pero que ya no se tiene, y usualmente tiende a asociarse con algún recuerdo especial de nuestra infancia, un ser querido dentro de nuestras vidas o un objeto muy apreciado.

Quizás hablar de nostalgia se quede corto para entender que siente el venezolano que emigró, y que ya tiene varios años lejos de su tierra. Existe una palabra mucho más profunda, prestada del portugués, idioma de una nación de emigrantes, que se acerca más: saudade. Y es que la saudade, podría decirse que es una mezcla de nostalgia con melancolía, pero cuya sensación se incrementa de manera exponencial por la distancia, tanto en el tiempo como en el espacio, hacia algo que se ama, que además incluye el deseo incesante, y muchas veces fallido de querer acortar o eliminar esa distancia, y con frecuencia, estando plenamente consciente de que eso que se extraña quizás nunca volverá o se podrá tener cerca.

En el caso de los venezolanos, que sin importar la circunstancia, sea cual fuere la razón por la cual se encuentra lejos de esta patria, pues parece que la saudade se manifiesta en primer lugar, y de manera muy particular, hacia la comida típica. Y así como suelen decir que las mujeres conquistaban el corazón de un hombre por el estómago, pues también parece que a todos nosotros Venezuela se nos incrustó en el corazón de la misma forma, y quienes viven más allá de nuestras fronteras hacen lo que esté a su alcance para “matar la saudade” por su país (sí, matarla, así como se matan los antojos), pero, como dijo alguna vez el escritor portugués Manuel de Melo sobre este sentimiento, ella es un “bem que se padece e mal de que se gosta” (bien que se padece y mal que se disfruta), por lo que cuando se mata la saudade, surgen sensaciones simultáneas, por una parte de alegría, ya que, en el caso que nos ocupa, al primer bocado de cualquier preparación criolla, un venezolano es capaz de transportarse mentalmente a su país y sentir que la distancia se acorta, y por otra parte de tristeza, porque a medida que avanza en comerse esa comida y se acerca a terminar el plato, realiza el viaje mental de retorno a la realidad y la saudade no sólo está de vuelta, sino que además crece.

El encuentro se realiza en píses tan disímiles como Lima, Perú o Auckland en Nueva Zelandia

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